La pintura mural como herramienta para la comunicación de ideologías: la cúpula de la catedral de Florencia y El Palacio Nacional en Ciudad de México
Desde Altamira, la pintura mural al fresco ha sido empleada para comunicar conceptos, historias, mitologías, ideas, visiones, deseos... Su “poder de convicción” parece basarse, entre otras cosas, en la monumentalidad de los soportes; el impacto directo del lenguaje visual; el formato gigantesco que generalmente emplea; y su capacidad hipnótica, al ocupar todo el espacio visual con luz, colores y sombras.
El atractivo de la pintura mural como vehículo de propaganda ideológica se repite en el tiempo y en el espacio. Desde las ilustraciones que presumiblemente cubrieron las paredes de los templos griegos, hasta las imágenes monumentales que seguramente llenarán las calles de Beijing durante las olimpiadas; desde las sombrías cuevas de Ajanta, hasta el restaurado techo de la Capilla Sixtina; desde el fresco renacentista que enseña en Siena los efectos del buen y del mal gobierno, hasta los murales revolucionarios de México, son muchos los proyectos financiados por instituciones interesadas en dar un soporte gráfico a las ideas que las sostienen. Existe, está claro, en la pintura mural, un vínculo directo entre fuerzas políticas, ideología, y herramientas gráficas.
Sin embargo, la pintura, aislada, no comunica conceptos verbales complejos; nuestra ignorancia sobre el significado de Lascaux es la mejor prueba. Se necesita, para que el mensaje se transmita, que el receptor conozca el código, que tenga las referencias para interpretarlo, asumirlo y difundirlo. La “lectura” de los grandes frescos requiere un proceso complejo entre el emisor (el pintor o los pintores, que trabajan, generalmente, a las órdenes de alguna institución poderosa), y el receptor (los feligreses, ciudadanos, visitantes, curiosos).
Entonces, ¿cuáles son las herramientas visuales que utiliza el artista para difundir los conceptos verbales que sostienen las ideologías?
Responder a esta pregunta es la intención de mi proyecto para el master de Teoría y práctica del lenguaje y las artes. A partir de dos ejemplos, uno religioso y lejano en el tiempo (la cúpula de la catedral de Florencia, pintada, en parte, por Giorgio Vassari), y otro político y contemporáneo (los frescos del Palacio Nacional de México, firmados por Diego Rivera), la idea es avanzar en la interpretación de la pintura como herramienta de difusión ideológica, estableciendo paralelismos y analogías, diferencias, relaciones, y soluciones al problema del paso del concepto verbal al lenguaje gráfico.
1 comentario:
Me encantaría, si el autor tiene acceso, conocer los etc. Sin coña , me parece interesantísima la pregunta: ¿Cómo acceder al Dios de las miradas?.
Me admira enormemente el arte del grafismo, la música, la fotografía y cualquier arte, que componiéndose de pensamientos, no utilice, para su representación, la palabra escrita.
Para mi, es un verdadero “master ”el intentar percibir, sin completar con palabras, sin apoderarme del autor traduciéndolo. Supongo, que es el miedo a perder el control emocional, a dejarme atravesar por fantasmas anónimos ,a esperar el desenlace, con la paciencia de intentar comprender al autor, mas que el ansia de mi ego por conocer,mirando espejos.
Además, me permitiría entender mejor a mis hijos, ambos han elegido esa vía de expresión, creo, que los aburrí a cuentos y decidieron ilustrarlos y escuchar música je,je.
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