…las parcas, que anuncian “siempre podemos adelantarnos, somos libres, en cualquier momento podemos venir”, nada más, así, como si tal cosa. Al carajo con ellas, yo sigo con mi historia. Consigo moverme, arrastrándome, hasta llegar a un arroyo de agua clara, qué raro, entre tantos pies, el agua clara; me viene una sed de beduino, como en aquella excursión entre montañas pedregosas y secas, cuando rompí las ampollas que me habían salido en la planta de los pies, y ensangrenté las medias, sin darme cuenta, hasta que me saqué las botas, y vi que ya no podría caminar, aunque lo venía haciendo desde hacía horas, ignorando el dolor, porque no había opción, no me iba a quedar sentado en el medio de la montaña, con el sol ahogándome de sed, esperando el no sé qué, porque nadie iba a llevarme cargado, todos estaban hechos mierda, desde hacía horas íbamos perdidos; pero el arroyo como si nada, claro, sigue allí, conmigo asomado, sin reflejarme, sin ahogarme, que no podría, ni aunque quisiera, nada, el agua y los pies, zapatos y sandalias, uñas y dedos, por todas partes, me agobio, me entra la fobia, contra la gente, maúllo, y corro entre los pies, busco un espacio abierto, que encuentro, por fin, subiendo por una puerta de metal y caminando sobre un tejado, usando después una escalera de hierro, hasta que encuentro un lugar donde sentarme, con la ciudad al frente, la brisa, y el ruido del tráfico, lejos, es el techo de mi casa, la de toda la vida, en Venezuela, estoy sentado sobre el tanque de agua, como tantas veces, mirando el atardecer, media hora de colores exagerados, del rosa y el naranja al índigo y el violeta; cierro los ojos para concentrarme en el viento; podría quedarme así, para siempre, inmóvil, sólo falta un poco de música, ¿no?, siempre falta algo, pendejo, ése es tu problema, nunca puedes estar tranquilo con lo que hay, ¿qué te pasa?, ¿por qué siempre la tocadera de huevos?, no sé, de verdad, no sé por qué me pasa esto, ¿estás neurótico?, creo que no, soy un tipo tranquilo, bastante, no es ansiedad, es querer siempre más, simplemente, no sé, me canso rápido, necesito cambiar, y una mierda, lo que necesitas es sentirte intranquilo, para justificar el no sé qué, ¿no te jode?, quizá sí, sea eso, que necesito siempre justificar el no sé qué, pero un poco de música estaría de puta madre, ¿no?, la Chacona de Bach o las Diez piezas fáciles para piano de Bartok, para ya de joder, cultureta de mierda, cierra los ojos y deja la mente en blanco, es lo mejor que puedes hacer, vale, pero Bach…
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miércoles, 5 de septiembre de 2007
sin titulo: fragmento
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