WORK IN PROGRESS

jueves, 27 de septiembre de 2007

essaoira: muelle





lunes, 24 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

La recepcionista del hotel de Guilin dijo, en voz baja, que sólo tiene un día de descanso al mes. En el autobús la gente mueve calmada, paciente y resignadamente sus bultos para dejar sitio a los que acaban de subir. En el transporte público la gente duerme agotada, igual que los dependientes en las tiendas, a mediodía; en realidad, mucha gente dormita en todos lados, vi uno con la cabeza sobre la mano, el codo sobre la rodilla, el pie sobre el cuerpo de la bicicleta, la bicicleta apoyada en la pared. En una “agencia de viajes” un hombre explicó que la educación y la salud, cuando no es muy básica, hay que pagarlas; que el gobierno le da poco a la gente; que si te quedas sin trabajo lo tienes mal, porque ya ni las familias se mueven para ayudarte. En la calle hay mendigos, pero mucho menos que en Delhi o en Manhattan. Los mendigos de China no son mano de obra aprovechable, son viejos, chuecos, y enfermos; en Occidente, en cambio, los indigentes vienen en todos los tamaños, sabores y colores. Hay dos tipos de expresión facial: la típica de la era comunista, cansada, vapuleada, amargamente domesticada, en la gente mayor de cuarenta años, y la expresión de los jóvenes, intranquila, insegura, vivaz, poco sofisticada, modernilla a la fuerza. Todos los autobuses de larga distancia llevan un televisorcito colgado sobre el conductor; videos o películas chinas; aquí Hollywood no entra. La arquitectura oficial es dura, ostentosa, líneas rectas, grandilocuente, falta de gracia, lo típico de las dictaduras del siglo veinte a partir los nazis (esa parodia del neoclasicismo afrancesado, pseudo imperio romano, que tanto atrajo a los dictadores del diecinueve); la arquitectura privada, en cambio, es caótica, sobrecargada, chillona, norteamerimecanizada. En las avenidas principales comienza a haber un horror vacuum publicitario: no hay espacio libre sin un cartel. Las ciudades tienden a ser dobles: por un lado, zonas que parecen recién bombardeadas, salidas de una película postapocalíptica; y por el otro lado, zonas recién fabricadas, con centros comerciales atragantados, ventas de coches de lujo, y edificios ultramodernos de cristal. Los empleados públicos de limpieza urbana llevan una mascarilla cubriendo boca y fosas nasales; supongo que, para el gobierno, es mucho más rentable repartir estas vainas que frenar la polución. Muchos viejos también van con mascarillas, y mucha gente adulta; los jóvenes, no, no conocen el aire fresco. Los templos budistas son rentables: sostienen en los alrededores infinitos tarantines donde se vende incienso y barajitas. La estructura de los templos es siempre la misma: tres edificios muy parecidos, uno detrás del otro; el último es el más importante; en realidad no sé para qué están los otros dos, si todo el mundo acaba ubicándose en el templo grande. El taoísmo, en cambio, parece pasado de moda, sus templos tienen más de museo que de feria de pueblo. Al té los chinos se lo toman en serio; lo digo porque son serios, en general, los chinos, y cuando toman té lo siguen siendo; serios y tranquilos, llevando siempre su envase plástico de té verde, arriba y abajo, a un lado y al otro; el síndrome de abstinencia que produce el té debe de ser jodido, peor que el del opio.

essaouira: viejos





domingo, 23 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

En algún momento, hacia los veintitantos años, hice un pacto, no sé con quién, no me di cuenta. Un convenio por el que alargaba mi juventud unos años y, a cambio, entregaba mis referencias personales, esas que uno pone en el CV, todas: la otredad, aquello de saber quién eres por tu ubicación en la manada, por lo que piensa de ti tu entorno (básicamente, dejé de tener entorno, en mi cabeza, fue el precio del pacto, que yo pagué feliz). Ese contrato, quizá mefistofélico, me obligó a apuntalar el egoísmo, endurecer la coraza, tapar vulnerabilidades. Seguir un camino revuelto, donde los pasos van y vienen, según donde tira el viento. El pacto, mientras se disfruta de la juventud prolongada, del cuerpo que parece no envejecer, de los treinta y muchos con cara de treinta, va muy bien. Pero luego caerá la vejez de golpe, supongo, sin ahorros, sin un trabajo estable, sin buenas perspectivas de empleo; porque a un tipo de cincuenta años, sin nada entre las manos, ¿quién lo puede querer? Es el problema de negociar con el diablo, siempre, necesariamente, debes acabar jodido. Si no, qué mal rollo para los prudentes, los mezquinos, los moderados, los avariciosos, los bien pensantes, los conformistas, los apagados, los currantes, los mediocres, en resumen, para todos los sumisos que se portan bien, ¿no?, la hormiga y la chicharra, el cerdito de la casa de paja y el de los ladrillos, el hijo pródigo y el otro... o no, ese no es un buen ejemplo. El pinche Jesucristo, fabricando argumentos para el diablo.

