WORK IN PROGRESS

viernes, 17 de octubre de 2008

guia de barcelona para sociopatas (2007): fragmento

Otro recuadro:

Trabaja desde casa vía Internet.
Diseña tu propio horario. Telf…

Hotel Astoria.
—Buenos días… ¿El señor E., por favor?
—No ha llegado, esa señora también lo espera —me señaló una silla con una mujer arriba. Caminé.
—Buenas tardes.
—Hola.

El señor E. estaba atrasado. Saqué mi libro y leí un ensayo de Montaigne, comentado por algún payaso, un ensayo que también he tirado entre los anexos.

No sé cómo comencé a hablar con la señora que esperaba junto a mí al señor E. Era diseñadora, pintora, y comentábamos una exposición de Magritte cuando apareció el señor E. (27 años).

Pasamos a otro ambiente del hotel modernista art decó.
Nos sentamos. E. sacó un ordenador portátil, lo dejó sobre la mesa y lo abrió para no hacer nada; supongo que quería impresionarnos.
—Y vosotros, ¿qué sois?
—Diseñadora, trabajo en casa, y estoy entrando en esto de las páginas web.
—Abogado, estoy haciendo un postgrado de
—Vale… ¿a vosotros os gustaría ganar mucho dinero sin trabajar?
Nos miramos las caras.
—Respondedme, ¿no os gustaría ganar mucho dinero sin trabajar?
—Pues claro —la diseñadora, riéndose.
Yo me hice el mudo.
—¿Por qué se ríe?, ¿no cree que se puede ganar mucho dinero sin trabajar?… ¿y comprar cosas sin pagarlas?
—Pues no, por supuesto.
—Ah… entonces adiós —E. cerró el ordenador y comenzó a guardar sus cosas.
Volvimos a mirarnos las caras.
—Con esa actitud yo no puedo hacer nada —E.
Las caras.
—Hombre, pero es que si usted lo pinta así, pues por supuesto que no me lo creo.
—No no, es que si usted tiene esa actitud yo no puedo hacer nada.
—Bueno a ver, pero es que usted no se ha explicado.
La situación tensa incómoda.
E. aceptó hablar siempre que cambiáramos nuestra actitud. E. comenzó destacando el éxito del buscador Yahoo, inventado por un par de chavales menores de 30 años y que ahora son multimillonarios; resaltó también el triunfo de la librería Amazon, cuyos dueños ahora son multimillonarios; después citó el programa para chatear ICQ, también multimillonario…
… la diseñadora arrugaba las cejas…
el éxito de bla bla bla paja loca que ahora es multimillonario…
… la diseñadora dijo que creía que esto no le interesa…
—Está bien, váyase, pero le aconsejo que cambie su actitud en las entrevistas de trabajo, porque no va a conseguir nunca nada, va a fracasar siempre… ¿me entiende? Va a FRACASAR SIEMPRE.
La diseñadora lo miró y arrugó con los labios la respuesta. El móvil de E. sonó y se levantó a hablar en otro lado. La diseñadora me pidió que le escribiera mi número de teléfono para ver juntos alguna exposición.
—Claro, es mucho mejor que escuchar estas pendejadas.
—Yo la verdad es que no me lo creo, ¿tú qué piensas?
—Supongo que es un negocio estilo Miami. Yo me quedo porque creo que de aquí puedo sacar un cuento.
—Bueno, nos vemos. Adiós.
—Ciao.
E. volvió. E. se sentó, E. se decidió a explicarme el funcionamiento de Vanilla Company:
Vanilla Company ha desarrollado un excelente sistema de ventas piramidales. Con él, tú le compras a E. y ganas el derecho de venderle a A y B; cuando A y B le vendan a C, D, F, G, H, I, J y K, tú y E. ganan una comisión, y así hasta la cuarta generación, imagínate, saca cuentas
hasta el año pasado, con este sistema, Vanilla Company se dedicaba al negocio de las moneditas de oro
vendía moneditas de oro que nunca te enviaba porque, para tu seguridad, te hacía llegar un papel que indicaba el número de moneditas que tenías
porque no se puede confiar en nadie en este mundo, ni siquiera en el correo
pero a pesar de su impresionante éxito y de que ahora todos son multimillonarios, Vanilla Company ha decidido diversificarse y aprovechar su excelente sistema de ventas piramidales para aplicarlo a los más diversos sectores
específicamente, cinco ramos: alimentación, salud, vestido, sonido, y no me acuerdo

Un tipo, algunos metros más allá, llegó adonde estaban sentados otros como él, maldijo en italiano y estrelló su móvil contra el suelo. Luego volvió a maldecir y, elegantemente, tomó asiento.
—Esos tienen aquí como tres días, y… ¡tienen una cara de mafiosillos! —susurró E., de reojo.
Y de verdad, tenían cara de. Dos europeos y un árabe todos Giorgio Armani, acompañados por sendos tipos feos grandes matones a cada lado.
—¿Y cuáles son concretamente los productos que Vanilla Company tiene?
—Aquí están en este catálogo.

1. alarmas para bicicletas (ramo: seguridad)
2. espaguetis como los que venden en los supermercados pero en envases de vidrio (ramo: degustación)
3. Los mafiosillos subieron la voz; gritaron, más bien
4. trineos plásticos de nieve (ramo: deporte), como los de las tiendas de Todo a Cien
5. comencé a esperar la salida de una nueve milímetros
6. micrófonos para saber cuándo el bebé está llorando en la habitación de al lado (ramo: hogar)
7. y en el suelo la sangre, negra
8. un aparatito que conecta internet en la televisión (ramo: nuevas tecnologías)
—Sin necesidad de ordenador, ¿no te parece bueno, éste?
9. los empleados del hotel llevándose al cadáver en silencio, acostumbrados a los mafiosillos y a Vanilla Company
y nada más

—El lunes viene a Barcelona el creador de la organización… se llama E., como yo… mira esta revista… aquí está E. sentado…
—¿Es el que tiene el codo en la rodilla?
—Sí, ése es E., Presidente de Vanilla Company.
—¡Coño, pero… ¿no es el tipo que llegó reventando el móvil contra el suelo?!
—¿Sí? ¡A ver! ¡Joder, es él, es verdad! ¡Es E.! ¡Él! ¡Ya llegó! ¡Espera un momento! ¿Vale? ¡Por fin, ha llegado E.!
E. se fue corriendo emocionado adonde estaba el otro E. con los demás mafiosillos. Me levanté de la mesa y me largué del Hotel Astoria. Llevaba el ordenador de E. colgando de la mano.

1 comentario:

Guillermo Wolf dijo...

Me rei demasiado leyendo este cuento, muy bueno, llore de la risa...