Una película donde dos tipos van caminando por una calle de Shangai, de noche, y se tropiezan con un gordito que les dice "ladies bar sex massage". Los tipos siguen caminando, y el gordito detrás insistiendo “ladies bar sex massage”. En la esquina cruza a la derecha y les dice, "Is here! Come on, come on!", pero los tipos como si nada, como si el gordito hablara con el aire. Hasta que uno le dice al otro "¡Coño!, ¿ese no es el sitio por el que pasamos ayer, el que estaba lleno de carajitas buenas?", y el otro responde, "como que sí". "¿Nos asomamos a ver?", y se asoman. Una discoteca decoración kitsh egipcia y, a la vista, desde la calle, una docena de chinitas muy guapas, riendo y saludando, sentadas en taburetes de espaldas a la barra.
El gordito, que está en la otra acera, dando a los clientes por perdidos, se acerca corriendo, "ladies massage sex massage". Uno de los tipos le pregunta, riéndose, de chiste, cuánto cuesta una mamada. El gordito suelta un precio un poco alto. El tipo dice que las chicas están muy bien pero que él no puede pagar eso. Okay okay, ¿cuál es tu precio? Yo no pagaría más de tanto. Okay, tanto. El tipo, suspicaz, vuelve a preguntar, "¿eso incluye la habitación?" Sí, con la habitación. “Coño, no está mal”, le dice al otro. Si quieres anda tú que yo te espero. “Okay?”, pregunta el gordito. Okay, responde el tipo. Entran. Un rubio de unos cincuenta años es el único cliente. Una chica joven, la anfitriona/madama, con cara de estudiante universitaria, les pide que se sienten para escoger a las chicas. Los tipos se resisten un poco, diciendo que no quieren tomar nada, pero acaban sentándose. El gordito desaparece. El rubio desaparece. Se acercan las quince chicas de la barra y uno de los tipos señala a una. La chica se sienta junto a él. “¿Qué tomarán mientras preparan la habitación?” Uno de los tipos pide una cerveza y el otro nada. Un camarero trae rápidamente una cerveza y cuatro vasos con una bebida que parece té. “Perdona, yo no he pedido esos tragos”, le dice el tipo de la cerveza a la madama, que está sentada en uno de los extremos de la mesa con forma de U; en el otro extremo está la chica escogida. “Ya lo sé, son de la casa, para las chicas”, “Pero yo no voy a pagarlos, ¿okay?”. “Okay”.
*
Traen una bandeja con snack. La chica escogida le pregunta al tipo de la cerveza de dónde es, el tipo le responde. La madama habla con el tipo que no pidió nada. Le dice que el lugar funciona como discoteca los fines de semana. Las bandejas siguen llegando y el de la cerveza pregunta cuándo subirá, porque no tienen mucho tiempo, dice que unos amigos los están esperando afuera. La madama le responde que va a preguntar y que ahora viene. Los tipos se miran, dicen esto está raro, ¿tú ves algún matón por allí?, por si acaso toma mi pasaporte y cuando suba espérame cerca de la puerta. Las bandejas siguen llegando. La escogida vierte el contenido de los cuatro vasos que llegan en uno solo y, de repente, lo desaparece detrás de su asiento, como un truco de magia, sin chorrear nada. La madama vuelve y dice que la habitación ya va a estar. Las bandejas siguen llegando, la chica vertiendo, el contenido desapareciendo.
¿Por qué están aquí todos estos vasos? La madama se ríe y le dice que se relaje, que no se preocupe. Los tipos se preguntan qué hacemos. En un par de segundos las dos chicas se levantan y son reemplazadas por dos gorilas y un gilipollas, que en una bandejita metálica (es un sitio serio) trae un papel con la cuenta del consumo. La cuenta es una cifra ridículamente alta, la misma del boleto aéreo Barcelona-Shangai-Barcelona.
--¿Cómo van a pagar, con tarjeta de crédito o en efectivo? --pregunta el gilipollas, agresivo, haciéndose el tipo duro.
WORK IN PROGRESS
sábado, 29 de diciembre de 2007
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