WORK IN PROGRESS

martes, 9 de octubre de 2007

sin titulo: fragmento

Al final tiene que ver, sobre todo, con un tema económico. Por un lado, el coste de oportunidad, qué hacer con el tiempo que te toca, lo que consigues por dedicarte a unas cosas y no a otras, en un plazo dado, el que te corresponde, hasta palmarla, ese que no sabes cuál es, que apenas imaginas cuánto. Y por el otro lado, y como una continuación de lo anterior, el problema de la falta de información sobre el comportamiento de los mercados de vidas posibles.Te ves obligado a tomar decisiones, racional o irracionalmente, bajo la sombra de estas dos variables, con una falta de información que puede provocar terror o euforia, según se mire. La mayoría opta por continuar la situación heredada, dejarse llevar, la inercia. Algún retoque, de vez en cuando, pero poca cosa más. No interesa que la herencia sea desagradable, opaca, aburrida, gris, opresora, dolorosa, lo importante es no calentarse la cabeza trabajando sobre incertidumbres, asumiendo riesgos sin garantías, invirtiendo sin conocer el posible retorno. Presión del medio y miedo al cambio. Es lo que hay y te jodes, no rebusques. Mejor malo conocido que bueno por conocer, hijo de gato caza ratón, a caballo regalado no se le mira el colmillo, o tanto se rasca la cabra que se daña, no sé, refranes de estos. Después, pasados los años, ya sólo queda el lamento, echarle la culpa a la vida, al destino, a los padres, el gobierno, las Parcas, la mujer, Dios, los hijos, el cigarrillo, la hipoteca, el jefe, el vecino, la amante, el perro, el hijo del dueño, el aseo urbano, el amante, la suerte, el puto destino, yo qué sé. Echarle la culpa a quien sea, pero nunca pensar en el acojonamiento frente a la ruptura y el cambio.La otra opción, efectivamente, es la de invertir en un mercado a futuro sobre bienes que se negocian fuera de los mecanismos de mercado tradicionales: el devenir, la esperanza de vida, el futuro, lo que puede pasar. Meter el capital en una empresa que aún no abre sus puertas y que no ha decidido con qué negociará. Si se tiene suerte, se puede trabajar sobre expectativas ilusorias, desconocidas. Curiosamente, ambas alternativas, en realidad, se solapan. La inercia parte de la idea de que no habrá cambios, o de que serán paulatinos y habrá manera de adaptarse; esto es una ilusión. La ruptura se levanta sobre una certeza: uno es lo que es, no importa cuál sea el escenario (y a Sartre, que le den). *


*

Cada quien lo tiene, su camino fácil. Viene con las opciones donde caes directamente, de cabezas, sin grandes dudas, negaciones, luchas interiores. No tiene nada que ver con la firmeza o el heroísmo aunque, a veces, por pura casualidad, puede coincidir. El camino fácil del mártir, por ejemplo, es una atrocidad para el timador de las bolitas de La Rambla. Y al revés, supongo. Lo heroico sería invertir los destinos.El camino fácil no se relaciona con el llamado interior ni con las payasadas clásicas que se usan para esconder el núcleo de lo que, al final, es el simple producto de la comodidad y la negligencia. Dejarnos llevar por el camino fácil. Ser víctimas de nuestra naturaleza, podría decirse, operísticamente. Lo bonito, lo jodido, lo admirable, sería hacer eso que no nos nace, apostar por lo que nos incomoda, por lo que va contra nosotros mismos, contra nuestras creencias, nuestros principios, violar nuestra moral, cagarnos en nuestra ética, si es que la tenemos, o si no, si es lo contrario, si jamás usamos eso que llaman creencias, principios, moral o ética, y nos mueve el simple y concreto oportunismo egoísta, entonces mejor aún, actuar como si tuviéramos valores etéreos, seguir el ejemplo de los santos, a ver qué se siente, sabiendo que sólo nos nace ser cabrones y deambular como grandes hijos de puta día tras día. Hacerlo de verdad, negarnos, sabiendo que nos desintegramos, que estamos siendo otros, sin ninguna intención final, sin objetivo ni metas, porque eso sería volver a caer en el camino fácil, el del sacrificio actual en aras del bien futuro, o algo así, proyectos y pendejadas. No. Hacerlo a lo burro, desmadrar nuestra esencia, por puro destrozar, por gusto absurdo, por hacer la gracia, por descolocarnos, emborronar nuestra fama, sea cual sea, pegarle cuatro palazos a lo que se espera de nosotros, incendiar nuestro lugar en el mundo.Es muy jodido, de verdad, practicar esta piromanía existencial. Sólo imaginarlo me viene un repeluz agudo, suponiendo la contradirección, el descolocamiento. Fundar una Asociación de Amigos del yo qué sé, trabajar como voluntario en un jardín de infancia, enrolarse en el servicio militar, así, por puro ser malparido contra uno mismo. Por puro gesto final, por gran atentado, por espina enorme hundida junto al ojo del culo, por puro yo qué sé. Sería demasiado, volverse, así porque sí, una gran otra persona.

No hay comentarios: