WORK IN PROGRESS

jueves, 31 de enero de 2008

india: jaisalmer






martes, 29 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

La crisis le dio en Jodhpur, después de que visitáramos el castillo y una niña, creo que intocablemente hija de dios, le rasguñara el brazo por no darle dinero. Que todo era muy feo, me dijo, llorando, en el hotel, y yo le respondí que el castillo estaba de puta madre, que nunca se me hubiera ocurrido encontrar una vaina así al borde del desierto, que parecía sacado de una película de ciencia ficción, con las filigranas de piedra, que... Nada, no había manera, decía que no tenía sentido viajar tanto, haberse gastado tanta pasta en el pasaje, para llegar a unas ciudades tan feas. ¡Joder, pero si allí está la gracia!, insistía yo, en ver cómo vive esta gente en realidad. ¿Cómo viven?, en la pobreza, ya lo ves, ¿había que gastarse todo ese dinero para saberlo? Coño, pero es que no es sólo eso, el chiste es intentar ver más allá... ¿Más allá de qué, si ni siquiera te pones a hablar con ellos? Y bueno, esto era verdad, soy poco dado a hablar pendejadas con la gente, tampoco viajando; a veces sí, pero no normalmente. No sé, para mí, ya las imágenes del castillo y la ciudad, con las casas azules, y después, el mausoleo de mármol, las tumbas de los reyes, el atardecer, allí, ya pagan el viaje. Pues para mí no. Fin del argumento.

*

Chateando con mi hermana apareció, no sé cómo, un tipo que calza perfecto en mi novelita del robo con allanamiento: mandaba bombas por correo para publicar, en la prensa, sus manifiestos. Por desgracia, era mejor fabricante de explosivos que de pensamientos, sus escritos son una sarta de disparates, sus bombas, no tanto. ¿Por qué, buen hombre, antes de empezar con tus acciones, no tomaste un cursito de letras, o de historia, o de filosofía? Porque, me respondería, para hacer burradas se necesita un buen corazón, no un espíritu despierto.

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A mi compañera de piso española, la pequeña, la fiscal de menores, no le gustó China. Estuvo en verano y encontró a lo chinos poco interesantes, guarros, y bastante maleducados. La arquitectura no le pareció nada del otro mundo, y ni siquiera la Ciudad Prohibida o la Gran Muralla le llamaron la atención. Sólo tiene buenos recuerdos de los Guerreros de Xian. Las ciudades las encontró feas, la gente le olió mal, por no decir nada de los escupitajos. Con sus amigas participó en un rafting, de tres días, una mierda. Nunca le había atraído la cultura china y no tenía ninguna ilusión de ir allí. Fue porque había quedado en pasar las vacaciones con ellas pero, la verdad, hubiera sido mejor irse a otro lado. Hubiera sido mejor irse a otro lado, la verdad.

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Asusta no la fragilidad del techo, sino la soledad. El puto instinto gregario, soplándote detrás de la oreja, cuando tratas de dormir. Preguntándote, en susurros, qué vas a hacer si te enfermas, dónde piensas estar, cuando viejo. Cierras los ojos y te imaginas cosas que te den sueño. Nosferatus reposando, por ejemplo. Pero no, la vocecita sigue detrás preguntándote. La una, las dos, las tres de la madrugada, hasta que por fin, cansada, se calla, y entonces puedes dormir.

jodhpur







domingo, 27 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

Eso de dejarme con el culo al aire lo haces, ahora lo entiendo, por mi propio interés. Quien ofrece grandes cosas quiere que se las devuelvan aún mayores. De este modo me liberas, generosa y gentilmente, de todo compromiso. Aunque sí, tengo una obligación: ignorarte. Es el único modo que encuentro, honestamente, de devolverte el favor.

*

Y bueno, tampoco joder tanto, con lo de mi ex, que además está por cumplir años. Que se pusiera graciosa con la pasta era previsible, no es culpa suya, le venía de atrás. Por otro lado, estaba convencida de que yo la explotaba, porque ingresaba bastante más que yo, en la cuenta común. Tampoco fue todo tan jodido, hubo buenos ratos, sobre todo viajando. El último viaje, a la India, por ejemplo, estuvo muy bien. Al principio jodido, pero no entre nosotros, sino por el shock cultural.
Llegamos a Delhi y, para hacerme el exótico, le pedí al taxista que nos llevara a la ciudad vieja, a un hotelito que recomendaba la guía.
Después de muchísimas calles y muy pocos postes de alumbrado público entramos a un sitio que parecía un círculo de Dante, de los de abajo. El de la gula, supongo, donde todos pasan hambre, creo, ahora no me acuerdo, y no me pienso poner a buscar. Edificios ruinosos, como las fotos de Alemania después de los bombardeos norteamericanos, y en las calles los cuerpos medio desnudos, dormidos, que parecían muertos, tirados por el suelo.
El hotel, siguiendo la línea, era, en la recepción, muchos indios apretados mirando una televisión pequeña en blanco y negro, uno de ellos dándonos una llave de mala gana, porque era más de medianoche y claro, a esta hora, llegar, eran ganas de joder.
Dentro de la habitación una máquina gigante, se supone que un aire acondicionado, ocupando la mitad del espacio. Un ventilador enorme, dentro de una caja metálica, que hacía pasar el aire por unas pajas mojadas, con un estruendo tan decimonónico que lo tuvimos que apagar. Creo que ese cacharro recogía, además de mucho polvo, una buena parte de las enseñanzas de Ghandi, sus postulados económicos, como mínimo. Las paredes manchadas de escupitajos rojizos; la cama ocupada por una gran familia de insectos; el baño, un agujero al que no quise acercarme, adornado de mierda por todos lados.

