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lunes, 30 de abril de 2007

guia de barcelona para sociopatas (fragmento)

Ocurre que Slavko siempre ha ido de irreverente por la vida, por eso le decíamos negrito de mierda y Slavko Sucio cuando estábamos en V., donde, para hacerse el irreverente, Slavko se dedicaba a publicar cuentos políticamente incorrectos. Por ejemplo, sacó uno en el principal diario del país, un cuento protagonizado por el muñón de la pata de un perro que se veía obligado a sodomizar diariamente a su amo. Éste era el tipo de material que publicaba Slavko, por eso le decíamos negrito de mierda y Slavko Sucio y cosas así. Todo con mucho cariño, siempre.
En aquella época yo también iba de irreverente por el mundo. Disfrutaba ridiculizando a la gente en fiestas y reuniones; me hacía el gracioso. También publicaba cuentos políticamente incorrectos (he puesto algunos en esta guía, como ejemplos), de manera que, no recuerdo quién, nos bautizó como la Escuela de Valencia.
Slavko dice que me conoció en la academia de música Echeverría Lozano, la única en la ciudad que otorgaba títulos reconocidos oficialmente. Ambos estudiábamos violín con el profesor Zinkevich. El profesor Zinkevich era un inmigrante alemán, gordo y rojo, que se incrustaba el violín en el cuello con el mismo arte que empleaba para atender en su ferretería de M. El profesor Zinkevich tenía dos métodos pedagógicos. El primero: insultar a los alumnos hasta que abandonaran el estudio del instrumento. Ése fue el método que siguió con Slavko. El segundo: resaltarle al alumno la necesidad de comprar anteojos y de utilizar el pie derecho para marcar el tiempo de la música, que para eso están los pies. Con ese método me formó a mí, durante medio año, porque en las vacaciones anteriores a mi segundo curso murió Zinkevich (afortunadamente, para Slavko) y la escuela oficial de música de la ciudad (la segunda población del país) se quedó sin profesor de violín durante, más o menos, tres años, así que dejé la Echeverría Lozano, siguiendo el ejemplo de Slavko, que está seguro de haberme conocido allí.
Yo recuerdo haber conocido a Slavko varios años después, cuando consiguió cierto renombre después de ganar un premio literario casi importante con un libro que escribió antes de ser políticamente incorrecto. Sabía de él porque estudiaba medicina con una amiga de mi hermana, una iluminada que formaba parte de un grupo de «carismáticos». Los «carismáticos» eran una secta admitida por el catolicismo oficial que decían tener el don de lengua y el poder de curación por imposición de manos, además de otras milagrosas sintomatologías.
A partir de entonces Slavko y yo, la Escuela de Valencia en pleno, hemos mantenido una larga, fructífera y curiosa amistad que cumple ya más de diez años. Los frutos de la amistad son los siguientes: Slavko impulsó mi trayectoria literaria en V. proponiéndome en encuentros de escritores y dejándome información sobre los concursos literarios; y yo le he redactado documentos jurídicos ahorrándole los gastos de abogado, le he prestado el sofá/cama, ahorrándole el hotel, y le he prometido tramitar el pago de las matrículas y otros menesteres relacionados con su grado de doctor, ahorrándole el viaje.

chengdu: azul trabajo, rojo suerte



guia de barcelona para sociopatas (fragmento)

Con el cuarto y último punto del orden del día no se resolvió nada, ni se llegó a ningún acuerdo, sino justo lo contrario, se armó el pedo atávico de España aunque era Navidad y Paz y Felicidad para todos los hombres de buena voluntad y esas pendejadas:
— Franco se cargó a más de un millón de personas, madre, es un genocida.
—¿Y los anarquistas? ¿Cuántos curas mataron los anarquistas?
—Pues porque los curas eran unos degenerados.
—Y la gente que mató Franco era un puñado de terroristas.
—Eso no es verdad y tú lo sabes, había mucha gente valiosa.
—Pero todos rojos.
—¿Y los otros, los de la falange? Ésos eran unos nazis.
—No sé si eran nazis, pero este país era un caos, y si no fuera por Franco…
—¡Cómo vas a decir eso madre! Ese hombre era un asesino, un psicópata, ha sido la vergüenza de España…
—¿Y entonces qué? ¿Estaríamos mejor con los comunistas?
—Quién sabe.
—Pues seguro que no… me gustaría verte viviendo con los comunistas… a ti, sobre todo.
—Pues lo que sea, ese hombre era un genocida, y tendría que haber muerto en la cárcel, y no en una cama, como murió.
Etc.

