Y así, ¡oh despiertos lectores!, pasó la noche nuestro amigo, despertándose aterrado con una pesadilla distinta cada veinte segundos.
Para mejorar la historia comenzó a caer una tormenta tropical, en el medio de los Alpes.
La tienda de campaña se inundó, dejando mi pasaporte hecho una sopa, las letras emborronadas. La ropa, la cámara, los zapatos, todo, un caldo.
Alguna vez, de madrugada, recuerdo haberme descubierto intentando abrir la cremallera de la tienda de campaña para salir.
Pero ya pasó, y ahora lo importante es que al amanecer nuestro protagonista tenía la cabeza en su sitio, más o menos, sin alucinaciones paranoicas; y entonces, ¡oh sensatos lectores!, toca decidir qué hacer con él.
*
En la novelita del robo con allanamiento lo subía a un barco de transporte de pasajeros que le daba vueltas al lago, atracando en cada pueblo que veía. Después lo hacía escapar, ¡oh mis firmes amigos!, usando un avión que lo ponía ya no me acuerdo dónde, creo que en Estambul.
Pero aquí, por aquello de la estructura de los capítulos, el tipo no puede, todavía, salir de Europa. Mi otra idea, atravesar Suiza e Italia para meter a nuestro amigo en Ravello, es demasiado ampulosa para un espacio tan modesto. Además, allí no hay mucho que hacer, sobre todo para un prófugo.
Por eso mejor quedarse en Alemania, y mandar a nuestro personaje a Berlín, ¿no?, la menos alemana de las ciudades aledañas o, por lo menos, la más viva de todas. Pero el trabajo de la dictadura nazi fue bueno, una maravilla, en cuanto a limpieza, y todas las cabezas brillantes se fueron al carajo. Tenían tino, los nazis, se cargaron, realmente, lo mejor que había. Entonces, decapitados desde hace sólo dos generaciones, los tipos tendrían que chupar de afuera, y no sé qué espacio haya en Alemania para lo extranjero, porque en el fondo por aquí sigue habiendo demasiadas cabezas cuadradas y un poco nazis. La dulce y esperpéntica decadencia de los años veinte se fue para no volver, creo yo, pero no estamos aquí para escuchar mis gilipolleces rimbombantes, ¿no?, sino para divertirnos con una novelita ligera, ¡oh mis distraídos lectores!
*
--¿No crees que pueda hacerse repetitivo conmigo? Yo no soy muy experimentada, precisamente.
--Tú tienes todo lo necesario: disfrutas de tu cuerpo y eres absolutamente libre, tienes la actitud correcta; es una de las ventajas de ser aristócrata.
--¡Yo no soy aristócrata!
--¡Joder claro que sí! Mírate, y mira como actúas. Pero eso no es malo, es tu estado natural.
--¿Y qué significa para ti ser aristócrata?
--Sentir que tienes un derecho natural a ocupar la punta de la pirámide social, sin cuestionártelo, pensando que así será siempre, porque toda la vida lo has vivido, y lo has visto en tu familia, desde siempre.
--¿Y eso qué tiene que ver con el sexo?
--Que no te sientes nunca manipulada, porque te has acostumbrado a usar tú a los demás.
--¿Manipulada en el sexo? ¿Contigo? Si todo lo que hacemos lo disfrutamos los dos.
--Claro, pero no tienes tabúes, eso es perfecto. Eres aristocráticamente libre, sin prejuicios religiosos, ni cosas incorrectas, ni todas las estupideces represoras del bien pensantismo burgués típico de la clase media. Pero no me hagas caso, estoy hablando tonterías, casi un discurso político.
--Te entiendo.
--Quizá hay otra ventaja, y es que al ser musulmana no te han machacado en la escuela con gilipolleces cristianas. Por lo que me has dicho no tocan el tema sexo, así que cada quien lo lleva como mejor le parece, según lo que oye en casa.
--El sexo es un asunto privado, nadie te debe decir lo que tienes que hacer.
--La iglesia cristiana sí, ha exprimido las bondades del complejo de culpa desde hace siglos. Siempre eres culpable de algo, incluso dentro de la vida matrimonial.
--Yo he pensado en eso muchas veces.
--¿Por qué lo dices?
--Por mi marido, por cómo me siento con él.
--Si tuvieras que volver con tu marido es muy probable que nos hagamos amantes.
--¡No, yo no quiero volver con él!
--Pero si pasara...
--¿Tú y yo amantes? ¡No! Yo quiero estar contigo ¿Amantes para qué? ¿Mientras encuentras a otra y comienzas una relación real?
--La relación de amantes es tan real como cualquiera.
--¿Follar escondidos es real? Eso sería sólo una forma de escapar.
--La relación de amantes puede ser más íntima que cualquier matrimonio, por lo menos esa es mi experiencia reciente.
--Te estaban usando para escapar de un matrimonio aburrido.
--No, ella estaba bien hasta que yo llegué, nunca había vivido, casada, una historia con nadie. Pero siempre tuvimos mucha afinidad.
--No, su buen matrimonio era sólo una apariencia; ella estaba lista para caer y tú llegaste.
--Ella ama a su marido y disfruta la vida que llevan, y ahora vuelve a estar tranquila, pero conmigo se descontroló.
--Lujuria, deseo.
--Era más que eso; en algún momento estuvo dispuesta a cambiar todo para estar conmigo.
--Una locura temporal.
--Sí, es un buen nombre, pero igualmente es real.
--A veces la mente juega con uno; entonces hay que detenerse y reflexionar.
--Me asusta lo que dices.
--¿Por que?
--Porque creo que hablas de ti, no de ella.
WORK IN PROGRESS
jueves, 3 de abril de 2008
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