WORK IN PROGRESS

jueves, 7 de febrero de 2008

sin titulo: fragmento

En Udaipur, viendo a un tipo espantar a vergajazos a una vaca que quería entrar a un templo, creo que comencé a entender cómo funcionaba la vaina. Eso que desde lejos podía parecer misticismo pendejo, impráctico, irracional, resulta que era una fórmula cojonuda para convivir, millones de personas, desde siempre, apretadas, con un mínimo de recursos, en el mismo espacio; porque si algo tenía la India, diferente al resto del mundo no industrializado que había pateado, era la abundancia de gente, por todos lados. Siendo vegetarianos se ahorraban los mataderos, la pestilencia de la carne, la podredumbre de la basura, la defensa de la tierra de pastoreo, la lucha por la posesión de los animales. Siendo borregos, con las castas, se ahorraban las revueltas, el odio social, las guerras civiles, los genocidios, el malestar, la cagada. Siendo fatalistas, con el mundo en general, se ahorraban el resto: pintura, jabón, gasolina, asfalto, luces de neón, escobas y trapitos; todo estaba bien como estaba, que era a punto de caerse a pedazos, por supuesto, pero qué carajo, la cosa anda, a medias, pero anda: escaleras centenarias resbalosas, perfectas para romperse el hueso del culo; ranas milenarias bañándose en la piscina como todo el mundo; un lago que se había quedado sin agua desde hacía varios años… bueno, esto sí los tenía acojonados: con el lago seco, los turistas se habían alejado, y las siembras no rendían como antes. Por allí se paseaba un elefante aburrido, cargado con algún blanco flaco y mal afeitado; los barcos, en cambio, en vez de pasearse, se mantenían ridículamente inmóviles, en un suelo que ya tenía pasto; mientras las vacas, felices ellas, mordían sin apuro ese pasto que crecía alrededor de los barcos, en la tierra negra del lago.

Y así, en Udaipur, los años de vacas flacas se recuerdan, más bien, por sus vacas gordas.

*

Querías una excusa y la has encontrado. Te leíste en mi novela y ya no me quieres ver más, desapareces. ¿No hubiera sido mejor, entonces, no darte a leer nada? No, porque haciendo mal, cosas buenas salen de mis textos: lejos de mí, te recupera tu familia.

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