*

En la mañana la calle, no se cómo, se volvió su opuesto, en materia de vitalidad, digo. Desde la terraza común para todas las habitaciones de este lado del edificio (podrían haber entrado en la nuestra, sin ningún problema, durante la noche), después de saludar a un tipo que se cepillaba los dientes con más parsimonia que pasta dental, me entretuve mirando cabezas. Cabezas y cajas y tomates y vacas y cacharros plásticos y carretillas de basura y carretillas de limones y carretillas de cemento y carretillas de cajas de refresco y más cabezas y más vacas y algunos perros y todo seguía calle arriba y calle abajo y parecía que aquel mercadillo no se acababa nunca, como si lo atravesara, apurado pero inútil, un mensaje imperial. Mi ex salió, creo que estaba acojonada. Aquello no se parecía a la India mística de los brahmanes etéreos que enseñan por televisión. Yo estaba feliz, claro, mirando aquel pedo, con la sensación de plenitud pendeja que me entra cuando, viajando, llego a un sitio que nunca imaginé pisar. Ella se asomó a la terraza, junto a mí, sin saludar al hombre de la parsimonia dentrífica. Le dije, para tranquilizarla, que íbamos a buscar otro hotel, en la zona de los turistas. Algún sitio que tuviera un baño donde, por lo menos, se pudiera cagar. Esto no le quitó el miedo, claro, pero le dio alguna esperanza, supongo, de sobrevivir el mes y medio que duraría el viaje.

india: old delhi






jueves, 24 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

Me contó que durante un tiempo estuvo saliendo con un tipo que trabajaba como relaciones públicas de una revista para hombres, un argentino que sobrevivía haciendo gitanerías, metiéndose en todos los trapicheos que le pasaban por delante. El tipo la introdujo en el mundo del intercambio de parejas y las orgías. Me contó que su primera experiencia fue con un matrimonio amigo del argentino. Organizaron una cena y después alcohol, porros, todo de muy buen rollo, muy relajado. Dice que estaba un poco colocada por la marihuana, en un sofá, cuando sintió que comenzaban a desnudarla. Al principio se sintió un poco cortada, al notar que tres bocas le besaban el cuerpo, pero luego se dejó ir. Lo que más recuerda es lo bien que se la pasó con los besos de la chica. Me dijo que sólo una mujer podía saber cómo dar el máximo placer a otra. Además, esta chica, cada vez que podía, se lanzaba sobre su "figa", le gustaba mucho su olor y su sabor, decía. Entre los dos hombres no se tocaban, me respondió, y por su parte tardó en decidirse a lamer a la chica, y sí, le gustó, me dijo que no le costaría mucho tener una relación lesbiana seria.
Esta pareja, la de los intercambios, tenía historias curiosas. La chica, que durante el día era un correcto ejemplar de la pequeña burguesía catalana, hija de los dueños de una cadena de pastelerías, en la noche se transformaba poniéndose una peluca de pelo corto negro. La chica de la peluca no era especialmente guapa, pero tenía su atractivo, era muy sensual, según parece. Una vez, en una discoteca, ella, el argentino, y el marido de la peluca, cansados, decidieron regresar a casa. La peluca quería más marcha, así que decidió quedarse otro rato en la discoteca. Hacia las cinco de la mañana ellos seguían esperándola. Por fin, apareció un taxi. La peluca bajó, abrió la puerta del chofer, se arrodilló, y comenzó a darle una mamada al taxista, allí, en el medio de la calle. El marido de la peluca saltó diciendo “¡Miradla, menuda furcia, qué guarra!”, estaba feliz. Me dijo que ella eso no lo haría, mamársela así a un completo desconocido.
Después de un tiempo se acabó el juego, ella y el marido de la peluca comenzaron a gustarse, quizá se enamoró de él, y claro, en estas cosas la principal regla es que no haya sentimientos de por medio, sólo deseo sexual, me dijo. Del argentino se alejó luego, le dio miedo quedarse enganchada en este ambiente, no me dijo por qué.

