WORK IN PROGRESS

lunes, 18 de febrero de 2008

sin titulo: fragmento

Te ofende que me gastara mi herencia viajando, en vez de montar un pequeño negocio, como has hecho tú. Te digo por qué: yo sonrío, tú trabajas.

Me preguntas por qué son ácidos casi todos mis escritos. Es que de niño me hicieron beber glucosa líquida en una consulta médica. Desde entonces, lo muy dulce me repugna, me afloja las tripas. Para escribir dulce tendría que hacerlo sentado en el baño, y esto, dicen, alimenta las hemorroides. Ya me operaron una vez y tengo que decir algo: duele, no sabes cuánto, duele, la primera noche, cuando aprietas, por instinto, es como si te metieran un tubo de hierro caliente. No quiero volver a vivirlo. Y por eso, aunque no miro mucho lo que como, sí me cuido bien en lo que escribo. De pastelitos y dulzuras, mejor, casi nada.

Piensas que si fuera rico tiraría mi fortuna alquilando un piso en París, junto a los Jardines de Luxemburgo, y otro en Nueva York, frente al Central Park; supones que compraría una galería de arte, aunque sólo dé pérdidas, y que haría de mecenas de más de un músico con genio; que construiría viviendas vistosas en Orcha, en Basha, en Ouidá, aunque no las ocupe y se las coma la selva, la nieve o el mar; que compraría un palacio renacentista en Ravello, aunque se esté cayendo; que celebraría fiestas exquisitas casi cada noche, allí donde me de la gana de estar. No, si fuera rico no haría nada de esto. Simplemente lo escondería todo, cuidadosamente, para que no me vengas a mendigar.

Me dices, a mis treinta y muchos años, que me he convertido en un hombre de recursos. Eso está bien. Ahora sólo falta saber cuántos más necesitaré, para tenerlos.

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