Gulliver en "La granja de animales": la revisión crítica, en la narrativa, de la práctica de las utopías políticas
Introduction
La historia humana ofrece un amplio catálogo de experimentos que han intentado imponer a la realidad distintas teorías políticas; desde la siciliana República platónica hasta el Socialismo del Siglo XXI suramericano, pasando por las utopías renacentistas que inspiraron las misiones de los jesuitas, las revoluciones burguesas alimentadas por las ideas de la Ilustración, o los sistemas comunistas de raíz marxista del siglo XX, entre otros muchos ejemplos, las teorías han estado, con frecuencia, detrás de las luchas por el poder.
En nuestros días predomina una visión escéptica, que algunos llaman posmoderna, sobre la realización de las teorías políticas; desde esta perspectiva, las sociedades humanas han demostrado decididamente su complejidad al no ajustarse al papel que los proyectos teóricos intentaban imponerles. Sin embargo, el clima no ha sido el mismo en todas las épocas.
El atractivo de las teorías políticas sobre los intelectuales es una constante. La participación en la vida política; la toma de posturas; la actitud combativa, muchas veces con riesgo de muerte, llena las biografías de artistas y escritores, sobre todo en el mundo moderno. Los modelos políticos han alimentado las esperanzas de muchos intelectuales pero, también, los fracasos en la práctica han generado una buena cantidad de obras críticas, de tono satírico, pesimista o, simplemente, cínico.
Podría decirse que, en literatura, y particularmente en narrativa, las teorías políticas han generado dos clases de textos: por una parte, los escritos propagandísticos, que resaltan los defectos del sistema actual que se ha de cambiar (el caso típico es La madre, de Gorky), o muestran los beneficios que llegarán con la aceptación del proyecto teórico (por ejemplo, una fracción de la literatura, de fondo cristiano, del Siglo de oro español); y por otra parte, los textos críticos, que intentan advertir sobre las aberraciones en la aplicación de los proyectos políticos, caricaturizándolos (al estilo de Voltaire o Swift), exponiéndolos como monstruosidades (Orwell es el más claro ejemplo), o simplemente negando su validez como idea (por ejemplo, el fin del sueño americano recogido en los escritores del realismo sucio, al estilo de Charles Bucowsky).
Todas las épocas dan lugar a textos propagandísticos y a textos críticos; en general, el número de obras de uno u otro lado depende de las relaciones entre los escritores y las instituciones. Se podría decir que ha habido una tendencia, de parte de los literatos, a ser cada vez menos complacientes con el sistema, pero una revisión de la picaresca española o de la literatura romana de la época de los césares nos enseña que siempre ha habido escritores idealistas y escritores escépticos.
El narrador crítico aporta, frente a los escritores teóricos, el elemento biográfico individual, la experiencia directa, la percepción intuitiva de lo que un proyecto político ocasiona en la vida de la gente, o su percepción de cómo una idea, aparentemente perfecta, puede incidir, de una forma grotesca, en una sociedad hecha de individuos humanos.
Recoger las visiones críticas que inspiran algunas obras clásicas de la narrativa es un excelente ejercicio de pensamiento político: lo que los textos teóricos proponen, geométricos y esterilizados, la narrativa lo refleja sobre una superficie que muestra las fuertes rugosidades de la realidad.
Etc.
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