Azar: un vendedor detrás de una batea plástica; adentro, con un poco de agua, pescaditos vivos a duras penas. Los clientes se acercan, el vendedor mete la mano y saca un puñado de pescaditos que tratan de escapar de sus dedos. Me acerco. Me mira, usa su mejor sonrisa china y levanta un puñado de pescaditos, haciendo gestos como de meterlos en una bolsa plástica. Niego con la cabeza. Uno de los pescaditos cae al suelo y se aleja a coletazos. El vendedor vuelve a poner el puñado de pescaditos en la batea. Me agacho para agarrar al pescadito. El vendedor mira alrededor buscando clientes con quienes usar su mejor sonrisa china. Dejo el pescadito en el suelo, saltando, porque no sé cómo agarrarlo. Me levanto, me alejo, me giro. El vendedor está recogiendo al pescadito del suelo, regresa, lo suelta en la batea, se limpia los dedos en la pierna del pantalón, se sienta en la acera de nuevo. El pescadito vivirá un par de horas, quizás un poco más, quizás menos.
*
Azar: un tipo llega en avión a Nueva York envuelto en unas mantas gruesas de los pies a la cabeza. En una ambulancia trasladan al tipo hasta una jaula amplia que encierra a un coyote. El tipo, siempre envuelto en las mantas, sin contacto visual con el mundo, queda de pie en la jaula. El coyote lo huele asustado, le gruñe, se aleja. Al día siguiente el coyote, que ya se ha acostumbrado al tipo de las mantas, se pasea por la jaula buscando oficio. Se acerca al tipo de las mantas, lo huele, muerde el extremo de una de las mantas, hala con fuerza. El tipo se levanta, el coyote huye asustado, pero al rato regresa. Huele, muerde, hala. El tipo le suelta un zapato. El coyote coge el zapato y se aleja. Huele el zapato, se acuesta sobre el zapato, mueve su cuerpo sobre el zapato, vuelve a oler, sostiene el zapato entre las patas, destroza al zapato con los dientes. Al segundo día el coyote, ya con toda confianza, se dedica a morder y halar las mantas, hasta que deja al tipo al descubierto. El coyote, asustado, huye, gruñe, se acerca como para morder, se aleja, y luego regresa. El tipo, sentado en el suelo, busca con la mano al coyote. El coyote huye, y al rato regresa. El coyote se deja acariciar por el tipo. Cuando se cumplen las cuarenta y ocho horas, el tipo carga al coyote en los brazos, lo regresa al suelo, y luego sale de la jaula, ayudado por otros personajes que participan en el tema. Del coyote no se sabe nada más. Del tipo tampoco.
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