sin titulo: fragmento

Juego: coger de las manos del chamán un puñado de hojas de coca, guardarlas en el gorro frigio. Mascarlas, poco a poco. En un patio de tierra entre las casas, formando un círculo cerrado, hacer sonar las flautas de pan, las ocarinas y los tambores, así como salga, sin mucho orden ni concierto; de vez en cuando, dar media vuelta y cambiar el sentido del círculo. Seguir con la historia, ahora en fila india, por los caminos que atraviesan los campos. Sentarse a descansar, y a mascar hojas de coca. Seguir por los caminos, ahora en doble fila. Entrar al pueblo, llegar hasta la iglesia, cruzar la plaza. De pronto, encontrarse con otro grupo que viene haciendo lo mismo, exactamente igual, pero en dirección contraria. Comparar los cantos; mirarse las ropas; gritar, alguien, anónimo, entre la turba, un insulto; soltar tambores, flautas, ocarinas, y lanzarse piedras y palos; gritar consignas; irse a las manos; usar armas blancas; gritar consignas; usar armas de fuego; gritar consignas; invadir, saquear; autoproclamarse pueblo; violar a las mujeres y a las hijas; incendiar aldeas; gritar consignas; autoproclamarse pueblo; arrasarlo todo; gritar consignas; degollar a los vecinos; autoproclamarse pueblo; exterminarse; gritar consignas; autoproclamarse pueblo; cantar himnos; arrasarlo todo; llamarse Revolución.

Juego: mirar el tamaño del planeta Venus, como estrella, usarla para adivinar el futuro; si está grande, habrá una buena cosecha; pequeña, mala. ¿Ignorantes, supersticiosos? Ignorante tú, ¿no sabes que, en esta época, Venus refleja la humedad de la selva, anunciando las lluvias que caerán ese año? No, no lo sabes, seguro que no. Yo tampoco.

versalle: estacion de tren





domingo, 20 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

Quieres que un astuto ladrón se lleve el dinero de las cuentas bancarias, o que un incendio provocado acabe con tu departamento, o que aparezca un acreedor reclamando una deuda causada por otro, o que ese otro consiga que te echen de tu empleo, o que, simplemente, con un camión de mudanza, alguien vacíe tu piso. Pero no, usando un par de maletas me he llevado algo de ropa donde los argentinos, he dejado todo lo demás, incluso los discos que vinieron conmigo del otro lado del océano. Tus bienes, esos por los que tanto te preocupas, son los únicos que, en realidad, no tienes. Ellos te poseen a ti, no tú a ellos.


Juego: se pone la cámara torcida, de lado, en una habitación sucia con iluminación artificial. El estudio de un artista plástico, parece, aunque no hay ninguna pintura. En el medio del encuadre (horizontalmente, porque la cámara está torcida), un tipo saca de un violín, a intervalos regulares, el mismo acorde durante 55'54'', sin variaciones. En la pantalla previa al video se dice que la afinación reproduce las letras D E A y D, y la obra los meandros del espíritu y de la utilización del cuerpo para difundir este mensaje fúnebre y no sé qué chorradas más (el mérito es de los críticos que, para ganarse el pan o buscar favores o hacerse los inteligentes o yo qué sé, son capaces de sacar piedras del agua, perdón, agua de las piedras, o algo así). Para comprobar que el tipo hace la misma vaina durante casi una hora, y no morir de aburrimiento, se leen las noticias descargadas en el ordenador de bolsillo; un paquete de medidas del gobierno norteamericano para paliar una amenazante recesión; un operativo antiterrorista en Barcelona, con más de veinte detenidos, islamistas; un nuevo record de temperaturas en Buenos Aires, las más altas registradas en toda su historia. Y atrás, el tipo dándole al violincito una y otra vez, el mismo acorde, siempre. Un poco estúpidamente paranoide, todo esto, la verdad.


Juego: se extienden las cartas o las cerillas o lo que sea en una superficie, no importa el número ni la disposición, aunque siempre en filas descendentes. Cada contrincante retira una o varias cartas o cerillas o lo que sea, siempre de la misma fila y cercanas a él. Pierde quien tenga que retirar la última carta o cerilla o lo que sea. Y quien gana, pierde a su mujer.

versalles: mas gente




sin titulo: fragmento

10:42 h. La de Castelldefels le dice al sujeto que estuvo intentando leer su blog pero no pudo, no le gustó, lo dejó, ¿qué sentido tiene hablar de su vida, así, tan directamente?, ¿para qué sirve?, ¿a quién le puede interesar?, si fuera un tipo importante todavía, ¿pero él? El sujeto se ríe, dice que le gusta oírla comentar que no le interesa una mierda lo que él escribe. La de Castelldefels pregunta por qué. El sujeto responde que le parece de puta madre que sea tan sincera.

