Hace un rato, ya de noche, caminamos por una calle vecina a un templo donde la gente hacía genuflexiones levantando antorchas de incienso; más adelante se nos atravesó un cine.
¿Cómo será un cine chino? Ni idea, ¿nos metemos a ver? Seis rupias chinas, media rupia europea, un regalo. Había dos opciones, un sucedáneo cutre de Conan el Bárbaro, o una película china para adolescentes llamada Campus Universitario. Yo creo que esa es la menos vergonzosa, ¿no?, por lo menos aparece una chinita medio en pelotas.
Compramos las entradas usando señas y nos enfilamos en la dirección que nos señaló el dedo de la mujer de la taquilla. Está macabro el sitio ¿Dónde coño está la sala? Le mostramos los tickets a unos tipos que nos señalaron unas escaleras de lata. Subimos, abrimos una puerta sucia y vieja. Qué desastre de cine, ¿no? En la pantalla un chino de lentes decía no sé qué, hablando en chino, muy correctamente. Una mujer de la vida real se acercó a marcar nuestros tickets. La sala estaba vacía. La mujer nos hizo señas de que no era allí, nos acompañó afuera, y nos señaló un balcón desmadrado, en un edificio cercano, en el mismo patio, casi al frente, a unos metros.
Llegamos a otras escaleras, mucho más ruinosas que las primeras. Coño, nos van a violar, nos van a matar, nos van a coger... ¿Dónde coño es esto? Por esta puerta no, está cerrada, por aquella tampoco, tiene que ser por esa. Nos metemos en un cuchitril donde un tipo sentado miraba una televisión en blanco y negro, con una hornilla de carbón mineral que le servía de calefacción. Le mostramos las entradas y el tipo nos hizo señas para que avanzáramos a través de una cortina. Esto como que es un cine porno barato. Y sí, efectivamente, cuando entramos, en una pantalla de un par de metros cuadrados un chino le acariciaba las tetas a una chica joven. Mi amigo explotó en una risa. En una esquina de la imagen estaba la dirección de una página web.
Buscamos donde sentarnos mientras el tipo le pellizcaba los pezones a la chinita. Cuando por fin nos sentamos el plano se abrió para que el tipo le acariciara el coño a la chica que estaba en bragas con las piernas bien abiertas. Alguien carraspeó y soltó un escupitajo.
Un tipo caminó hasta una caseta junto a la pantalla y apagó el video. Pantalla azul. Poco después comenzó un nuevo video. Algunos asistentes se levantaron y salieron de la sala. Una película donde dos jóvenes chinos le sacaban brillo a un Ferrari.
Esto no promete mucho, ¿nos vamos? ¿Ya viste cómo son los cines chinos? Pues sí, cojonudísimos, son la puta hostia. It's one of the most beatifull places that I have ever been in my whole fucking life.
WORK IN PROGRESS
lunes, 17 de septiembre de 2007
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