domingo, 29 de abril de 2007

chengdu yuyu art




Guia de Barcelona para sociopatas (fragmento)

H. mandó el orden del día al carajo cuando le preguntó a B. qué tal te fue anoche, bien, sobre todo en la discoteca, después de que se fue (no recuerdo el nombre del novio) y llegó (no recuerdo el nombre de éste, tampoco)… me estuvo hablando tan cerca, madre, que no sé cómo me contuve.
—Pero eso no está bien, y, ¿cómo queda el pobre (no recuerdo, el novio)?
—Madre, pero, ¿y qué quieres que haga?, si (no recuerdo No 1, el que no es el novio) se me ponía tan cerca… ¿qué hace una?
—Que deberías aclarar tu situación con (no recuerdo No 2, el novio).
—¿Pero y qué voy a hacer?, yo a No 2 lo quiero, pero ya no estoy enamorada…
—Es que el pobre No 2 es tan… tan formal, que da sueño, el pobre —H., aclarándonos.
—Ah.
—Además, el pobre es tan atento…
—Es un agobio… No 2 es un verdadero agobio.
—No hables así de él.
—Pero es que es un agobio, madre, tú misma lo has dicho.
—Bueno ya, ven para que conozcas al chico del que te hablé y…
—Antonia.
—Hola ¿cómo estáis?… madre, ¿y la abuelita no iba a venir?
—Es verdad, ya tendría que haber llegado.

Se modificó el tercer punto del orden del día para que B. pudiera intervenir: la equitación.
Se resolvió que el ecuestre es un deporte caro, cosa que a H. la deja indiferente, porque todo lo paga el padre de B. Se destacó la enorme variedad de equinos, y se habló de algunas especies curiosas. B. tiene dos caballos, uno viejo y otro joven; y aunque las virtudes del segundo como caballo de salto son mayores que las del primero, B. prefiere a éste porque, con el tiempo, ha desarrollado una compenetración que no siente con el otro animal. B., inteligentemente, presta a las bestias una fidelidad que no merecen los hombres.

martes, 24 de abril de 2007

domingo, 8 de abril de 2007

conversion de un amigo




guia de barcelona para sociopatas (fragmento)

