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miércoles, 19 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

¡Hola!
Paréntesis: Crisis de identidad.
De hecho, no sé qué pienso (con respecto a si eres un adolescente cuarentón). Creo que la tal Assma es otro invento tuyo, para el libro, digo. Al fin y al cabo yo misma soy irreal o, ¿de verdad existió una novia perfecta? -no es necesario responder a esa pregunta-. Pero claro, he aquí la duda, ¿soy una especie de engendro destinado a ser tu superego en toda esta historia? Te digo una cosa, a mitad de camino puedo aburrirme del papel que me has asignado.
Cierro paréntesis: Crisis superada (de momento).
Tu explicación sobre los rollos exótico-virtuales me parece perfecta. Por otra parte, si yo estuviera soltera también haría esos tours por cursos de fotografía, clases de antropología, congresos, etc... Para conocer gente (de carne y hueso) interesante. Aunque no niego que también estaría abierta a usar el chat, siempre y cuando pueda verles físicamente, claro. Donde no iría a ligar es a un bar o a un pub. Prejuicios infundados, quizás. Voy muy poco a bares o a pubs. Incluso cuando estaba soltera no eran de mi especial agrado.
Los costes de encontrar pareja son elevados. Aunque a veces las parejas vienen por casualidad, sin tener que invertir mucho en la búsqueda. A mi marido le conocí por un montón de casualidades unidas que hicieron que nos encontráramos. Teoría del caos. Estoy feliz. Somos compatibles en un 90% de las cosas, hablamos el mismo lenguaje, incluso sin hablar. Nos entendemos perfectamente. Luego, por supuesto, hay que invertir mucho para mantener la relación. Aquí hay algo que me encanta, los dos invertimos por igual y es algo que sale natural de cada uno, no es forzado. La justicia y la naturalidad son fundamentales en una relación de pareja. Además de otras tantas cosas, pero no profundizaré en ellas por motivos de tiempo, para otra vez será...
Por cierto, me alegro de que hayas conseguido un piso chulo en Paris. Toda la suerte (y que el no-azar no me escuche),

ANP.


*


Esto de la crisis de identidad sí que te convierte, de lleno, en personaje de novela; es la vuelta completa de la tuerca: que los personajes se cabreen y rebelen contra su personajidad; está del carajo. Es como un libro de Pirandello cuya idea sobrepasa escandalosamente al argumento. No te imaginaba víctima de ninguna crisis, y mucho menos de una como personaje. Veo que eres humana, a pesar de tu papel. Además, tus dardos apuntan bien: un cuarentón adolescente con un ego, más que inflado, hinchado (a hostias) que con un libro pretende dar algo de coherencia a toda esta payasada que es andar por allí viviendo. Suena correcto.
La princesa árabe (acuérdate de que en la novela no hay nombres propios) también puede ser, de alguna forma, una invención. En realidad, ya no sé qué hago para la novela y qué no. Hace unos días, por ejemplo, conseguí que me despidieran del hotel usando la novela; leyeron un par de fragmentos del blog (11 y 25 de agosto) y se armó la revolución. Querían lincharme, y yo en casa, sonriendo, escuchando, a través de un colega, el motín que puede provocar la literatura en la realidad real, si es que existe algo parecido a eso. Lo hice con toda la premeditación y alevosía, para buscar material de escritura, tener una despedida carnestolenda, reírme un poco, y ahorrarme unas semanas de desgaste. Este fluir entre la novela y la vida, de allá para acá y de aquí para allá, creo que es la fórmula principal del libro. Así que la diferencia entre personas y personajes, realidad y papel, hechos y palabras, cada vez es más difusa. Supongo que dentro de poco ya se podrá hablar de esquizofrenia aunque, en realidad, esa no es mi tendencia. Más bien creo que todo viene de que soy un gran hijo de puta con la mayor parte de las personas; como no las respeto, me da gracia lo que hacen, las veo como objetos, bípedos implumes, piezas de un tablero de un juego complicado que estoy tratando de entender (ya sabes de este lado chungo de mi carácter, ya lo tenía en la época en que estuvimos juntos), mamíferos aprovechables, básicamente, como material de escritura, y poca cosa más. Pero mi tendencia a manipular coñodemadremente a las personas no te afecta a ti, ya lo sabes, porque no puedo maltratar voluntariamente a la gente que aprecio y por quien siento cariño. Tu carácter etéreo en este caso viene, más bien, de los muchos años que tenemos sin vernos. Por palabras te siento al mismo tiempo igual y diferente a los viejos tiempos. Quizás, si nos viéramos, esa sensación se disolvería (pero hablo ya de otra novela, no de ésta donde, como dices, ya tienes tu papel asignado, el de super ego epistolar, un papel que, me parece, nació de ti, y yo aproveché encantado).
Cerrado el paréntesis, volvemos a la realidad, es decir, al libro:
Tengo, exactamente, la misma experiencia que tú con el tema de las parejas: como casi todo, llega por puro azar, cuando menos lo esperas. Eso sí, hay que estar en el lugar correcto en el momento adecuado. Sin poder prever ni uno ni otro, por supuesto. Por eso te decía que intentaré ligar mientras aprendo (entrando a la Sorbona como oyente, haciendo cursos de fotografía, de idiomas, yo qué sé), porque así, aunque no aparezca nadie interesante, por lo menos me ilustraré con quién sabe qué gilipollez, y no perderé ni el tiempo ni el dinero, como pasa, casi siempre, en los bares y las discotecas, donde las probabilidades de encontrar alguien afín son bajísimas. El caso de la aristócrata egipcia fue, en realidad, un atajo de casualidades reunidas, estuve a punto de no ir a ese sitio ese día, justamente, porque no me gustan las discotecas. Vainas del no-azar.
Así que la mejor política, en esta realidad donde predomina la teoría del caos es, justamente, un principio liberal: laisser faire, laisser passer.
Un abrazo,


*


No sabes cómo me río con todo esto. Lo de la crisis de mi personaje fue por pura diversión, simplemente. Me divierte pensar que un personaje dentro de una novela se cabree con el autor por el papel que le está asignando. ¿A cuántos personajes no les habría gustado ser otros distintos? Seguro que abundan. En las novelas buenas porque los personajes, tan bien definidos, tendrán una personalidad del carajo y por eso mismo unas ganas tremendas de amotinarse, a veces, supongo yo. Pero con las novelas malas será mucho peor, porque te imaginas a los personajes de esos escritores cursis diciendo, "¿por qué me has creado así, maldito?, ¡yo quiero ser otro!". No es mi caso, mi crisis es pura rebeldía, o a lo mejor no hay tal crisis, sólo ganas de reírme un poco.

Nunca dije que fueras un cuarentón adolescente (¡sencillamente porque todavía no tienes cuarenta!), o sea, que mis dardos no van exactamente por ahí. Bueno, a lo mejor lo dice tu super ego en la vida real y como ese es mi papel, en tu novela, me lo achacas a mí. Qué lío, ¿no?
Cuídate,

ANP.

PD: perdona lo de los nombres reales, luego en la versión definitiva lo cambias... La próxima tendré más cuidado.

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