10:46 h. El sujeto observa unas manchitas blancas en los pies de la de Castelldefels y le pregunta qué son. La de Castelldefels responde que es vitíligo. El sujeto comenta que en el Amazonas venezolano había mucho, y no se sabe cómo se transmite. La de Castelldefels, pensativa, comenta “ahora que lo dices, tuve un rollo con un tipo que vivió mucho tiempo en el Amazonas de Brasil”. El sujeto piensa en los condones, se lamenta.

10:50 h. El sujeto le pide la ducha a la de Castelldefels, para no ir donde el médico oliendo a sexo.

13:37 h. El sujeto camina apurado por la calle Balmes, mira el reloj y nota que llegará tarde.

13:52 h. El sujeto encuentra una cola de tres personas.

14:16 h. El sujeto da el nombre del urólogo con quien tenía la cita a las 13:45 h. La enfermera revisa qué dice del sujeto la base de datos de la mutua, anota no sé qué, y le pide al sujeto que por favor se siente hasta que lo llamen.

14:23 h. La enfermera llama al sujeto y le indica por dónde tiene que pasar.

14:24 h. El médico y el sujeto se dan la mano, el sujeto se sienta, el médico le pregunta al sujeto qué le trae por aquí, el sujeto responde que es algo sencillo, que tiene demasiado prepucio y eso hace que se le salgan los condones, y que como acaba de separarse y comienza a diversificar su vida sexual ha pensado que tiene que circuncidarse para poder usar preservativos. El médico comenta vamos a ver cómo está eso.

14:30 h. El sujeto se sienta en una silla especial con los pantalones en las rodillas. El médico mueve el pene del sujeto, lo descapulla, comenta algo sobre el frenillo y acaba diciendo que sí, hay que cortar.

14:39 h. El médico llena una solicitud para los exámenes de sangre y le dice al sujeto que después de la operación tendrá que pasar un mes sin ningún tipo de actividad sexual, y que los puntos se le caerán solos.

14:42 h. El sujeto sale del consultorio pensando que tendría que haberse hecho esa operación mientras estuvo casado, cuando casi no tenía sexo. Escribe un mensaje en el teléfono móvil: cuando me corten el pito estare un mes sin follar. hijos de puta; y se lo envía a su amor recurrente.

versalles: gente



viernes, 18 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

Y aquí vuelve el turno, no sé por qué, de la novelita del robo con allanamiento, ¡oh hermanos, amigos!

Nuestro héroe, el disminuido, pasó su jornada laboral pensando en el robo, como es natural, intentando descubrir qué haría, ahora, con los lienzos robados.

Eso decía la novelita y, la verdad, me importa un carajo. Si pasaba o no pasaba las horas pensando en el robo, en los tres días que trabajé en el museo, no es pedo de esta novela, o sí, no me importa. Por supuesto que la idea del robo era buena, así como la he descrito, y además perfectamente practicable pero, ¿de dónde sacar los cojones para entrar, de verdad, por aquella ventana, en la madrugada? Difícil, claro, porque aunque te hagas el duro, el independiente, el puede con todo, siempre están las referencias familiares amenazándote por la espalda. Hablo de tu madre, sobre todo. ¿Cómo le ibas a explicar que te has hecho meter preso, a propósito, para hacerte famoso, porque no veías otra forma de salir del agujero proletario en el que te habías hundido? Jodido. Muy jodido, jodidísimo. Y entonces, aunque te pasaras el día raskolnikoveando, una mierda, todo se quedaba en fantasías e imaginaciones, en darle vueltas a la cabeza para pasar el rato, preguntándote dónde estaban los lienzos robados, o los originales, si en el sótano del museo, si en las casas de los altos funcionarios, o si, en realidad, más bien, todo era un simpático timo, un gran negocio montado por unos cuantos pilluelos brillantes.

Supongamos, ¡oh atentos lectores!, que el actor, perdón, el autor, el artista, ese tipo que creemos genial, superdotado, es una fabricación de los peces gordos del mercado del arte. Así como los grupos de música pop, pero en la pintura. El pez gordo, el inversionista, patrocina la carrera de un pintorcillo cualquiera con aires de original moviendo los hilos del negocio: galerías, medios de comunicación, jurados y críticos de arte. El pintorcillo, tras el salto a la fama, se tira de cabezas a la autodestrucción, lógicamente, porque eso, se supone, es darse la gran vida. El inversionista, que ya lo había previsto y, de hecho, es lo que esperaba, tiene a un equipo de copistas trabajando en los nuevos originales del pintorcillo destrozado. El inversionista va inyectando las nuevas copias en el mercado con prudencia, para mantener los precios inflados. Sólo en la última fase del negocio (que puede dar beneficios durante muchos años), cuando el pintorcillo pase a mejor vida, se descubre un número insospechado de originales en las casas de familiares y amigos del artista, cómplices, todos, del trabajo subterráneo del inversionista.