paris: duplicados





viernes, 21 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

Apaga y vamonós...

Está visto que como superego soy un fracaso. Si no he logrado que respetes los derechos de propiedad de quienes te escribimos sobre las historias que te contamos, ni tampoco que veas a las personas como personas y no como blancos de tu humor negro; apaga y vamonós.
Estoy pensando seriamente en pedirte mi jubilación anticipada. Pero como soy responsable (superego al fin), y no quiero dejarte colgado, he estado pensando en sugerirte un par de opciones para mi reemplazo:

1. Escribirle a algún psiquiatra. Pero atención, que no sea uno de los que visitan los personajes de Woody Allen. Me parece que no les han sido de gran ayuda en todos estos años. Aunque quién sabe, a ti a lo mejor te harían un buen apaño.
2. Escribirle a tu verdadero superego y pedirle que vuelva. Ya sé que lo echaste hace mucho. Encima, el pobre estará pensando que soy una listilla y que quiero quitarle protagonismo. Si lo llegas a ver, dile de mi parte que no tengo la culpa de que le hayas mandado a paseo.

Que haya suerte,
ANP


*


Manifestación de superegos...

Digo, reunidos en la calle, con pancartas, altavoces, pitos y flautas, y todas esas mierdas que montan las ONGs. Una buena manifestación, a lo grande, la de los superegos perdidos, exiliados, extraviados, execrados, olvidados, inutilizados, suprimidos, detruidos, deshumanizados, desmadrados... tamaña manifestación, seguro, porque en nuestros tiempos los superegos están jodidos, hay que decirlo, muy mal vistos. Algunos encuentran refugio en los ambientes académicos, otros intentan hacerse pasar por cumbayás, pero bueno, que está grave la cosa, para el superego de hoy. El mío murió, o fue asesinado, no lo sé, hace rato. Creo que se lo cargó aquella psicópata que me montó un teatro, a los dieciocho años, para que me casara con ella. Quedé tan afectado por los efectos nefastos del superego que, entendí, no íbamos muy bien juntos. Luego, ocasionalmente me ha dado por hacerme el correcto, ayudando a propios, pero nunca a extraños; pero lo hago racionalmento, usando el sentido común, no el superego.
Lo del psiquiatra de Woody Allen tendré que pensarlo. Seguramente me aconsejará, como a él, descargar mis neurosis en los otros, empaquetadas en formato de texto. Pero como no puedo usar mi respaldo de la aventura parisina para conseguir consejos imprácticos creo que tendrá que esperar el tema.
Sobre la metamorfosis de las personas en personas, no sé, tendré que revisar a Ovidio. Por lo que recuerdo en todo el libro no aparece ningún ejemplo de esta transformación. Quiero decir, las personas se transforman en vacas, árboles, dioses, lluvias de oro, piedras, búhos, constelaciones, le salen serpientes en la cabeza, colas de pez donde corresponde, alas de cigüeña, etc. Pero jamás he sabido de alguien que se convierta en persona. Supongo que tiene que ver con la frase aquella: "El hombre es el eslabón perdido entre el mono y la Humanidad". Seguiré buscando, de todos modos, con una lámpara encendida durante el día.
Y ya paro, que me estoy poniendo borde, con tantas citas.
Un abrazo,

