WORK IN PROGRESS

domingo, 16 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

En Yangshuo nos rodeó un grupo de quinceañeras risueñas, ninfas enanas, a pedirnos autógrafos, como si fuéramos payasos de circo, jugadores de fútbol, cantantes de televisión.

Para mi amigo fue la apoteosis, firmaba, sonreía y sadiqueaba; sadiqueaba, sonreía y firmaba, no sabía qué hacer, rodeado de tantas niñas con cara de cuquita afeitadita, como dice él. Cuando posaba para las fotos cogía a las ninfetas del hombro y entre dientes soltaba cualquier barbaridad. Ellas no lo entendían, claro, y les hacía gracia su expresión. A todo el mundo le hace gracia mi amigo. Para eso el tipo es perfecto, para hacer gracia.

La turba se fue como había llegado. Al frente, unos adolescentes que practicaban kárate ya comenzaban a vernos mal. Yo le dije a mi amigo que lo mejor era largarnos, me acordé del farmaceuta de Hong Kong.

Qué vaina tan loca, chamo, lo de las firmas, ¿para qué sería? Ni idea. También pedían el e-mail, ¿estarán buscando marido?, yo me puedo llevar una chinita para Australia. ¿Buscando un marido a los quince años? Capaz que estas carajitas se casen a esta edad. ¡Qué va!, aquí las mujeres se casan super tarde, lo leí por allí, y además parece que son muy independientes, curran durísimo, en la calle, parejo con los hombres, ¿no ves que van solas por todos lados? Sí. Eso casi nunca se ve en el tercer mundo. Es verdad, ¿y entonces qué querían nuestras amiguitas? Coño no sé.

Ya lo descubriríamos, al rato, después de caminar las dos calles largas de ese pueblo escaparate turístico, hecho de tiendas y casitas de madera como de juguete, rollo Disneychanel.

Comenzando la noche se nos acercó otra turba de ninfas. Autógrafos. ¿Y para qué los quieren? Es una tarea, nos pidieron que reuniéramos correos de turistas, para practicar el inglés, es una tarea de inglés. Ah, vale.

No hubieras preguntado, cabeza de huevo, me hubieras dejado tranquilo con mi mojón, ya me estaba creyendo Ricky Martin. Mi amigo puso cara de tristeza y después soltó la risa. Yo me las cojo a todas, igualito. Eso ya se ve, no hay que decirlo. El pedo era saber cómo, porque follar en los viajes es un poco jodido. Yo nunca lo he hecho, no he podido, no he sabido cómo, o no me lo he montado bien. Para las indígenas, necesitas tiempo, dinero y ganas de meterte en pedos. Para las turistas, sólo hace falta tiempo y dinero. Yo siempre viajo apurado y pobre. Paso el día caminando y en la noche ya estoy acabado. Además, no me gusta gastar en bares ni en discotecas, y me aburre pasar horas hablando mamonadas, esperando a ver qué sale. Supongo que si uno entra a un albergue de juventud y dedica horas a la cacería acaba encontrando algo, no sé. Eso sí, no hay que ponerse exigente, ésta es la fórmula. Para ir de Casanova hay que tener el estómago duro. Es lo que he visto. Meterla donde sea, mientras más fácil mejor. Gorditas, feítas, enanitas, dientoncitas, acomplejaditas, flaquitas, apocaditas, grandotas, timiditas, calladitas, lentuditas, amargaditas, estupiditas, nariguditas, pelabolitas, desubicaditas, depresivitas, olorositas, tierruitas, resentiditas, pobrecitas, regaladitas, inadaptaditas, alcoholiquitas, acabaditas, enfermitas, pepuditas, arrugaditas, pendejitas, putitas, maleducaditas, mochitas, pueblerinitas, viejitas, nichecitas, orejoncitas, abandonaditas, horteritas, necesitaditas, olvidaditas, marginalitas, ansiositas (y ya paro, que me estoy poniendo misógino)... éste es el mercado. Si te pones exigente te vas al carajo. Las tipas buenas no necesitan follar con lo primero que aparece, claro. Yo empecé mal, me puse exigente desde el colegio. Creo que me engañaron las nínfulas con algunas miradas y un par de toqueteos distraídos que, por mi timidez, no acabaron en nada. Quizá al final sólo sea esto, un pedo de timidez. Necesito que me den un dato para lanzarme, una mirada, no sé, lo que sea. Sociopatía y timidez, de puta madre. Y creo que es tarde para ir arreglándolo.

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