WORK IN PROGRESS

sábado, 2 de mayo de 2009

la fama, o es venerea, o no es fama (continuacion)

¡Pero si es cojonudo, esto de los best sellers! ¡Qué libertad, qué imaginación, qué soltura! Voy casi por la mitad de El Código Da Vinci y veo que la trama se mueve por un cabo suelto: la suposición equivocada, por parte de la policía francesa, de que el protagonista ha matado a un tipo; pero hasta ahora nadie ha dicho por qué la policía sospecha del protagonista, si no tiene antecedentes penales ni perfil de asesino, ni tampoco un móvil para matar al otro, nada, todo esta puesto allí felizmente, a tomar por culo las complicaciones, es así y ya; porque lo importante es que haya acertijos y persecuciones, y una gran organización escondida que guarda un secreto muy escandaloso; con eso basta. Ah claro, y que el rollo es en París y eso parece que es fashion y hay algunos trocitos didácticos y hablan mal del Opus Dei, o sea, de una peña mamona, sectaria, y con dinero. Pues… ¡entonces mi novelita está de puta madre!, y además, no necesito darle vueltas a la cabeza para que sea creíble. Eso sí, le faltan más persecuciones y acertijos, sobre todo acertijos, no he puesto ninguno.
En El Código Da Vinci usan mucho la iconografía. Se supone que debería aprovechar que estoy en París estudiando justamente eso; hablar de las clases de teoría de la imagen dedicadas a las figuras que están sobre los arcos en la Capilla Sixtina, junto a los nombres de los antepasados de Cristo, las clases donde el profesor murmura mirando al techo si es que las figuras son los antepasados de Cristo o no; y si no, qué representan; y entonces se manda dos horas sobre el judío real, el judío histórico, y el judío hermenéutico, y si me pongo a escribir aquí las explicaciones creo que el lector va a cerrar mi librito aburrido y adiós millones. Nada, las clases no me sirven, tengo que buscar acertijos pendejos, no académicos, que son pendejos también pero de otra forma. Voy.

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Notas:
La tercera fila de figuritas, en el dovelaje (sí, la palabra no se entiende, pero la pone la guía, no la he traído yo, a la palabra, y sí, la guía es rimbombante, pero es lo que vendían en el tarantín que está dentro de la iglesia y de todos modos, para lo que yo quería, resuelve), reúne las virtudes y los vicios. Cada virtud es una esculturita de mujer y cada vicio un muñequito pisado: la Prudencia lleva un libro y, abajo, la Locura muerde una piedra; la Justicia sostiene su balanza y la Injusticia, una figurita graciosa, trata de tocar uno de los platillos que la otra sostiene; la Fuerza levanta una espada y la Cobardía es un soldado que ha tirado sus armas; la Templanza acaricia una paloma y, abajo, la Intemperancia muestra una teta, estas son las virtudes cardinales, luego vienen las teologales: la Fe contra la Idolatría; la Esperanza contra la Desesperación; la Caridad contra la Avaricia; la Humildad contra el Orgullo. Seis horas mirando figuritas y todavía no llego a la mitad. Necesitaré una o dos visitas más para verlo todo, contando los vitrales. Por suerte el tren a Chartres sale de Montparnasse y no pasa el revisor pidiendo billetes, así que puedo sudaquear y venir gratis cada vez que quiera.

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