hangzhou: calles





miércoles, 19 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

¡Hola!
Paréntesis: Crisis de identidad.
De hecho, no sé qué pienso (con respecto a si eres un adolescente cuarentón). Creo que la tal Assma es otro invento tuyo, para el libro, digo. Al fin y al cabo yo misma soy irreal o, ¿de verdad existió una novia perfecta? -no es necesario responder a esa pregunta-. Pero claro, he aquí la duda, ¿soy una especie de engendro destinado a ser tu superego en toda esta historia? Te digo una cosa, a mitad de camino puedo aburrirme del papel que me has asignado.
Cierro paréntesis: Crisis superada (de momento).
Tu explicación sobre los rollos exótico-virtuales me parece perfecta. Por otra parte, si yo estuviera soltera también haría esos tours por cursos de fotografía, clases de antropología, congresos, etc... Para conocer gente (de carne y hueso) interesante. Aunque no niego que también estaría abierta a usar el chat, siempre y cuando pueda verles físicamente, claro. Donde no iría a ligar es a un bar o a un pub. Prejuicios infundados, quizás. Voy muy poco a bares o a pubs. Incluso cuando estaba soltera no eran de mi especial agrado.
Los costes de encontrar pareja son elevados. Aunque a veces las parejas vienen por casualidad, sin tener que invertir mucho en la búsqueda. A mi marido le conocí por un montón de casualidades unidas que hicieron que nos encontráramos. Teoría del caos. Estoy feliz. Somos compatibles en un 90% de las cosas, hablamos el mismo lenguaje, incluso sin hablar. Nos entendemos perfectamente. Luego, por supuesto, hay que invertir mucho para mantener la relación. Aquí hay algo que me encanta, los dos invertimos por igual y es algo que sale natural de cada uno, no es forzado. La justicia y la naturalidad son fundamentales en una relación de pareja. Además de otras tantas cosas, pero no profundizaré en ellas por motivos de tiempo, para otra vez será...
Por cierto, me alegro de que hayas conseguido un piso chulo en Paris. Toda la suerte (y que el no-azar no me escuche),

ANP.


*


Esto de la crisis de identidad sí que te convierte, de lleno, en personaje de novela; es la vuelta completa de la tuerca: que los personajes se cabreen y rebelen contra su personajidad; está del carajo. Es como un libro de Pirandello cuya idea sobrepasa escandalosamente al argumento. No te imaginaba víctima de ninguna crisis, y mucho menos de una como personaje. Veo que eres humana, a pesar de tu papel. Además, tus dardos apuntan bien: un cuarentón adolescente con un ego, más que inflado, hinchado (a hostias) que con un libro pretende dar algo de coherencia a toda esta payasada que es andar por allí viviendo. Suena correcto.
La princesa árabe (acuérdate de que en la novela no hay nombres propios) también puede ser, de alguna forma, una invención. En realidad, ya no sé qué hago para la novela y qué no. Hace unos días, por ejemplo, conseguí que me despidieran del hotel usando la novela; leyeron un par de fragmentos del blog (11 y 25 de agosto) y se armó la revolución. Querían lincharme, y yo en casa, sonriendo, escuchando, a través de un colega, el motín que puede provocar la literatura en la realidad real, si es que existe algo parecido a eso. Lo hice con toda la premeditación y alevosía, para buscar material de escritura, tener una despedida carnestolenda, reírme un poco, y ahorrarme unas semanas de desgaste. Este fluir entre la novela y la vida, de allá para acá y de aquí para allá, creo que es la fórmula principal del libro. Así que la diferencia entre personas y personajes, realidad y papel, hechos y palabras, cada vez es más difusa. Supongo que dentro de poco ya se podrá hablar de esquizofrenia aunque, en realidad, esa no es mi tendencia. Más bien creo que todo viene de que soy un gran hijo de puta con la mayor parte de las personas; como no las respeto, me da gracia lo que hacen, las veo como objetos, bípedos implumes, piezas de un tablero de un juego complicado que estoy tratando de entender (ya sabes de este lado chungo de mi carácter, ya lo tenía en la época en que estuvimos juntos), mamíferos aprovechables, básicamente, como material de escritura, y poca cosa más. Pero mi tendencia a manipular coñodemadremente a las personas no te afecta a ti, ya lo sabes, porque no puedo maltratar voluntariamente a la gente que aprecio y por quien siento cariño. Tu carácter etéreo en este caso viene, más bien, de los muchos años que tenemos sin vernos. Por palabras te siento al mismo tiempo igual y diferente a los viejos tiempos. Quizás, si nos viéramos, esa sensación se disolvería (pero hablo ya de otra novela, no de ésta donde, como dices, ya tienes tu papel asignado, el de super ego epistolar, un papel que, me parece, nació de ti, y yo aproveché encantado).
Cerrado el paréntesis, volvemos a la realidad, es decir, al libro:
Tengo, exactamente, la misma experiencia que tú con el tema de las parejas: como casi todo, llega por puro azar, cuando menos lo esperas. Eso sí, hay que estar en el lugar correcto en el momento adecuado. Sin poder prever ni uno ni otro, por supuesto. Por eso te decía que intentaré ligar mientras aprendo (entrando a la Sorbona como oyente, haciendo cursos de fotografía, de idiomas, yo qué sé), porque así, aunque no aparezca nadie interesante, por lo menos me ilustraré con quién sabe qué gilipollez, y no perderé ni el tiempo ni el dinero, como pasa, casi siempre, en los bares y las discotecas, donde las probabilidades de encontrar alguien afín son bajísimas. El caso de la aristócrata egipcia fue, en realidad, un atajo de casualidades reunidas, estuve a punto de no ir a ese sitio ese día, justamente, porque no me gustan las discotecas. Vainas del no-azar.
Así que la mejor política, en esta realidad donde predomina la teoría del caos es, justamente, un principio liberal: laisser faire, laisser passer.
Un abrazo,


