WORK IN PROGRESS

miércoles, 22 de abril de 2009

la fama, o es venerea, o no es fama (continuacion)

Nuestro héroe, sin saber qué hacer, se despide del taquero que lo mira con expresión asustada. Los policías le abren la puerta de la patrulla y nuestro héroe se ve cerrado entre la malla metálica y las puertas sin cerrojo.
Atraviesan una Ciudad de México que parece no acabar. Entran a un barrio de las afueras. El corazón latiendo en los oídos. Intenta descubrir qué van a hacer con él, pero los trozos de conversación que le llegan no lo nombran, como si no estuviera. Se inclina para tocar el vidrio, para que recuerden que está allí, pero no se atreve.
Finalmente se detienen. El policía mudo le abre la puerta.
--Venga conmigo, maestro.
Nuestro héroe siente que el cuerpo no reacciona, pero se obliga a salir de la patrulla. Le tiemblan las manos, las rodillas, está sudando frío.
--¿Qué pasó, nos cogió miedo? –el policía hablador, riéndose.
--Maestro, quédese quieto que no le vamos a hacer nada.
Atraviesan el porche de una casita blanca. Una mujer abre la puerta como si los estuviera esperando. Se escucha un televisor.
Entran y, en la oscuridad del pequeño estar, con el resplandor que llega de la pantalla de televisión, aparece el periodista de las historias fáciles de vender, el villano.

*

Azar: Hace un par de meses una compañera de liceo me contactó por correo después de veinte años. Hemos estado escribiéndonos porque ha usado mi fantasma, ese que he fabricado en el blog con fotos de viajes y este librito, para evadirse, a ratos, de una enfermedad muy grave. Ella vive en un país vecino, pero ha estado en la ciudad donde nacimos visitando a su familia y a los médicos. Como mi fantasma le sirve, no sé por qué, para alimentar sus ganas de vivir, me mantiene en su cabeza. Visitando a un tío suyo escritor le habló de mí y el tío le dejó un número de una revista que él dirige donde aparece un cuento mío. Al volver a su casa me envió la revista, me llegó hace un par de días. Mi cuento juega con un poema de San Juan de la Cruz que termina, cada estrofa, con el verso "aunque es de noche". Al cuento no lo recordaba (tampoco sé cómo lo consiguieron para la revista), y de San Juan no había vuelto a saber nada desde hace más de diez años.
Ahora estoy en una exposición que recoge los trazos de lo sagrado en el arte del último siglo, parado incrédulo, sorprendido, boquiabierto, estúpido, frente al panel de una sección titulada Malgré la nuit / Although it is Night, por el poema de San Juan. Intento explicarme la casualidad del reencuentro con el verso, a diez años y dos días de distancia, pero no sé, no veo por dónde.

*

--¡Hombre, qué sorpresa! ¡Qué gusto! Siéntate.
--¿Tú qué haces aquí?
--Vine a saludarte chaval, ¿qué te parece?
--¿Pero tú qué haces aquí?
--Siéntate, ¿qué vas a tomar?, ¿un whisky?
--¿Tú qué haces aquí?
--Traiga un Jack Daniels para mi amigo, mi doña… y otro para mí.
--Con gusto.
--¿Qué haces aquí?
--Cuéntame, ¿qué te ha parecido Ciudad de México?
--(…)
--Hombre, relájate, no te va a pasar nada, aquí todos somos amigos.
--¿Qué coño es esto?
--A ver, cómo te explico, por dónde empiezo.
--Aquí tiene doctor.
--Muchas gracias mi doña, acérquele la mesita al compañero.
--¿Así está bien?
--Perfecto.
--(…)
--El cuento es largo y complicado, pero te lo voy a contar de forma que lo entiendas.

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