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viernes, 22 de mayo de 2009

la fama, o es venerea, o no es fama (continuacion)

Tiempo de despedidas y buenos deseos. Primero, con un buen amigo publicista (acabó en apretón de manos y promesa de volver a vernos antes de irme). Segundo, con un amigo músico (acabó en apretón de manos y promesa de volver a vernos antes de irme). Tercero, con mi amor recurrente (acabó en beso largo). Cuarto, con un buen amigo periodista (acabó en mensaje al móvil: gracias por la invitación, muy buena la cantautora cubana, dulce voz, dulces canciones, dominio de escena, huí por la turba, preferí la tranquilidad de un hotel) y otra vez con mi amor recurrente (acabó en sexo duro, en una habitación con dos literas, pasando de una cama a otra según las posiciones; quiso follar cuatro veces, no me dejó dormir). Quinto, con la de Castelldefels (acabó en episodio de impotencia). Sexto, con una excolega veinteañera en un trabajo de ferries (acabó en muchos abrazos y un beso, con un momentito de lengua, ella haciéndose la ofendida, pero riéndose, fuiste tú quien abrió la boca, me defendí yo). Séptimo, con un amigo venezolano bien pensante y su mujer recién parida (acabó en buenos deseos mutuos) y al rato, con la de Castelldefels, que me quiso mostrar a sus amigos, digo mostrar a mí, como si fuera una barbie, yo, no ella, a pesar de que es ella la rubia flaca (acabó en mi cama, donde no quiso tener sexo, me dijo que no le venían ganas, que ya esto lo hemos hablado). Octavo, con mi amor recurrente, que me traía parte de las películas (acabó en polvo rápido, corriéndome sin esperarla, en mi habitación, y promesa de volver a vernos antes de irme). Noveno, cita con la enfermera, para el viernes.

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Mitos: MUERTE DE VERSACE
En el número 1116 de la avenida Art Decó, en Miami, el diseñador Gianni Versace fue muerto cuando se disponía a entrar en su vivienda.
El asesino disparó a sangre fría dos veces sobre el modisto. Las balas fracturaron la hipófisis mastoidea del temporal derecho, hundiéndose a continuación en la masa cerebral. En su trayectoria, los proyectiles desgarraron una parte de la corteza auditiva del gigante de la moda; causaron graves daños en el área somatosensorial, atravesaron la corteza primaria, y acabaron alojadas junto al parietal izquierdo, después de dejar sin vida a la celebridad.
Al momento de morir, Versace lucía una camiseta manga corta de algodón negro (precio aconsejado 108 €); pantalones de línea clásica (tallas del 50 al 54); botines de cuero (ref. vermsho-dsu3224-dubmc-d41ebY-neropelle), y ropa interior de material sintético (consulte el catálogo en www.versace.com).