*


No sabes cómo me río con todo esto. Lo de la crisis de mi personaje fue por pura diversión, simplemente. Me divierte pensar que un personaje dentro de una novela se cabree con el autor por el papel que le está asignando. ¿A cuántos personajes no les habría gustado ser otros distintos? Seguro que abundan. En las novelas buenas porque los personajes, tan bien definidos, tendrán una personalidad del carajo y por eso mismo unas ganas tremendas de amotinarse, a veces, supongo yo. Pero con las novelas malas será mucho peor, porque te imaginas a los personajes de esos escritores cursis diciendo, "¿por qué me has creado así, maldito?, ¡yo quiero ser otro!". No es mi caso, mi crisis es pura rebeldía, o a lo mejor no hay tal crisis, sólo ganas de reírme un poco.

Nunca dije que fueras un cuarentón adolescente (¡sencillamente porque todavía no tienes cuarenta!), o sea, que mis dardos no van exactamente por ahí. Bueno, a lo mejor lo dice tu super ego en la vida real y como ese es mi papel, en tu novela, me lo achacas a mí. Qué lío, ¿no?
Cuídate,

ANP.

PD: perdona lo de los nombres reales, luego en la versión definitiva lo cambias... La próxima tendré más cuidado.

marrakech: plaza





lunes, 17 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

Hace un rato, ya de noche, caminamos por una calle vecina a un templo donde la gente hacía genuflexiones levantando antorchas de incienso; más adelante se nos atravesó un cine.
¿Cómo será un cine chino? Ni idea, ¿nos metemos a ver? Seis rupias chinas, media rupia europea, un regalo. Había dos opciones, un sucedáneo cutre de Conan el Bárbaro, o una película china para adolescentes llamada Campus Universitario. Yo creo que esa es la menos vergonzosa, ¿no?, por lo menos aparece una chinita medio en pelotas.
Compramos las entradas usando señas y nos enfilamos en la dirección que nos señaló el dedo de la mujer de la taquilla. Está macabro el sitio ¿Dónde coño está la sala? Le mostramos los tickets a unos tipos que nos señalaron unas escaleras de lata. Subimos, abrimos una puerta sucia y vieja. Qué desastre de cine, ¿no? En la pantalla un chino de lentes decía no sé qué, hablando en chino, muy correctamente. Una mujer de la vida real se acercó a marcar nuestros tickets. La sala estaba vacía. La mujer nos hizo señas de que no era allí, nos acompañó afuera, y nos señaló un balcón desmadrado, en un edificio cercano, en el mismo patio, casi al frente, a unos metros.
Llegamos a otras escaleras, mucho más ruinosas que las primeras. Coño, nos van a violar, nos van a matar, nos van a coger... ¿Dónde coño es esto? Por esta puerta no, está cerrada, por aquella tampoco, tiene que ser por esa. Nos metemos en un cuchitril donde un tipo sentado miraba una televisión en blanco y negro, con una hornilla de carbón mineral que le servía de calefacción. Le mostramos las entradas y el tipo nos hizo señas para que avanzáramos a través de una cortina. Esto como que es un cine porno barato. Y sí, efectivamente, cuando entramos, en una pantalla de un par de metros cuadrados un chino le acariciaba las tetas a una chica joven. Mi amigo explotó en una risa. En una esquina de la imagen estaba la dirección de una página web.
Buscamos donde sentarnos mientras el tipo le pellizcaba los pezones a la chinita. Cuando por fin nos sentamos el plano se abrió para que el tipo le acariciara el coño a la chica que estaba en bragas con las piernas bien abiertas. Alguien carraspeó y soltó un escupitajo.
Un tipo caminó hasta una caseta junto a la pantalla y apagó el video. Pantalla azul. Poco después comenzó un nuevo video. Algunos asistentes se levantaron y salieron de la sala. Una película donde dos jóvenes chinos le sacaban brillo a un Ferrari.
Esto no promete mucho, ¿nos vamos? ¿Ya viste cómo son los cines chinos? Pues sí, cojonudísimos, son la puta hostia. It's one of the most beatifull places that I have ever been in my whole fucking life.