A estas alturas, digo, nadie puede creer que un tipo aislado convenza al mundo de su propia genialidad. Si no está el inversionista detrás no hay nada, seguro. Y el inversionista, que no es tonto, no va a dejar su negocio en manos de un drogadicto o, como mínimo, un borracho. Nada, imposible. Porque está claro que, apenas pueda, el pintorcillo comenzará a producir obras a troche y moche para pagarse su vida cada vez más desfachatada. No, el inversionista estará allí para cuidarlo, impidiéndole crear, financiándole una vida imbécil, autodestructiva y parasitaria. Porque el negocio, ya se sabe, es controlar la curva de la oferta y la demanda, regular el precio, manejar el mercado.

versalles: estatuas





miércoles, 16 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

Un club de jazz y un restaurante de carne y un seguro médico privado; una vecina culta y un ordenador portátil y tres o cuatro billetes de avión cada año; y algunos libros, películas, discos y amigos selectos; una mujer de limpieza que venga un par de veces a la semana, para arreglarlo todo, y una chica guapa e inteligente, que quiera pasar el rato. Consígueme todo eso, Rufo, aunque sea en Sudacalandia, y quédate tú con los cruceros de lujo por el Caribe.

Juego: están esos cacharritos sin forma, que representan a dios; también están los cacharritos largos, que representan el trabajo, la cosecha, la riqueza; y por último, están los anillos, que representan la salud. Se meten los cacharritos y los anillos en una bolsa. Se da la bolsa al interesado para que la sacuda. Se vierte el contenido de la bolsa en un plato llano. Se voltea el plato regándose cacharritos y anillos por el suelo. Se estudia la disposición de cacharritos y anillos sobre el suelo. Se razona. Y después de esto, claro, ya se sabe lo que viene.

Juego: se mira todo, siempre, con una curiosidad exagerada. Se mira tanto, que comienzan a brotar ojos por la frente, hacia arriba, primero un par, luego otro, y después otro, y entonces otro más. Se cuenta todo lo visto, siempre, sin parar, se habla, hasta que los labios parecen un pico. Se escucha poco, más bien nada, hasta que las orejas desaparecen y son sustituidas por una barba pajiza. Se queda uno así, creyéndose profeta, adivino, o yo qué sé. Ahora se mira al espejo, ¿miedo?, al menor movimiento, echa a correr.

versalles: arboles








lunes, 14 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

21:27 h. La pareja de argentinos de la 106 quiere saber dónde pueden encontrar agua caliente. El sujeto les pregunta si la quieren para el mate. La pareja de la 106 responde afirmativamente. El sujeto sale del área de la recepción, les pide el termo y se acerca a la pequeña barra que hace años se usó como bar. El sujeto nota que se acabó la garrafa y comenta que usará agua de grifo, que se puede beber, y que de todos modos el mate ya le quitará el sabor al agua. El miembro masculino de la pareja de la 106 dice “sí, no hay problema, está bien”.
21:31 h. El sujeto le pregunta a la pareja de la 106 cómo va el viaje por Europa. La pareja responde que muy bien, que mañana salen a París. El sujeto dice que esa sigue siendo su ciudad preferida, pero que si pueden, si tienen unos días, se acerquen a Estambul, que hay ofertas muy buenas de avión y hotel, y es una ciudad que les gustará mucho, seguro.
21:37 h. La pareja de la 106 y el sujeto recorren Europa con frases. El sujeto dice que ya viene, y entra al mostrador de la recepción porque han llegado los venezolanos del boxeo, de la 209.
21:42 h. Después de entregar la llave 209 el sujeto regresa al agua caliente y al termo, que devuelve a la pareja de la 106. El boxeador de la 209, que se ha quedado abajo, le pregunta al sujeto desde cuando está en España. La pareja de la 106 se despide. El sujeto le responde al boxeador “ocho años”.
21:43 h. El sujeto le pregunta al boxeador de la 209, entre otras cosas, cómo está el tema de la inseguridad en Venezuela, el boxeador responde que hace un año y medio le pegaron un tiro en la cara. “¡¿Cómo?!”. Estaba hablando por el celular, en la avenida Baralt, frente al edificio donde vivía, y le salió un tipo que le dijo “¡Dame el celular!”; el boxeador, interrumpiendo, molesto, su conversación telefónica, le respondió al tipo que no le iba a dar un coño; el tipo le grito que le diera el celular o lo mataba; el boxeador, interrumpiendo otra vez, molesto, su conversación telefónica, le dijo al tipo “mátame pues”; el tipo sacó una pistola, el boxeador no sabe de dónde, y le disparó en la cara. El sujeto dice, “¡coño, y cómo es esto!, ¿qué pasó?, ¿cómo estás aquí?, ¿qué calibre era?”; el boxeador continúa, “una treinta y ocho, pero como disparó a quemarropa la bala no tuvo tiempo de coger velocidad, entró por aquí (señala una cicatriz sobre la boca), me rompió el maxilar, pasó por arriba del paladar y acabó alojándose entre la vértebra segunda y la tercera”; con el disparo el boxeador dice que se cayó al suelo, pero que así y todo se levantó y trató de coger por las piernas al tipo de la pistola; el tipo se soltó y echó a correr; una turba, vecinos del boxeador, corrió detrás del tipo pero no lo cogieron; dos motorizados subieron al boxeador sobre una camioneta y se fueron con él hasta el hospital militar, los motorizados apartaban a los carros mientras la camioneta con el boxeador los seguía, sirviendo de ambulancia; en el hospital militar los dejaron pasar porque el boxeador era sobrino de un general, y llevaba en la cartera una identificación del ejército; mientras lo atendían, el boxeador dijo que estuvo paseándose y escupiendo sangre en una cubeta.
22:04 h. Timbre telefónico. El sujeto regresa a la recepción y recibe una petición de reserva. El sujeto la pasa al libro. El boxeador se despide.

