WORK IN PROGRESS

viernes, 1 de mayo de 2009

la fama, o es venerea, o no es fama (continuacion)

Con la mujer del velo nuestro héroe llegó a Mogador, Essaouira.
Las ciudades así, como Estambul, Angostura o Sant Petersburgo, nombradas y vueltas a nombrar, a nuestro héroe lo ponen cachondo, le despiertan el morbo gerontofílico urbanístico. Aprovecho, aunque vaya en contra de la lógica de mi librito, de meter un fragmento didáctico como los que llenan El Código Da Vinci.
Mogador existe desde la Antigüedad, era una colonia fenicia. En la frontera con el Sahara, la ciudad ha sido desde siempre un punto de comercio. Era de aquí que los fenicios se llevaban la púrpura, una sustancia más valiosa que el oro, en la época. Durante la Edad Media la ciudad cayó en manos de los musulmanes y luego de los portugueses, que construyeron una fortaleza capaz de resistir los ataques de españoles, ingleses, franceses y holandeses. En el siglo XVIII un príncipe árabe levantó, con arquitectos occidentales, una ciudad amurallada pensada para el comercio y la defensa. Y esto fue lo que encontró nuestro héroe: un zoco árabe dentro de una ciudad amalfitana. Estaba feliz. La mujer del velo lo había llevado hasta allí pensando que sería mucho más fácil ocultarlo mezclándolo entre los turistas que aislándolo en las montañas, donde era el único extranjero. Ella misma se vistió al estilo occidental y, en el hotel, se registraron como una pareja española (ella tenía pasaportes falsos para los dos). En la habitación, una cama matrimonial.
--Te toca dormir en el suelo –le dijo a nuestro héroe, sonriente, la mujer.
Una gilipollez de comentario, por supuesto, que hace ver al autor como una víctima del síndrome de Peter Pan, y además en plan monotemático. Y claro, hay que cuidarse de ponerse repetitivo, por más que en la estructura de mi novelita cada capítulo deba corresponder a algo en sus distintas versiones. Y allí está el chiste, me dirán los lectores, tienes que mantener el equilibrio entre la simplicidad boba y la complicación pedante, escribir algo que no sea tan exigente que nos canse y nos haga perder el interés, ni tan fácil que nos aburra. Cojonudo, en teoría, pero trata de llevarlo a la práctica. Sobre todo, cuando no has decidido a quién le vas a escribir.

*

Un noticiero de televisión dedicado a destapar la vida oculta de un hijo de vecino (que hable de sus peleas familiares; de vicios sexuales, rollos incestuosos o episodios de homosexualidad; mezquindades, ruindades; cosas así, de éstas que gustan a la gente). Cada día un hijo de vecino distinto, sus trapos sucios al sol. Creo que el programa tendría buena audiencia, si lo pasan en horario estelar, antes o después de un conocido reality show.

Un noticiero de televisión dedicado a los deseos comunes del televidente masculino. En el noticiero aparecen coches deportivos; platos de concursos gastronómicos; viviendas de lujo; juegos sexuales con modelos. Entonces un pitido, que siempre ha estado en el fondo, progresivamente se hace más intenso hasta silenciar la musiquita boba que ha venido acompañando al programa; las imágenes también evolucionan: las casas necesitan reparaciones y pintura; los coches deportivos se estropean en carreteras desiertas; los platos de comida parecen haber sido olvidados sobre la mesa varios días atrás; la modelo ya no se ofrece libremente, sino que llora como si estuviera siendo forzada; y para cerrar, imágenes de geriátricos públicos y salas de operaciones. Creo que el programa no tendría audiencia, ni siquiera en horario estelar, antes o después de la celebración del sorteo de la lotería, pero no sé, con esto de los gustos de la gente nunca se sabe.

No hay comentarios: