Se juzga más fácilmente de lo que se obra, y muy pocas veces se obra según se ha juzgado.
Quien juzga come poco, pero come bien.
Quien juzga ama mucho, pero por ser pocas las veces que ama, pues ocupa su tiempo en andar juzgando, se juzga poco amado.
Juzga mucho quien bebe poco, aunque el borracho es gran hablador, y por lo tanto, juzga a diestra y siniestra.
El poeta mientras más juzga más destruye de su obra; y si alguna vez juzgara todo y perfectamente, nada de su obra dejaría, pues es la poesía ambiciosa y el ingenio siempre es menor que la ambición.
Juzgó uno: No había nada tan grande para los romanos como el triunfo. Y por querer juzgarse triunfador, el conejo se comió al león.
Dejando sin orden a la selva.
Juzgó uno: No debe ser molesta la novedad que es útil. Y juzgó bien toda novedad, permitiéndose a la cabra parir monos, a quienes la madre educó como ovejos.
Y ésa es la raza humana.
Juzgó uno: Es pues, la patria, cosa saludable. Viejo y tosiendo.
Y muy malamente enfermo muriendo en su casa el ratón, envenenado.
Juzgó uno: No hay obra. Tanto lo dijo.
Que al tiempo era conocido por este decir.
WORK IN PROGRESS
viernes, 29 de agosto de 2008
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