versalles: escaparates






jueves, 10 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

Juego: fabricarse una polla enorme, que nazca bajo el ombligo y llegue a la rodilla. Usarla, usarla un rato, y luego otro, y después seguir usándola, otro rato, hasta que ya no quede más, nada, vacío, sólo eso, por dentro. Luego, dejar que las termitas hagan su trabajo.
Y al final, darse cuenta del paso de los años y de los insectos con una grieta enorme, cojonuda, ostentosa y, según cómo se mire, también ridícula, mostrando todo lo que no hay, adentro.


Juego: convertirse en un hombre de principios, básicamente, dos de ellos. El primero y el segundo. El primero, a la altura del corazón, más o menos. El segundo, muy cerca de los huevos. Ambos principios interconectados, por supuesto. Entonces, desaforadamente, exhibir los principios, gritarlos, escandalosamente, para que todo el mundo sepa que, a pesar de los principios, o gracias a ellos, por dentro se está hueco.

Juego: se sostiene firmemente entre los dientes un hacha o un objeto filoso o punzopenetrante. Se cogen con las dos manos diferentes productos manufacturados, de distintos materiales. Con un movimiento violento se llevan los productos manufacturados a la cara, impactando con el objeto que sostienen los dientes firmemente. Así se puede descubrir, de una forma divertida, la verdadera resistencia de los materiales (hacha, dientes, frascos, labios, cables de televisión, salas de espera, etc.).


Juego: se canta y se baila saltando, mientras se mueve la cabeza rápidamente, de un lado a otro, como negando, y se castañean las muelas, y se hacen garabatos con la cara, pintada de rojo, abriendo cómicamente los ojos, y se enseñan los dientes todo lo posible, abriendo graciosamente la boca. Se sigue durante horas, con la esperanza de ser escogido, en algún momento, por una de las chicas que están paradas al frente, mirando, evaluando seriamente los caretos y los saltos, la gracia y la salud de los candidatos. Y si no se es escogido, bueno, por lo menos se ha pasado el rato.

luxemburgo: ciudad




lunes, 7 de enero de 2008

despropositos a partir de un video casero


http://www.youtube.com/wat ch?v=TdN9fVphAh0

1. ¡Coño ¿Y esto qué es?!

¿Una caravana de señoritos haciendo caridad en caracas? Joder, me recuerda a la película Cándido, de Berlanga, donde un grupo de beatas compite, en Navidad, dándole de cenar cada una a su pordioserito. Creo que es el típico caso de un tiro por la culata, desde el punto de vista publicitario, digo. Creo que el menaje está claro: "nosotros somos chéveres, vivimos bien, somos bonitos, blanquitos, tenemos nuestros super carros, pero también nuestros corazoncitos". No sé, justo lo que la turba chavista necesita para arrecharse. El chavismo me parece una mamarrachada, pero el bien pensantismo anterior es otra. Creo que me hubiera gustado más ver a estos carajos con una pala ayudando a construir casas populares, por ejemplo. Como muchas veces, la intención es muy buena, pero el resultado un desastre.