shangai: varios





domingo, 16 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

En Yangshuo nos rodeó un grupo de quinceañeras risueñas, ninfas enanas, a pedirnos autógrafos, como si fuéramos payasos de circo, jugadores de fútbol, cantantes de televisión.

Para mi amigo fue la apoteosis, firmaba, sonreía y sadiqueaba; sadiqueaba, sonreía y firmaba, no sabía qué hacer, rodeado de tantas niñas con cara de cuquita afeitadita, como dice él. Cuando posaba para las fotos cogía a las ninfetas del hombro y entre dientes soltaba cualquier barbaridad. Ellas no lo entendían, claro, y les hacía gracia su expresión. A todo el mundo le hace gracia mi amigo. Para eso el tipo es perfecto, para hacer gracia.

La turba se fue como había llegado. Al frente, unos adolescentes que practicaban kárate ya comenzaban a vernos mal. Yo le dije a mi amigo que lo mejor era largarnos, me acordé del farmaceuta de Hong Kong.

Qué vaina tan loca, chamo, lo de las firmas, ¿para qué sería? Ni idea. También pedían el e-mail, ¿estarán buscando marido?, yo me puedo llevar una chinita para Australia. ¿Buscando un marido a los quince años? Capaz que estas carajitas se casen a esta edad. ¡Qué va!, aquí las mujeres se casan super tarde, lo leí por allí, y además parece que son muy independientes, curran durísimo, en la calle, parejo con los hombres, ¿no ves que van solas por todos lados? Sí. Eso casi nunca se ve en el tercer mundo. Es verdad, ¿y entonces qué querían nuestras amiguitas? Coño no sé.

Ya lo descubriríamos, al rato, después de caminar las dos calles largas de ese pueblo escaparate turístico, hecho de tiendas y casitas de madera como de juguete, rollo Disneychanel.

Comenzando la noche se nos acercó otra turba de ninfas. Autógrafos. ¿Y para qué los quieren? Es una tarea, nos pidieron que reuniéramos correos de turistas, para practicar el inglés, es una tarea de inglés. Ah, vale.

No hubieras preguntado, cabeza de huevo, me hubieras dejado tranquilo con mi mojón, ya me estaba creyendo Ricky Martin. Mi amigo puso cara de tristeza y después soltó la risa. Yo me las cojo a todas, igualito. Eso ya se ve, no hay que decirlo. El pedo era saber cómo, porque follar en los viajes es un poco jodido. Yo nunca lo he hecho, no he podido, no he sabido cómo, o no me lo he montado bien. Para las indígenas, necesitas tiempo, dinero y ganas de meterte en pedos. Para las turistas, sólo hace falta tiempo y dinero. Yo siempre viajo apurado y pobre. Paso el día caminando y en la noche ya estoy acabado. Además, no me gusta gastar en bares ni en discotecas, y me aburre pasar horas hablando mamonadas, esperando a ver qué sale. Supongo que si uno entra a un albergue de juventud y dedica horas a la cacería acaba encontrando algo, no sé. Eso sí, no hay que ponerse exigente, ésta es la fórmula. Para ir de Casanova hay que tener el estómago duro. Es lo que he visto. Meterla donde sea, mientras más fácil mejor. Gorditas, feítas, enanitas, dientoncitas, acomplejaditas, flaquitas, apocaditas, grandotas, timiditas, calladitas, lentuditas, amargaditas, estupiditas, nariguditas, pelabolitas, desubicaditas, depresivitas, olorositas, tierruitas, resentiditas, pobrecitas, regaladitas, inadaptaditas, alcoholiquitas, acabaditas, enfermitas, pepuditas, arrugaditas, pendejitas, putitas, maleducaditas, mochitas, pueblerinitas, viejitas, nichecitas, orejoncitas, abandonaditas, horteritas, necesitaditas, olvidaditas, marginalitas, ansiositas (y ya paro, que me estoy poniendo misógino)... éste es el mercado. Si te pones exigente te vas al carajo. Las tipas buenas no necesitan follar con lo primero que aparece, claro. Yo empecé mal, me puse exigente desde el colegio. Creo que me engañaron las nínfulas con algunas miradas y un par de toqueteos distraídos que, por mi timidez, no acabaron en nada. Quizá al final sólo sea esto, un pedo de timidez. Necesito que me den un dato para lanzarme, una mirada, no sé, lo que sea. Sociopatía y timidez, de puta madre. Y creo que es tarde para ir arreglándolo.

