Al otro lado de la estación de Montparnasse está la Plaza Catalunya, como para no olvidar el sitio donde viví los últimos nueve años. Unos edificios de Bofils y, detrás, una iglesia estilo revolución industrial: vigas de hierro al descubierto, cemento, simplicidad funcional. Para la época (segunda mitad del siglo XIX), lo mecánico, el hierro, el hormigón, estaba de moda, simbolizaba el progreso, la naturaleza dominada por el hombre, el triunfo de la tecnología y la razón, la modernidad. Ayer vi un edificio insdustrial en el medio de un bosque dentro de una pintura del Romanticismo, el paisaje del futuro, decía. Y en Montmatre, hace un par de días, otra iglesia industrial y funcionalista, hermana de la de Montparnasse, pero de ladrillos.
Además, está la cárcel de Dublín: http://armandoluigi.blogspot.com/2008/07/dublin-piranessi.html
y, por supuesto, el icono, la Torre Eiffel:
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7WtVBcyx_hkemeQYIq0QVdqd8OtEiSVFX1BZuHAcp71Npq6q1JLhLKjgJXpsYZ47r59Hm7OW2A3lQE0zYn8OygAbadqCBJF_5eYRw361c6d64Tx-8EmMCCIwpInh_AXv6SEtqYs7Af30X/s1600-h/ParisGlamourTourEiffel.jpg
La fé en los nuevos materiales continúa en la arquitectura, ahora reflejada en el vidrio, el hierro escondido.
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