2. El mensaje

Bueno, yo estoy casi convencido de que por mamonadas como éstas (la actitud que muestra el video) el chavismo ha podido implantarse tan fácilmente en Venezuela. En realidad, el video está muy bueno, como muestra de los errores del sistema prechavista. Por un lado, la actidud de niños despreocupados, de sonrisa pendeja, de los protagonistas; da la impresión de que ese día les dio por ir a repartir regalitos, como también les podría haber dado por ir a dar un paseíto en la lancha tomando whisky con agua de coco (no tengo nada contra ninguna de las dos cosas, sólo hablo de la impresión que me deja el video). Por otro lado, la letra de la música, detrás, me parece sumamente representativa y peligrosa: habla de un gobierno tropical, mientras vemos a los chicos plásticos jugando a ser buenos ese día. Un gobierno tropical así, ¿qué quiere decir?, ¿que nosotros tenemos los privilegios y, cuando nos piquen las ganas, salimos a repartir las cosas viejas, las que ya no nos gustan? Esa, me parece, era la lectura de la realidad que tenían las clases altas venezolanas; y además, lo más simpatico, es que lo asumían con una naturalidad soroprendente. Si en algún momento se acordaban de que las tres cuartas partes de la población estaban (y siguen) jodidas, pues bueno, eso es culpa del gobierno, que no hace nada. Creo que Chávez, a pesar de su mamarrachería bananera, su afán de protagonismo ridículo, su apuesta por el personalismo y la corrupción, su tendencia descarada hacia la dictadura (algo que parecía olvidado en Venezuela) triunfa, básicamente, por atacar la imagen de privilegios que deja este video. Esa doble cara de las clases altas venezolanas que recuerdo (por un lado, hacemos ver que queremos ayudar a los pobres, pero sin ensuciarnos las manos, claro; y por el otro lado, no me toquen mis privilegios, ni cambien de los puestos claves a mi círculo de amigos, ni modifiquen las reglas del juego que me permiten embucharme una buena tajada con algún contrato público) es la que sembró los resentimientos que le abrieron el camino a un personaje de caricatura politica bananera como Chávez.
Hay una novela que habla de los intentos de la aristocracia decadente europea para seguir en el poder y que tiene una frase realmente inteligente: "Hay que cambiarlo todo, para que siga igual". Creo que, en Venezuela, las clases privilegiadas ni siquiera se tomaron la molestia de pensar en hacer uso de esta frase; por eso se les ha ido a la mierda todo tan rápidamente. La payasada chavista estaba cantada (incluso, el sindicalista Velázquez había sido un aviso, o la elección de Caldera por haber justificado, de alguna manera, el golpe), pero el ruido del "jingle chimbo", como dices, Carlos, no los dejó oír la alarma.
Y bueno, abrazos navideños para todos, es verdad, que comenzamos un nuevo año, y aunque esté en el culo del mundo, sigo recordando las fiestas y la playa y la gente y la carne de la Asociación de Ganaderos y el ron y (tengo que decirlo) las lanchas y los partidos de tenis y etc. del Caribe.


3. La aclaratoria

Vale, que el punto no es, para mí, la utilidad o no de la caridad, o lo que hacen o no estos personajes con su tiempo libre, sino el mensaje que transmite el video. Un mensaje que, para mí, está claro, y es el que escribí antes. Y mi opinión es que, precisamente, ese mensaje bien pensante y pendejón, con el que se manejó el tema de la pobreza durante los años prechavez, fue uno de los detonantes del sistema. El pedo, para mí, no es que salgan a hacer (o no) el gilipollas sobre sus coches, sino que creo entender, con manifestaciones como las de este video, que todavía hay una ceguera general, entre las clases mejor educadas, sobre el problema de la pobreza. Esa ceguera, para mí, implica varias ideas:
1. Nosotros somos una cosa y ellos (los pobres) otra.
2. Nosotros hacemos lo que podemos, pero ellos (los pobres) parecen reproducirse como las moscas, por generación espontánea.
3. Si nosotros estuviéramos en el gobierno, ellos (los pobres) no estarían tan jodidos.
Creo que estas tres ideas son erróneas, pero circulan con mucha facilidad entre los supervivientes de la cuarta república.
Quiero decir que no soy chavista, ni nada parecido, que sólo intento resaltar algo que creo importante.
Mientras exista esa noción de dos países, uno chévere y bonito, encerrado en su burbuja de clubes y viajes a Miami, y el otro oscuro, jodido, lleno de malandros, triste y miserable, el chavismo, o cualquier producto sustitutivo, tendrá tierra fértil para crecer.
Esta visión dual del país no es gratuita, viene de un sistema económico que, realmente, funciona a dos velocidades: las burbujas de riqueza, normalmente urbanas, conectadas con el modelo capitalista occidental, y la masa de población que no ha conseguido, o no ha buscado, incorporarse a las burbujas de riqueza. Pero no me quiero poner teórico, ladilloso, ni pedante. Mi intención, cuando solté la bola, era saber si alguien se había dado cuenta del mensaje que vendía el video, de las ideas que están detrás de él. No lo hago por "politizarlo" todo, es simplemente un intento de meter el termómetro en la percepción de la gente que todavía está allá viviendo el grotesco proceso revolucionario. Quizá es que tienda a darle demasiadas vueltas a las cosas, o que por estar acostumbrado a trabajar con mensajes insertos entre líneas (por la literatura y la publicidad) me pongo a hacer análisis barrocos e innecesarios. De todos modos siempre está bien, creo, intentar percibir la realidad que nos rodea desde distintas perspectivas.
Pues eso, a ver si sigue la historia que, en todo caso, a mí me divierte.
¡Y que viva el negro Muñoz, coño! (no se por qué, pero bueno, por decir algo)