shangai: dragones





sábado, 15 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

Creo que el chaval uruguayo se merece un fragmento, por portarse bien. Un fragmento que hable de él, quiero decir. De su valor, como caso de estudio. Antes de ayer estuvo contando cómo funcionaba su escuela secundaria, en Norteamérica. Cada mañana juramento a la bandera con la mano en el pecho. Si no lo haces, te levantan una amonestación, y si insistes, te pueden expulsar del instituto. De todos modos todos lo hacían, lo del juramento, para no quedar mal con los compañeros, porque allá lo peor es que te acusen de antipatriótico.

Después, en clase, todo el tiempo estaba puesto CNN, en un televisor, la maestra le bajaba el volumen cuando hablaba, dice que vio el ataque de las torres gemelas allí, en directo.

Y funciona, sí, de puta madre, el adoctrinamiento del CNN, por ejemplo: estábamos hablando de viajes, él me dijo que yo estaba loco, que cómo me podía ir a todos esos países cutres, llenos de gente rara y de terroristas. Son mucho más tranquilos que aquí. Pero no sé, ché, todos son pobres, y sólo hay gente sufriendo, pasando hambre; mirá, si ponemos en el Google India, mirá, todo es cutre, feo, mirá las fotos. Coño, el Taj Majal yo no lo veo cutre. Pero mirá la cara de esta mujer, está sucia. Joder, es una gitana del Rajastán, ¿cómo quieres que esté limpia, si eso es en el desierto? Decime un pais de África, de esos que tú vas. Senegal. Mirá, unos niños sufriendo. ¿Sufriendo?, yo veo que están cagados de la risa. Bueno, pero están desnudos, son pobres; en cambio, si ponemos Australia, mirá, todo es guay, es bonito, las playas, los canguros, guay. Pon Costa Rica. Ya, es guay, playas y palmeras. Pero Costa Rica es tercer mundo, hay bastantes campesinos pobres. Sí, pero Latinoamérica se salva; Australia, Norteamérica, y Europa, todo lo demás fuera, son países problemáticos, controversiales, atrasados. Busca fotos de Shangai, para que veas qué atrasados. Bueno, pero estos son conflictivos, ¿no fueron ellos los que tiraron las bombas en Pearl Harbor? ¿Quiénes, los chinos? No, fueron los de Vietnam, ¿no?, ¿no fueron los de Vietnam?, ¿fueron los coreanos?, ¿quiénes fueron?, los coreanos, ¿no? ¿No te lo dijeron en clases de historia? Sí, no sé, las clases de historia las daba el coach de fútbol americano, y se pasaba las dos horas comentando los partidos; de verdad, era así, te lo juro; y entonces en los exámenes te preguntaba cuál había sido la noticia más importante de la semana en el CNN, y para responder tenías que dar tu opinión, nada más, eso fue todo lo que yo aprendí de geografía y de historia.

fez: oficios





sin titulo: fragmento

Quedan quince días de novela. Encontré piso en París. El primer número que llamé, de una lista de particulares, no de agencias. Unos peruanos, supongo que hubo algo de solidaridad sudaca, en el asunto, no me pidieron las vainas que me venían exigiendo las agencias y que yo no tengo, por supuesto. Dije lo de siempre: el mes que viene comienzo a trabajar en París y quiero alquilar sin ver el inmueble (una mentira práctica, nadie me alquilará si digo que pienso pasar un tiempo viviendo del dolce fare niente, del paro y los ahorros, el préstamo, más bien). Éste es un estudio de dieciséis metros en Montparnasse. Duplico el espacio que ocupo ahora, y estaré solo, en una zona cojonuda. Joder, está perfecto.

