Quieres que un astuto ladrón se lleve el dinero de las cuentas bancarias, o que un incendio provocado acabe con tu departamento, o que aparezca un acreedor reclamando una deuda causada por otro, o que ese otro consiga que te echen de tu empleo, o que, simplemente, con un camión de mudanza, alguien vacíe tu piso. Pero no, usando un par de maletas me he llevado algo de ropa donde los argentinos, he dejado todo lo demás, incluso los discos que vinieron conmigo del otro lado del océano. Tus bienes, esos por los que tanto te preocupas, son los únicos que, en realidad, no tienes. Ellos te poseen a ti, no tú a ellos.
Juego: se pone la cámara torcida, de lado, en una habitación sucia con iluminación artificial. El estudio de un artista plástico, parece, aunque no hay ninguna pintura. En el medio del encuadre (horizontalmente, porque la cámara está torcida), un tipo saca de un violín, a intervalos regulares, el mismo acorde durante 55'54'', sin variaciones. En la pantalla previa al video se dice que la afinación reproduce las letras D E A y D, y la obra los meandros del espíritu y de la utilización del cuerpo para difundir este mensaje fúnebre y no sé qué chorradas más (el mérito es de los críticos que, para ganarse el pan o buscar favores o hacerse los inteligentes o yo qué sé, son capaces de sacar piedras del agua, perdón, agua de las piedras, o algo así). Para comprobar que el tipo hace la misma vaina durante casi una hora, y no morir de aburrimiento, se leen las noticias descargadas en el ordenador de bolsillo; un paquete de medidas del gobierno norteamericano para paliar una amenazante recesión; un operativo antiterrorista en Barcelona, con más de veinte detenidos, islamistas; un nuevo record de temperaturas en Buenos Aires, las más altas registradas en toda su historia. Y atrás, el tipo dándole al violincito una y otra vez, el mismo acorde, siempre. Un poco estúpidamente paranoide, todo esto, la verdad.
Juego: se extienden las cartas o las cerillas o lo que sea en una superficie, no importa el número ni la disposición, aunque siempre en filas descendentes. Cada contrincante retira una o varias cartas o cerillas o lo que sea, siempre de la misma fila y cercanas a él. Pierde quien tenga que retirar la última carta o cerilla o lo que sea. Y quien gana, pierde a su mujer.
WORK IN PROGRESS
domingo, 20 de enero de 2008
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