WORK IN PROGRESS

jueves, 27 de marzo de 2008

sin titulo: fragmento

Me gritó (usó signos de exclamación) que no quería un bebé, pero que si algún día tenía uno, le gustaría que se pareciera a mí (trampas femeninas, mentiras bondadosas), con mis ojos. Luego hicimos el gilipollas un rato hablando de niños, de nuestras preferencias. Yo le dije que quería una niña inteligente, independiente, avispada, con su boca y su expresión maquiavélica. Ella dijo que quería un niño bohemio. Yo un yuppie. Que yo criaría al bohemio y se lo daría a los nueve años; que ella criara al yuppie para dejármelo cuando el niño cumpliera los cuarenta y dos, que alguien tiene que cuidarme en la vejez, coño, porque para eso son los hijos. Me mintió asegurándome que me cuidaría ella. Le respondí que estaría demasiado vieja, y que mejor será buscar a una enfermera, que me dará más confianza. Me mandó a la mierda.

*

Que seas incapaz de sostener una historia; que no puedas desarrollar un personaje; que te compliques para mantener el ritmo; que el estilo se te rompa a cada rato; que, en fin, no sepas escribir un buen libro, no significa, como crees, que seas un escritor posmoderno, no, simplemente, eres un escritor malo.

*

Primero dudé de que fuera ese el camping. Después, suponiendo que sí (no tenía otra opción), me encontré con el chiste de encontrar mi tienda de campaña, ahora que había más de cien, apretadas, estaba oscuro, y yo iba cada vez peor con la intoxicación de la droga.
Me lancé a buscar. Primero llegué a las duchas en el área de las caravanas. Otra vez el tipo del espejo al que le mojé el pelo.
Luego llegué hasta la reja que separaba al camping del mundo exterior. Detrás de mí, unos chavales preparaban la cena. Dando traspiés entre los cables hundidos en el suelo, y justo cuando estaba a punto de sentarme, a esperar, simplemente, que pasara lo que tenía que pasar, vi, no muy lejos, mi tienda de campaña.
Tropezando apurado llegué hasta ella, como si se pudiera alejar de mí. Miré a los vecinos, reconocí a uno, abrí la cremallera, entré, me quité los zapatos, los dejé afuera, cerré la cremallera, y me dije “no abras hasta que amanezca, concéntrate, gilipollas, en no salir de aquí”.
Me metí en el saco de dormir, me doblé sobre mí mismo, y cerré los ojos, sin saber que lo peor estaba por venir.

*

ESCENA 14. AMANECER. INTERIOR DE LA CASA. EL PROTAGONISTA, LA CONTRAFIGURA, LA CHICA, GRUPO DE HOMBRES, VIEJA

Los tres protagonistas están acostados, cada uno en su saco de dormir, dentro de la misma habitación. La chica se despierta, silenciosamente se levanta. Se toca el vientre como si necesitara orinar. Sale de la habitación y pasa a un pasillo largo, con varias puertas. Camina un poco dudando qué puerta abrir. Se decide por la última, a mano derecha. La abre muy lentamente, se asoma; adentro, a pesar de que hay poca luz, se distinguen varias siluetas humanas, son hombres, hombres desnudos, acostados con los ojos cerrados y una expresión tranquila que puede ser de sueño o de muerte. La chica mira como atrapada. Abre un poco más y se da cuenta de que,hacia el fondo, hay más hombres desnudos, pero están puestos unos encima de otros, como apilados. Sorprendida, la chica cierra la puerta. En su expresión hay terror, pero también curiosidad. Se aleja lentamente, caminando hacia atrás, gira y abre otra puerta, encuentra lo mismo que en el primer cuarto, hombres desnudos apilados. Cada puerta que abre le muestra la escena: hombres desnudos apilados. La chica vuelve a su habitación con pasos rápidos, se da cuenta de que la contrafigura no está, tampoco su mochila ni su saco de dormir. Se inclina sobre el protagonista y lo despierta. Le dice que tienen que buscar a la contrafigura para irse de allí. El protagonista le pregunta qué ha pasado. Ella le contesta que nada, que después le cuenta. El protagonista se levanta y nos damos cuenta de que, durante todo este tiempo, la contrafigura los ha estado espiando por una pequeña ventana. La chica y el protagonista salen de la habitación. En el pasillo la chica le pide al protagonista que abra una de las puertas. Él pregunta por qué y ella le pide por favor que lo haga. El protagonista abre la puerta y encuentra a la señora que los recibió la noche anterior preparando, en una vieja hornilla, un café. Lo invita a pasar ofreciéndole una taza. El protagonista le hace gestos a la chica para que entre, ella duda, él sale, se para junto a ella, le pregunta qué ha pasado; ella, confundida, le contesta que nada. El protagonista dice que va a buscar a la contrafigura, que ahora vuelve. La chica se queda sola con la vieja, sin atreverse a sentarse, y sin decir nada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobrecito solito en el camping...
Yo estaría muy asustada porque nunca he fumado...nada de nada. todo un ángel.
abrazos muchos :)

Anónimo dijo...

¿Quién es la contrafigura? ¿De quién?

Armando Luigi dijo...

yo casi que tampoco (había fumado)pero esta suiza sembraba sus plantas con yo qué sé; pero bien, después de esto nunca más. La contrafigura (del personaje principal, el protatonista) es un nombre técnico para el guión que me encargaron

Anónimo dijo...

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