WORK IN PROGRESS

domingo, 8 de febrero de 2009

si alguien te ofreciera un millón, ¿no te dejarías? (continuación)

Y entonces toca escribir sobre la huída de nuestro héroe, y cómo se escondió en un container de basura; la llegada, en la mañana, a la estación de trenes, donde sacó llaves para dos casillas, la primera para esconder los lienzos robados, la segunda para colgar, oculta, unida a un imán, la llave de la primera casilla. Luego tendría que exprimir la idea de la figura parada detrás, en la sombra, hasta que, después de muchas vueltas, nuestro héroe acabe pensando que fue un producto de su imaginación.
Entonces tendría que hablar de la llegada al trabajo, al día siguiente, esperando encontrar las patrullas de la policía, la prensa, los interrogatorios, pero no, todo estaba absolutamente normal, o sea, el escenario más extraño, y entonces, al pasar por la sala donde estuvo la noche anterior, la gran sorpresa: los cuadros colgaban allí, como si nada.
Se supone que todo esto tendría que servir para que el lector se llene de preguntas y siga con la novelita, y la recomiende y los amigos y las ventas y los agentes y el editor y todos contentos. Que el lector se pregunte quién era el personaje que estaba allí; cómo y por qué sustituyeron las pinturas; y qué hará nuestro héroe ahora, al ver que su plan se ha complicado, siempre buscando revolver la curiosidad del lector, porque esta sensación, las ganas de satisfacer la curiosidad, parece, según, que es la motivación principal, casi la única, que tiene el sujeto que está sosteniendo este librito entre las manos, aunque en realidad creo que nadie se ha puesto a demostrar que sea así siempre y en todos lados. Pero bueno, para eso están las cifras de ventas, dirán lo editores, un libro funciona si puede mantener al lector en suspenso. Será, aunque yo no lo tengo muy claro. Pero tampoco me voy a poner a discutirlo. Ya es bastante gilipollas todo este juego de la novela dentro de la novela, y más como lo estoy haciendo, teorizado.

*

Juego: se canta y se baila saltando, y se mueve la cabeza rápidamente, de un lado a otro, como negando, y se entrechocan las muelas, y se hacen garabatos con la cara, pintada de rojo, abriendo cómicamente los ojos, y se enseñan los dientes todo lo posible, moviendo graciosamente la boca. Se sigue cantando y bailando a saltos durante horas, con la esperanza de ser escogido por una de las chicas que están paradas al frente, mirando, evaluando seriamente, en los caretos y en los saltos, la gracia y la salud de los candidatos. De todos modos, si no se es escogido, no pasa nada, te quedas sin follar pero por lo menos has pasado un buen rato.

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