sin titulo: fragmento

Quedé con una chica que conocí en una página web donde se empieza comentando películas y se acaba ligando. Nos encontramos en Paseo de Gracia. Nos saludamos, nos miramos, nos evaluamos, nos subimos a su coche, nos movimos, rodando, hasta el centro, unas ocho calles más abajo, buscamos dónde aparcar, encontramos un sitio cerca de Correos, al lado de la Vía Laietana. En el camino supe que vive en Castelldefels, es rubia y delgada, tiene tetas pequeñas y un hijo.
Me comentó que había vivido no muy lejos de donde aparcamos. Le pedí que decidiera ella, entonces, el lugar. Me llevó a una tetería. Un sitio pequeño, agradable, pseudo marroquí. Me explicó que el dueño era catalán, pero su mujer sí venía del norte de África. No eran amigos suyos, pero los conocía. Me contó que ella, básicamente, no hacía nada. Había tenido una peluquería, era estilista, y trabajaba de vez en cuando. Vivía tranquilamente, en un piso de verano pequeño, que había sido de su ex. Después le conté un poco de mi vida, aunque casi no toqué lo de la separación, para no cansarla. Acabamos el té y salimos. Hacía frío y ella no sabía dónde meter las manos. Le ofrecí mi gabardina, sin quitármela, y seguimos caminando enlazados. Entramos a otro de sus lugares preferidos en el barrio. Tomamos vino y hablamos hasta que nos echaron, más o menos a las dos. Caminamos hasta la calle Avignó, donde ella conocía un sitio que debía de estar abierto. Estaba. Un garito oscuro, decorado rollo sadomaso, con látigos, fotos, un muñeco colgado del techo, y en el fondo, una proyección de una película de cine mudo; el típico antro alternativo snob barcelonés.
En algún momento le cogí las manos. Luego le pedí que me dejara olerle el cuello. Me preguntó si tenía instinto vampiro. Le dije que no se preocupara, que no la iba a morder, aunque acabé haciéndolo, en la oreja, después de rozarle el cuello con los labios. Nos fuimos a la parte de atrás, que estaba vacía, a besarnos y meternos mano tranquilamente, o más bien al revés, cada vez más excitados.
Sentada en un taburete alto, conmigo entre las piernas, mientras usábamos las lenguas yo movía las manos por dentro de su ropa. Por encima de la música llegaba la voz de una vieja argentina, completo mamarracho, hablando gilipolleces con un grupo de tertulianos en la barra oscura, a unos pasos de donde nos ubicamos. Cuando yo buscaba los pezones pequeños de mi nueva amiga, la vieja decía “Virgo, ¿no?, ya se te ve, sos una mujer muy tímida, tus relaciones son superficiales porque temés darle rienda suelta a tus sentimientos…”. La de Castelledefels metía su lengua hasta el fondo de mi boca y la vieja argentina “Géminis, tu carácter es doble y complejo y contradictorio; podés ser versátil pero también insincero…”. La atraía hacia mí, apretándole las nalgas, y la vieja “¿Querés que les haga un test para saber con qué signo vais a congeniar?”. Su pelvis frotándose contra mi barriga, mi polla dejando una mancha oscura en el pantalón. “En tu pareja, ¿tú cortas el bacalao?” ¿Por qué no te callas?, estuve por decirle, realmente, a la vieja, pero preferí continuar moviendo la mano arriba y abajo, entre las piernas abiertas, sobre el cierre del pantalón. “¿Eres un poco carca?” ¿Nos vamos?, es que si no quizá me de por ir a patear a la vieja aquella. Se rió.
Seguimos en su coche. Dedos, clítoris, fluidos, cosas de esas. Pero no había dónde follar. En su casa estaba el niño, en la mía, mi ex. Tampoco podía meterme en un hotel, con sólo ochocientos euros en la cuenta y teniendo que pagar el primer mes de alquiler donde los argentinos, no estaba como para gastar en nada. Así que bueno, deu deu, y que duermas bien.

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