WORK IN PROGRESS

sábado, 2 de febrero de 2008

sin titulo: fragmento

Eros se deja dar por el culo y tu primo, quizá, sea gay. ¿Te importa, de verdad, lo que hace cada quien con sus agujeros? Un amigo de mi ex me encargó escribir un guión pendejo, me envió sus ideas infantiles, me ofreció mil quinientos. ¿Saber cuánto saco, por mes, multiplica tus ingresos? Mi ex me dio mil quinientos, también, por mi parte del mobiliario del piso, según sus cuentas. ¿Eso mejora tu sueño, te hace roncar más profundo? Si sigo así, arañando de aquí y de allá, quizá me pueda ir a París antes de que acabe el año ¿Y entonces, según tú, se revalorizarán tus inmuebles? Si te pidiera prestado seguro me darías para sentirte importante, exitoso, cojonudo, pero no te pienso pedir. Litiga con tus inquilinos, cuida a tu mujer cuando se emborracha, acosa a tus deudores, huye de tus acreedores, trata de que no te mate un malandro, ocúpate, mejor, de tus problemas. Yo te ayudaría, en serio, si pudiera, pero es que, en realidad, no me interesas.

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Y así andaba la novelita del robo con allanamiento, ¡oh pacientes lectores!, avanzando a tropezones. Se puede conseguir que una historia funcione, que atrape y parezca, como dicen, no sé por qué, “redonda”, pero para eso hay que limpiar el texto de todo exceso, presentar dos o tres líneas que se muevan, siempre, hacia la respuesta de la preguntita que sostiene toda la payasada. Atrás, una estructura sólida, como en los guiones de cine, cerrando el espacio de la improvisación. Escribir una novela con estructura es llenar espacios en blanco. Y eso, cuando no tienes nada que decir, aburre. Para no decir nada lo mejor es improvisar, está claro. Páginas y páginas de nada, para decir nada. O si no, páginas y páginas de nada, creyendo decir algo, y eso es un poco ridículo. Y claro, conseguir algo que decir es jodido, muchísimo. Revolver vainas atávicas, morder al inconsciente colectivo, hacer el Shakespeare, fabricar un Sancho, coño, a ver quién puede. Yo no, seguro. Por eso improviso, poniendo en el correo electrónico de nuestro héroe una noticia de prensa donde sus dos empleados aparecen muertos, a cuchilladas, supuestamente por una pelea entre ellos. Y claro, a nuestro héroe le entra el acojone. La noticia, según la novelita del robo con allanamiento, mostraba lo rápido que la organización (era la primera vez que usaba el nombre) eliminó a sus empleados, al indio y al marroquí. Y esto, claro, suponía un funcionamiento cojonudo. O sea, que lo tenía jodido, él. Había que huir.
Y huir, también, era una manera de darle un aire cinematográfico a la novelita. Porque si el librito no consigue parecer una Tv movie la cosa está difícil, para publicar. Los libros raros, como éste, casi nunca se vuelven papel con lomo, si acaso en editoriales perras, insignificantes. Pérdida segura, piensan los editores, cuando los ven ¿Quién carajo puede querer leerlos? No sé, ni me importa. Estoy con los editores, ellos tienen la experiencia. Si sólo publican larvas de Tv movies es porque los obliga el mercado. Si el mercado consumiera otra cosa, publicarían otra cosa, lógico, es su negocio. Y aquello de que la culpa no es del cochino, sino de quien lo alimenta, es mentira. Y ya paro, que estoy hablando demasiadas pendejadas, y tengo que respetar la estructura de mi historieta.

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