En el embotellamiento de mirones que se formó al otro lado de la autopista venían unos amigos de mi hermana. Reconocieron a la ambulancia, se bajaron, me preguntaron si era el hermano de mi hermana, les dije que sí, y me llevaron a casa, donde mi mamá, después de balbucear y moverse de un sitio a otro, acabó llevándome a la clínica menos desprestigiada de la ciudad, donde un colega y condiscípulo de uno de mis tíos (pimpollo también, dueño de la clínica veterinaria menos desprestigiada de la ciudad), estuvo tratando de cerrarme el labio leporino que me había salido con el choque, usando hilos plásticos y una aguja que era más bien un anzuelo.
*
Más justificaciones: he llegado hasta aquí, dondequiera que esté (no sé bien), por pura comodidad, por negligencia. Por mis ganas de no hacer, de ir tirando, de seguir el camino fácil. Fácil para mí, digo, particularmente. Cada quien lo tiene, su camino fácil. Viene con las opciones donde caes directamente, sin grandes dudas ni luchas interiores. No tiene nada que ver con la firmeza o el heroísmo aunque, a veces, por pura casualidad, puede coincidir. El camino fácil del mártir, por ejemplo, es una atrocidad para el timador de las bolitas de La Rambla. Y al revés, supongo. Entonces, lo heroico, creo yo, sería invertir los destinos. Lo bonito, lo jodido, lo admirable, sería hacer eso que no nos nace, apostar por lo que nos incomoda, por lo que va contra nosotros mismos, contra nuestras creencias, nuestros principios; violar nuestra moral, cagarnos en nuestra ética, si es que la tenemos, o si no, si es lo contrario, si jamás usamos eso que llaman creencias, principios, moral o ética, y nos mueve el simple y concreto oportunismo egoísta, entonces mejor aún, actuar como si tuviéramos valores etéreos, seguir el ejemplo de los santos, a ver qué se siente, sabiendo que sólo nos nace ser cabrones y deambular como grandes hijos de puta cada día. No sé si me explico, hablo de hacerlo de verdad, negarnos, sintiendo que estamos siendo otros, sin ninguna intención final, sin objetivo ni metas, porque eso sería volver a caer en el camino fácil, el del sacrificio actual por el bien futuro, proyectos y pendejaditas, cosas así. No. Hacerlo a lo burro, desmadrar nuestra esencia, por puro destrozar, por gusto absurdo, por hacer la gracia, por descolocarnos, emborronar nuestra fama, sea cual sea, pegarle cuatro palazos a lo que se espera de nosotros, incendiar nuestro lugar en el mundo.
Es muy jodido, de verdad, practicar esta piromanía existencial. Sólo imaginarlo me viene un repeluz, suponiendo la contradirección, el descolocamiento. Imaginarme fundando una Asociación de Amigos del yo qué sé, o trabajando como voluntario en un jardín de infancia, o enrolándome en el ejército, así, por puro ser malparido contra mí mismo. Por puro gesto final, por gran atentado, por espina enorme hundida junto al ojo del culo, por puro eso. Sería demasiado, volverse, así porque sí, una gran otra persona.
WORK IN PROGRESS
viernes, 28 de noviembre de 2008
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