WORK IN PROGRESS

domingo, 24 de junio de 2007

sin titulo (fragmento)

Hoy en la mañana, en Hong Kong, antes de salir a Cantón, revisé mi correo electrónico. Había enviado un mail masivo de despedida, con el trozo de novela que escribí en Barcelona. Encontré más repuestas de las que esperaba. Una antigua novia me dijo que hacía bien acabando mi relación y saliendo de mi letargo: la última vez que nos vimos, en Barcelona, hace unos meses, nos fuimos a su hotel y no pude tener una erección decente; supongo que por eso usó la palabra "letargo". Un crítico literario amigo, que abre una colección de nuevos autores usando un libro mío, me escribió "qué aventura" y me pidió que no desapareciera antes de firmar el contrato editorial: le prometí no desaparecer, aunque desaparezca. Un antiguo colega me pidió que pasara por la agencia de publicidad cuando regrese a Barcelona: éste se ve que no leyó el archivo adjunto con el trozo de novela, le daría pereza, se entiende. Mi ex me escribió que soy un gran tipo y cosas de estas, útiles para mantener la amistad o sentirse mejor o yo qué sé. Mi amor recurrente me comentó que poco a poco vuelve a la normalidad, aunque acordándose mucho de mí: yo también la extraño y se lo escribo, y así mantengo vivas esta parte de mi vida y de la novela. Por un correo colectivo, y sus secuelas, supe que presentaron una antología donde fui incluido, en una editorial grande. Otro correo colectivo, de mi hermana, reenviaba un texto que alertaba sobre el avance de la dictadura en Venezuela. Curioso, lo de mi hermana, es la única que no dice nada sobre mi despedida, supongo que pasó de leer el correo o, como ya me conoce, sabe que en un rato estaré de vuelta. Que me deje de mamonadas, ya lo he hecho antes y ya lo volveré a hacer, esto de despedirme. Que no fastidie, si siempre acabo volviendo, para qué carajo andar con despedidas. Cuando me desaparezca, de verdad, no haré la gilipollez de enviar anuncios. Me iré, al culo del mundo, ni idea de mí, sin mensajes, sin autopromoción, desapareceré, algunos se acordarán de vez en cuando, la mayoría olvidarán rápido, y nada más.

*

Mi amigo es un tipo cojonudo, pero ronca. Tiene vocación de payaso, pasa el día de cachondeo, no sabe lo que es estar serio, pero ronca. Va inventando pendejadas para hacer reír, se aprende frases en chino para flirtear con las chinitas, pero ronca. Lo conozco desde hace veinte años, es como mi hermano, un poco más, porque su hermandad no es impuesta, sino escogida, pero ronca. Y no es un ronquido cualquiera, el ronroneo clásico de gato enfermo y amplificado. El suyo es un ronquido ambicioso, siempre inquieto, que busca, tenaz, cada vez mayores alturas: la perfección sonora y expresiva, el ronquido total. Y son las dos y media de la madrugada, y no puedo dormir; por eso he estado escribiendo en el ordenador de bolsillo. Esta noche mi amigo, los veinte años de hermandad, su buen humor y sus payasadas, tristemente (así somos de pequeños los seres humanos), valen mierda frente a sus grandiosos ronquidos. Le daría la patada en el culo, si no tuviera que pagar solo el resto del viaje.

1 comentario:

Vicente dijo...

Epa, loco, bueno, paso por aca rapido para saludarte, te dejaré un comment mas largo cuando logre descifrar como hacer el login de google ese que pide tu blog.