El señor E. (54 años) se acercó y me pidió que lo acompañara. Caminé detrás del señor E. por un pasillo largo y lleno de oficinas sin nombre. Entré al despacho (alquilado por horas) del señor E. Dejé el abrigo en una silla (alquilada por horas) del señor E. Nos sentamos, y el señor E. (alquilado por horas). simuló leer la hojita que yo había llenado.
—Bueno… ¿tienes experiencia en ventas?
—En seguros, y en el ramo de inmuebles estuve trabajando más de tres años como intermediario, captando y buscando compradores.
—Ya… vale. ¿Y cómo estás con los idiomas?
—Tengo algunos cursos, los leo sin problemas, el francés lo hablo bien, el inglés lo entiendo y lo hablo aunque hay algunos acentos que me cuestan… el italiano bien y el portugués…
—No no no, esos no sirven para nada.
—Ah, claro… ¿El catalán?
—No, el español, el castellano.
—¿Cómo?
—El castellano.
—¿¿El castellano?! Ésa es mi lengua materna, creo…
—Es que como vienes de Sudamérica, pensé que podíais estar… cerrados, digo, ¿no?
—¿¿Cerrados??
—Si… las palabras, no son iguales ¿o sí?
—Bueno, en vez de decir coche decimos carro, y cuando algo está a tres manzanas de distancia decimos que está a tres cuadras, como si en vez de gusanos fueran mulas quienes llenan las ciudades… pero fuera de eso, no se me ocurre más nada.
—Vale. Bueno, el trabajo es para vender extintores. Esos que están allí.
—¡¿No es para vender inmuebles?!
—No, son extintores.
—¡¿Extinguidores?
—Sí, extintores.
—¿Y se venden?
—¿Cómo?
—¿Se venden? Yo nunca he conocido a nadie que haya comprado un extinguidor.
—Extintor… claro que se venden… y muy bien… yo vivo de eso, y te puedo decir que me va muy bien.
—Ah…
—Voy a describirte el trabajo:
es en la calle donde se prueba la habilidad del vendedor
una persona puede tener muy buena apariencia pero no vender nada
y al contrario, han llegado algunos con cara de poca cosa y después resulta que venden cantidad
por eso yo no desecho a nadie
porque es en la calle donde se prueba la habilidad del vendedor
no importa la cara del que vende
porque uno siempre se puede llevar sorpresas «con eso»
y una cara bonita no garantiza nada
mientras que el más feo quizá es el que mejor vende
y por eso vale más no desechar a nadie.
de manera que hay que salir a la calle para demostrar cuánto vale uno como vendedor
algo que no se puede saber simplemente mirándole la cara a la gente
porque tener buena presencia no garantiza…
—Ya entiendo ya. Ya entendí la idea. Ya.

—(… )
—(… )
—(… )
—Lo de la cara es verdad…
—¿Qué?
—Lo de la cara… usted, por ejemplo, tiene cara de taxista, más que de vendedor de extinguidores, aunque como nunca he visto a un vendedor de extinguidores no puedo decir qué cara tienen… de taxistas, supongo, viéndolo a usted.
—¡!
—Usted me recuerda a un tipo que conocí en V. Era supervisor de seguros. Nos estaba dando un curso a los que íbamos a trabajar como corredores (en castellano, vendedores) de seguros. Yo me inscribí porque necesitaba plata (dinero) para comprarme un carro (coche), quería un Jeep descapotado (un rústico sin techo). El carro (coche) que mi papá me dio un mes antes, cuando cumplí dieciocho años, acabó en una chivera (desguace) porque me clavé (choqué) contra la isla (separación) de una autopista (autovía).
—¿?
—Éste que le digo se llamaba E., me parece, como usted, y también era un poco corto de luces…
—¡?!
—Lo gracioso es que el tipo creía que los tontos eran los demás… supongo que a usted le pasa lo mismo… por ejemplo, una vez el capullo estaba explicando la póliza de incendios y cuando entró al tema de los incendios provocados le pregunté si la póliza cubría los daños causados por el fuego iniciado por el asegurado intencionalmente en un edificio vecino, que se propagó hasta su propia vivienda a pesar de que el tipo trató de detener el fuego pero no pudo… después de mi pregunta E. puso cara de «¿Y a ti qué coño te pasa, no ves que me estás haciendo perder el tiempo?»… exactamente la misma cara que tiene usted ahorita… pero a mí no me importaba, porque son ustedes los que le hacen perder el tiempo a la gente… para eso son vendedores, ¿no?
—Disculpa, pero no te entiendo.
—Claro, es que el español no se me da bien, en realidad prefiero hablar en maquiritare, que es la lengua madre de los que vivimos en el Amazonas… Estuve tres meses vendiendo seguros… cuando reuní el dinero para comprar un Jeep hecho mierda, del año 74, mandé a E. y a sus seguros al carajo…
—Discúlpame, pero tengo que salir a hacer unas visitas.
—E. decía que había dos situaciones en las que sudaba mucho… dando clases y tirando (follando)… no tiene idea de lo repugnante que era imaginar a E. follando. Sería como verlo a usted en pelotas…
—Tengo que salir de la oficina.
—¿Se te acabaron las dos horas que pagaste de alquiler?
—(… )
—También había otro personaje, allí en la compañía de seguros, un tipo enano que había sido jockey…

miércoles, 4 de abril de 2007