Los picos nevados de los Pirineos entraban por las ventanas del tren cuando un indigente llegó preguntando:
—¿Me das dinero?
—¿Qué?
—¿Me das dinero?
—¿Para qué?
—Para comer.
—¿Para comer qué?
—Pues… cualquier cosa… no sé… para comer algo.
—Bueno, cuando sepas qué vas a comer te doy el dinero.
—Para comer… uvas… eso, uvas.
—Vale, ¿cuánto cuestan las uvas?
—Pues… no sé… cien pesetas.
—¿Una uva o muchas uvas?
—Pues… muchas.
—¿Cuántas?
—Vale… déjalo ya… mejor anda a que te jodan pol culo maricón…
—¿A que me jodan?
—Sí, a que te jodan… ¡Capullo!
—¿A que me joda quién?
Se fue. No le gustaron mis preguntas.
Detrás del indigente salieron los bosques y las lagunas y los paisajes invernales y comenzaron a llegar algunos pueblos inútiles; uno de ellos, para nosotros el último, Figueres.
WORK IN PROGRESS
sábado, 25 de octubre de 2008
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2 comentarios:
Me permito una anécdota:hace poco estuve en Madrid y como buena chica de provincias, me asediaron los que pedian,pues mi bajada de mirada era una candidata al euro lava conciencias.Cuando comencé a adaptarme y a sobrevivir al entorno,me fijé en una manta,con dos perros encima y un cartel que pedia para darles de comer.Sorprendida observé,que el supuesto pedigueño salia disparado con unas monedas, que le acababan de dar.Pense,de la que me he librado,menudo timo,ahora los abandonará ...al momento,le vi venir y el espectáculo no tuvo precio,traía comida para los animales y encima mimos y ternura...sin comentarios.
me gusta tu historia, se merece mucho mas que un comentario en un blog, de verdad
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