WORK IN PROGRESS

viernes, 21 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

Apaga y vamonós...

Está visto que como superego soy un fracaso. Si no he logrado que respetes los derechos de propiedad de quienes te escribimos sobre las historias que te contamos, ni tampoco que veas a las personas como personas y no como blancos de tu humor negro; apaga y vamonós.
Estoy pensando seriamente en pedirte mi jubilación anticipada. Pero como soy responsable (superego al fin), y no quiero dejarte colgado, he estado pensando en sugerirte un par de opciones para mi reemplazo:

1. Escribirle a algún psiquiatra. Pero atención, que no sea uno de los que visitan los personajes de Woody Allen. Me parece que no les han sido de gran ayuda en todos estos años. Aunque quién sabe, a ti a lo mejor te harían un buen apaño.
2. Escribirle a tu verdadero superego y pedirle que vuelva. Ya sé que lo echaste hace mucho. Encima, el pobre estará pensando que soy una listilla y que quiero quitarle protagonismo. Si lo llegas a ver, dile de mi parte que no tengo la culpa de que le hayas mandado a paseo.

Que haya suerte,
ANP


*


Manifestación de superegos...

Digo, reunidos en la calle, con pancartas, altavoces, pitos y flautas, y todas esas mierdas que montan las ONGs. Una buena manifestación, a lo grande, la de los superegos perdidos, exiliados, extraviados, execrados, olvidados, inutilizados, suprimidos, detruidos, deshumanizados, desmadrados... tamaña manifestación, seguro, porque en nuestros tiempos los superegos están jodidos, hay que decirlo, muy mal vistos. Algunos encuentran refugio en los ambientes académicos, otros intentan hacerse pasar por cumbayás, pero bueno, que está grave la cosa, para el superego de hoy. El mío murió, o fue asesinado, no lo sé, hace rato. Creo que se lo cargó aquella psicópata que me montó un teatro, a los dieciocho años, para que me casara con ella. Quedé tan afectado por los efectos nefastos del superego que, entendí, no íbamos muy bien juntos. Luego, ocasionalmente me ha dado por hacerme el correcto, ayudando a propios, pero nunca a extraños; pero lo hago racionalmento, usando el sentido común, no el superego.
Lo del psiquiatra de Woody Allen tendré que pensarlo. Seguramente me aconsejará, como a él, descargar mis neurosis en los otros, empaquetadas en formato de texto. Pero como no puedo usar mi respaldo de la aventura parisina para conseguir consejos imprácticos creo que tendrá que esperar el tema.
Sobre la metamorfosis de las personas en personas, no sé, tendré que revisar a Ovidio. Por lo que recuerdo en todo el libro no aparece ningún ejemplo de esta transformación. Quiero decir, las personas se transforman en vacas, árboles, dioses, lluvias de oro, piedras, búhos, constelaciones, le salen serpientes en la cabeza, colas de pez donde corresponde, alas de cigüeña, etc. Pero jamás he sabido de alguien que se convierta en persona. Supongo que tiene que ver con la frase aquella: "El hombre es el eslabón perdido entre el mono y la Humanidad". Seguiré buscando, de todos modos, con una lámpara encendida durante el día.
Y ya paro, que me estoy poniendo borde, con tantas citas.
Un abrazo,

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