WORK IN PROGRESS

domingo, 28 de enero de 2007

guión escena uno y dos

ESCENA 1. NOCHE. INTERIOR DE UN AVIÓN DE CARGA DE LOS AÑOS CINCUENTA. AÑOS CINCUENTA. MAESTRA, VOCES DE DOS TRIPULANTES, SEIS NIÑOS

Con pantalla en negro se escucha un canto coral de niños. Siempre en negro, aumenta el volumen de la canción y se incorporan ruidos de motor y llantos. Una pequeña luz roja y una silueta de cabellera de mujer se sacuden al compás de los ruidos. Muy brevemente se enciende una luz blanca, está la maestra llevando la canción con las palmas mientras llora, acompañada por seis niños, todo el grupo sentado contra la pared del avión. De nuevo todo en negro. Escuchamos a los pilotos que intentan controlar el avión y mandan a hacer callar al niño que llora. De nuevo, brevemente, se enciende la luz blanca. Los ruidos de las sacudidas del avión se intensifican. Uno de los pilotos grita que no responden los mandos, que nos vamos. Se enciende la luz, los niños cantan, la maestra mueve las palmas, el niño del extremo derecho sonríe, como si no estuviera pasando nada. Escuchamos un fuerte ruido de metal simultáneamente a la oscuridad absoluta. Varios segundos de silencio, todo en negro.


ESCENA 2. NOCHE. INTERIOR DE UN BAR. TIEMPO ACTUAL. ANDRÉS, ALBERTO, MARTA, AMIGO MEXICANO, CLIENTES DEL BAR

Se escucha el ruido del vidrio entrechocando, y una voz con acento mexicano que brinda por los muertitos. Vemos al mexicano sentado en una mesa de bar junto a los tres protagonistas. Les dice que si estuviera en México, hoy estaría bebiendo mezcal en honor de sus muertitos, porque es el día de los muertos. Todos ríen y Alberto comenta que los mexicanos siguen siendo unos indígenas paganos, que la Iglesia ha perdido el tiempo con ellos, que habría que ir y volver a conquistarlos. El mexicano dice que no mames buey, que lo de los muertitos va muy en serio, que él conoce una cantidad de historias chingonas que harían temblar de miedo haata al más macho. Alberto dice que él no se cree nada, que esas son cosas de campesinos y de gente ignorante. Andrés interviene para decir que cada quien tiene sus creencias, y que en los muertos creen en todas partes, y que eso no tiene nada que ver con el nivel cultural. Marta se pone del lado de Andrés, y Alberto pregunta por qué en Europa dejaron de aparecer los muertos cuando comenzaron a iluminar las calles con luz eléctrica, por qué los muertos no salen de día, y caminan por el medio de las Ramblas. El mexicano le responde preguntándole cómo sabe él que no hay muertos paseándose por el medio de las Ramblas. Alberto le contesta que no diga mamonadas, que el único muerto que todavía está por allí es el abuelo de Andrés, que le van a hacer una exposición de fotografía, y le pide a Andrés que le muestre las fotos al mexicano, que están cojonudas. Andrés abre su mochila y coje una carpeta. Saca una foto y le dice que son en los Andes venezolanos. Marta se inclina también a ver. Andrés aclara que estas son algunas fotos, las que no estarán en la exposición. Vemos una foto de un hombre rodeado de niños, en un paisaje de montañas. Hay algo inquietante en las expresiones, como si estuvieran fosilizadas. Marta pregunta quienes son esos niños, Andrés responde que no lo sabe. Pasamos a otra foto y Marta señala a un niño y comenta que es extraño, pero a ninguno de los niños que aparecen en las fotos se les ve sombra, mientras que al abuelo sí. Alberto comenta, irónicamente, pues será que están todos muertitos, el mexicano dice que ya vez, guey. Todos se ríen.

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