El señor E. (54 años) se acercó y me pidió que lo acompañara. Caminé detrás del señor E. por un pasillo largo y lleno de oficinas sin nombre. Entré al despacho (alquilado por horas) del señor E. Dejé el abrigo en una silla (alquilada por horas) del señor E. Nos sentamos, y el señor E. (alquilado por horas). simuló leer la hojita que yo había llenado.
—Bueno… ¿tienes experiencia en ventas?
—En seguros, y en el ramo de inmuebles estuve trabajando más de tres años como intermediario, captando y buscando compradores.
—Ya… vale. ¿Y cómo estás con los idiomas?
—Tengo algunos cursos, los leo sin problemas, el francés lo hablo bien, el inglés lo entiendo y lo hablo aunque hay algunos acentos que me cuestan… el italiano bien y el portugués…
—No no no, esos no sirven para nada.
—Ah, claro… ¿El catalán?
—No, el español, el castellano.
—¿Cómo?
—El castellano.
—¿¿El castellano?! Ésa es mi lengua materna, creo…
—Es que como vienes de Sudamérica, pensé que podíais estar… cerrados, digo, ¿no?
—¿¿Cerrados??
—Si… las palabras, no son iguales ¿o sí?
—Bueno, en vez de decir coche decimos carro, y cuando algo está a tres manzanas de distancia decimos que está a tres cuadras, como si en vez de gusanos fueran mulas quienes llenan las ciudades… pero fuera de eso, no se me ocurre más nada.
—Vale. Bueno, el trabajo es para vender extintores. Esos que están allí.
—¡¿No es para vender inmuebles?!
—No, son extintores.
—¡¿Extinguidores?
—Sí, extintores.
—¿Y se venden?
—¿Cómo?
—¿Se venden? Yo nunca he conocido a nadie que haya comprado un extinguidor.
—Extintor… claro que se venden… y muy bien… yo vivo de eso, y te puedo decir que me va muy bien.
—Ah…
—Voy a describirte el trabajo:
es en la calle donde se prueba la habilidad del vendedor
una persona puede tener muy buena apariencia pero no vender nada
y al contrario, han llegado algunos con cara de poca cosa y después resulta que venden cantidad
por eso yo no desecho a nadie
porque es en la calle donde se prueba la habilidad del vendedor
no importa la cara del que vende
porque uno siempre se puede llevar sorpresas «con eso»
y una cara bonita no garantiza nada
mientras que el más feo quizá es el que mejor vende
y por eso vale más no desechar a nadie.
de manera que hay que salir a la calle para demostrar cuánto vale uno como vendedor
algo que no se puede saber simplemente mirándole la cara a la gente
porque tener buena presencia no garantiza…
—Ya entiendo ya. Ya entendí la idea. Ya.
—(… )
—(… )
—(… )
—Lo de la cara es verdad…
—¿Qué?
—Lo de la cara… usted, por ejemplo, tiene cara de taxista, más que de vendedor de extinguidores, aunque como nunca he visto a un vendedor de extinguidores no puedo decir qué cara tienen… de taxistas, supongo, viéndolo a usted.
—¡!
—Usted me recuerda a un tipo que conocí en V. Era supervisor de seguros. Nos estaba dando un curso a los que íbamos a trabajar como corredores (en castellano, vendedores) de seguros. Yo me inscribí porque necesitaba plata (dinero) para comprarme un carro (coche), quería un Jeep descapotado (un rústico sin techo). El carro (coche) que mi papá me dio un mes antes, cuando cumplí dieciocho años, acabó en una chivera (desguace) porque me clavé (choqué) contra la isla (separación) de una autopista (autovía).
—¿?
—Éste que le digo se llamaba E., me parece, como usted, y también era un poco corto de luces…
—¡?!
—Lo gracioso es que el tipo creía que los tontos eran los demás… supongo que a usted le pasa lo mismo… por ejemplo, una vez el capullo estaba explicando la póliza de incendios y cuando entró al tema de los incendios provocados le pregunté si la póliza cubría los daños causados por el fuego iniciado por el asegurado intencionalmente en un edificio vecino, que se propagó hasta su propia vivienda a pesar de que el tipo trató de detener el fuego pero no pudo… después de mi pregunta E. puso cara de «¿Y a ti qué coño te pasa, no ves que me estás haciendo perder el tiempo?»… exactamente la misma cara que tiene usted ahorita… pero a mí no me importaba, porque son ustedes los que le hacen perder el tiempo a la gente… para eso son vendedores, ¿no?
—Disculpa, pero no te entiendo.
—Claro, es que el español no se me da bien, en realidad prefiero hablar en maquiritare, que es la lengua madre de los que vivimos en el Amazonas… Estuve tres meses vendiendo seguros… cuando reuní el dinero para comprar un Jeep hecho mierda, del año 74, mandé a E. y a sus seguros al carajo…
—Discúlpame, pero tengo que salir a hacer unas visitas.
—E. decía que había dos situaciones en las que sudaba mucho… dando clases y tirando (follando)… no tiene idea de lo repugnante que era imaginar a E. follando. Sería como verlo a usted en pelotas…
—Tengo que salir de la oficina.
—¿Se te acabaron las dos horas que pagaste de alquiler?
—(… )
—También había otro personaje, allí en la compañía de seguros, un tipo enano que había sido jockey…
WORK IN PROGRESS
domingo, 8 de abril de 2007
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