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domingo, 5 de abril de 2009

la fama, o es venerea, o no es fama (continuacion)

Nuestro héroe dejó Berlín sin que pasara nada digno de ser contado. En una agencia de viajes compró un billete para alejarse definitivamente (según él) de sus perseguidores y, qué mejor idea para desaparecer que el sitio con más tradición de desaparecidos y exiliados desde los años treinta: México.

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Feria del libro de Guadalajara. Me llegó la invitación por un crítico reconocido que, no muy certero, insiste en preocuparse por mis libritos. Un personaje accesible, amigable, que me incluyó en una antología hace muchos años y a quien conocí, personalmente, hace pocos.
Foro de novísimos escritores, se llamaba el parapeto que me puso allí un par de días antes de la Feria, sin maletas, porque la línea aérea las mandó no sé a dónde, no sé por qué.
En el aeropuerto me esperaba el contacto, un tipo que colaboraba con la organización de la Feria. Cortés, perfumado y bien vestido me subió a su camioneta de lujo para ir a beber tequila en un sitio de moda. Cuando nos sentamos, entre el estilo de la decoración y de la gente (televisores gigantes con videos musicales norteamericanos y tetas operadas), sentí como si nunca hubiera salido del lugar donde nací.

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Publicidad gráfica: en letras de tipografía antigua, estilo Biblia de Gutemberg: “Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Y dijo Dios a Noé: El fin de toda carne ha venido delante de mí; porque la tierra está llena de violencia a causa de los hombres; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. Hazte un arca: harás aposentos en el arca y la prepararás bien por dentro y por fuera. Pero estableceré mi pacto contigo, y pondrás en el arca una muestra de tus genes, de los genes de tus hijos y de los de tu mujer, y los genes de las mujeres de tus hijos también irán junto a los tuyos. Y de todo lo que vive, de toda carne, una muestra de ADN meterás en el arca. De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, una muestra del ADN de cada especie entrará en el arca para que viva. Y entonces lanzarás el arca al espacio exterior”.
Abajo, en letras amables "Congreso sobre la biodiversidad", lugar y fechas.

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Primera salida. Fue el día antes de yo conocer a la aristócrata egipcia en la discoteca. La enfermera (éste es su oficio) había aparecido en la misma página para comentar películas de donde salió la de Castelldefels. Dos o tres meses, creo, de chats y gilipolleces, hasta que por fin se animó a quedar. Era un poco sinuosa con esto de conocer a alguien aparecido en internet. La esperé junto a la iglesia de Sitges, mirando un rato el atardecer y otro el mar, a veces leyendo, a veces escribiendo en el ordenador de bolsillo. Con más de media hora de retraso, cuando ya pensaba que no vendría, llegó. Lo primero que apareció fueron los ojos verdes, grandes, como la sonrisa del famoso gato. Después de los ojos algo como un piercing en un diente, que me tuvo la mitad de la noche curioso hasta que por fin le pregunté qué hacía eso allí. Mientras bajábamos las escaleras hasta su coche, que había dejado mal aparcado, le pregunté, de chiste, por qué pasó junto a mí como sin reconocerme, si tenía mucha cara de chungo, si estaba tratando de escapar; que no, que quería estar segura de que era yo. Encontramos una plaza de parking. Le pedí que escogiera el sitio, porque ella vivía en un pueblo cerca y muchas veces, cuando salía de marcha, venía para acá.
Pegamos un tema con otro mientras nos iban echando de todas partes por la hora de cerrar. Acabamos frente al mar, con el viento frío. Poco después de las cuatro se fue. Yo me quedé dando vueltas por el pueblo vacío, esperando el primer tren de la mañana, a las cinco y algo. Un Sitges tranquilo, silencioso, que yo no conocía, mucho mejor que el tradicional.

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