En la mañana comencé a tramitar el paro. Por dieciséis días (casualmente, los que me faltaban en el hotel) necesito presentar otro papel. He tenido que pasar por el hotelito dos estrellas. No tenían el papel, me dijeron que llame el lunes para recordar pedírselo a la gestoría. Me trataron bien, curiosamente. Quizá no supieron que fui yo quien se llevó al otro recepcionista, dejándolos con el culo al aire. O ya se olvidaron del tema.

En la noche compré un pasaje de avión a París para coger las llaves y dedicar ocho días a preparar el piso para la mudanza. Mirar el espacio, saber qué hay, qué me llevo, limpiar y pintar, comprar algo, una cama aérea, como las literas, pero sin nada abajo, creo yo. Dejar el sofá para las visitas. De Barcelona no me llevaré gran cosa, de todos modos, no sé cuánto tiempo viva en París. Alquilaré un coche para meterlo todo. Escribí a un par de agencias de alquiler de vehículos preguntando si puedo sacar el coche aquí y dejarlo allá. Creo que no. De todos modos, mi compañero de piso se ofreció a acompañarme, para traer el coche él. Si no, voy y vego en coche, y me vuelvo a ir por avión, en low cost . No sé, ya veré. Por ahora, depositar un mes y resolver lo del paro. Después, nada que hacer hasta el día de partida. Creo que me iré con la tienda de campaña a la Costa Brava. Hoy, quedé con [CENSURA] para pasar la tarde en un hotel. Me quedaré a dormir, mañana piscina. Vida perra de desempleado. Me siento raro, con el tiempo libre.

beijing: monumentos







viernes, 14 de septiembre de 2007

sin titulo: fragmento

Después de Guilin el destino que nos interesaba era Dali, pero quedaba bastante lejos, en la frontera con Birmania. Decidimos usar el tren litera y hacer dos paradas. La primera en Nanning, la segunda en Kunming.
En Nanning lo más interesante fue un niño, de unos doce años, que estuvo haciendo el tonto con nosotros en un garito cerca de la estación de trenes. Sacó su cuaderno de la escuela y comenzó a darle clases de mandarín a mi amigo. Cada vez que mi amigo acababa la frase el chinito se desesperaba y le decía que no, así no, y repetía, sílaba por sílaba, cómo tenía que decirlo. Mi amigo lo intentaba otra vez, el chinito se desesperaba, sus familiares se reían, y mi amigo le decía, “¡ahora sí, ahora sí!”, y volvía a cagarla, una y otra vez. Nada, ni una sola frase buena, según el maestro, Quirón desbocado. Con la cuarta cerveza me vinieron ganas de mear. Pregunté dónde estaba el baño. El maestro se ofreció a llevarme. Llegamos al fondo del garito, me abrió una puerta, y me mostró el agujero donde tenía que apuntar. En eso estaba cuando el maestro volvió y se puso a orinar junto a mí, en el mismo agujero. Acabó, se sacudió, y se agachó a mirarme la polla. Dijo no sé qué y regresó a sus clases. Tenía que saber cómo eran las pollas extranjeras, para enseñar a sus condiscípulos. Y es que a estos tipos lo de orinar y cagar no les preocupa. Los baños públicos, los de la calle, además de que no esconden mucho a los usuarios, no tienen separaciones, cada quien se agacha junto al vecino, y se caga hablando. Entré una vez y salí espantado. No entiendo cómo pueden cagar así, oliéndose y mirándose. Yo he conseguido aprender muchas cosas con los viajes, pero en lo de cagar, de verdad, no he podido dejar de ser occidental. Es una mierda, ya lo sé, pero necesito sentirme a gusto con ella, necesito que siga siendo mía, ella y yo, juntos los dos, hasta el final, en nuestra intimidad. Estos tipos, en cambio, son absolutamente prácticos, lo demuestran cagando.

fez: madrazas