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Décimo, otra vez mi amigo publicista y una desconocida (acabó en apretón de manos y promesa de volver a vernos antes de irme, y con las desconocidas tetas rozando mi mano, la que sostenía la cerveza, y mi amigo publicista diciéndome que me dejaba con la chica, muy simpática; yo respondiéndole que simpática sí, pero un poco gilipollas; bueno, tampoco lo pidas todo; es verdad, si me voy a poner exigente ya me puedo ir arrancando para la casa; la chica que vuelve, las tetas que siguen rozando mi mano, mientras le digo que no uso drogas, nada, que nunca he usado, lo más fuerte que he probado es la marihuana; ¿de verdad?; de verdad; tendrías que probar el éxtasis, con el éxtasis el roce de un dedo en el cuello --ejemplificando, su dedo en mi cuello--, te hace sentir enamorado, aunque al día siguiente te des cuenta de que todo ha sido una puta mierda; ¿y no te malacostumbras?, digo, después, ¿no te parece aburrido follar sin usar éxtasis?; no; tus besos sin éxtasis, ¿cómo son?; ¿me estás pidiendo que te de un beso?; puede ser, sí; yo te puedo comer la boca ahora mismo, y me gustaría, pero hoy no vamos a echar un polvo, tengo la regla, aunque eso no me importa, pero ayer me dejaron muy dolida; ¿sexo duro, por detrás y por delante?; no, con los dedos; a mí me da igual si no follamos, si quieres comerme la boca y no follar yo no tengo ningún problema; ¿estás seguro?, ¿no prefieres buscarte a otra pava?; no, prefiero un beso tuyo, no me importa que no follemos, de verdad, hoy mismo dormí con una chica que no quiso tener sexo, toda la noche juntos y nada; ¿de verdad?, ¿y los toqueteos?; yo comencé a toquetear, pero ella me dijo que no estaba de ánimo; algo malo le tienes que haber hecho; ¡qué va!, soy sudaca, ¿no ves?, me toca ser caballeroso, es una chica dura, no por el sexo, que ya hemos follado, sino de personalidad, es complicada, pero bueno, probamos lo del beso sin éxtasis, ¿no?; vale, pero hoy no vamos a follar, ¿cuándo me dijiste que te ibas?; el lunes; ¿el próximo lunes?; sí, en una semana; ¿eso quiere decir que para echar un quinqui tiene que ser esta semana?; o en París; ¿te sirve el jueves o el viernes?; el jueves, el viernes lo tengo ocupado; ya te mandaré un mail, pero hoy sólo besos, ¿vale?; vale; bueno, haz lo que tengas que hacer; cogerla por la cintura, y acariciarle la espalda, y lamerle un poco el cuello, la oreja, mientras ella movía su cuerpo contra el mío, la pelvis, apretando mi polla, después las bocas, las lenguas; eres buena con esto, bastante buena; tú también; volvió a los besos; veintidós, veintidós besos y veintidós años, con experiencia de cincuenta; con una mano seguí el sujetador, desde la espalda, por el lado de adentro, lentamente, hasta que llegué al pezón, lo acaricié, y sentí la mirada del barman, demasiada luz, muy a la vista; deberíamos irnos a otro sitio; yo afuera no voy; ¿por qué?; porque no, porque vamos a acabar follando; ¿por qué lo dices?; porque sí, porque lo sé; ¿y si nos vamos para allá atrás?; vale, yo te sigo; me metí entre la gente y, cuando llegué, Orfeo cumplidor, me giré y había desaparecido, por ningún sitio, nada, se fue, ganas de joder. La Eurídice extasiada se llevó mi correo electrónico pero no creo que aparezca; al carajo, que se quede en el Averno).
Undécimo, otra vez con mi amor recurrente (empezó en atracón de comida mexicana y acabó en un banco del parque detrás del monasterio de San Cugat, riéndonos, burlándonos uno del otro, y con promesa de volver a vernos antes de que me vaya). Duodécimo, con mi amigo publicista, mi amigo periodista, y otro buen amigo escritor tránsfugo al catalán, cazador de premios con subsidios, gloria de ateneos y ayuntamientos comarcales, que presentaba su último premio, en formato libro, en el Ateneo Barcelonés (acabó en muy buenos deseos y promesa de volver a vernos, uno a uno, o todos juntos, en París). Décimo tercero, conmigo mismo (pasé el día fotografiando Barcelona, tenía años sin hacerlo, acabó en promesa de seguir viéndonos, antes y después de irme, quién sabe). Décimo cuarto, con la enfermera (acabó en abrazos y buenos deseos, no quiso besos; está enrollada con un policía, claro, era eso, el policía). Décimo quinto, con mi ex (acabó en reunión con su nuevo grupo de amigos, pianistas, uno de ellos su actual rollete, que tiene novia, él, y estaba allí, ella, violinista, supongo que al tipo le gustan las cuerdas frotadas; acabó en abracito, frente al edificio donde vivo, y en buenos deseos). Décimo sexto, con mi amor recurrente (acabó, después de un orgasmo compartido en mi habitación embalada, en muchos te quiero y me harás falta y ojala algún día, quien sabe si…


FIN

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