WORK IN PROGRESS

lunes, 14 de enero de 2008

sin titulo: fragmento

21:27 h. La pareja de argentinos de la 106 quiere saber dónde pueden encontrar agua caliente. El sujeto les pregunta si la quieren para el mate. La pareja de la 106 responde afirmativamente. El sujeto sale del área de la recepción, les pide el termo y se acerca a la pequeña barra que hace años se usó como bar. El sujeto nota que se acabó la garrafa y comenta que usará agua de grifo, que se puede beber, y que de todos modos el mate ya le quitará el sabor al agua. El miembro masculino de la pareja de la 106 dice “sí, no hay problema, está bien”.
21:31 h. El sujeto le pregunta a la pareja de la 106 cómo va el viaje por Europa. La pareja responde que muy bien, que mañana salen a París. El sujeto dice que esa sigue siendo su ciudad preferida, pero que si pueden, si tienen unos días, se acerquen a Estambul, que hay ofertas muy buenas de avión y hotel, y es una ciudad que les gustará mucho, seguro.
21:37 h. La pareja de la 106 y el sujeto recorren Europa con frases. El sujeto dice que ya viene, y entra al mostrador de la recepción porque han llegado los venezolanos del boxeo, de la 209.
21:42 h. Después de entregar la llave 209 el sujeto regresa al agua caliente y al termo, que devuelve a la pareja de la 106. El boxeador de la 209, que se ha quedado abajo, le pregunta al sujeto desde cuando está en España. La pareja de la 106 se despide. El sujeto le responde al boxeador “ocho años”.
21:43 h. El sujeto le pregunta al boxeador de la 209, entre otras cosas, cómo está el tema de la inseguridad en Venezuela, el boxeador responde que hace un año y medio le pegaron un tiro en la cara. “¡¿Cómo?!”. Estaba hablando por el celular, en la avenida Baralt, frente al edificio donde vivía, y le salió un tipo que le dijo “¡Dame el celular!”; el boxeador, interrumpiendo, molesto, su conversación telefónica, le respondió al tipo que no le iba a dar un coño; el tipo le grito que le diera el celular o lo mataba; el boxeador, interrumpiendo otra vez, molesto, su conversación telefónica, le dijo al tipo “mátame pues”; el tipo sacó una pistola, el boxeador no sabe de dónde, y le disparó en la cara. El sujeto dice, “¡coño, y cómo es esto!, ¿qué pasó?, ¿cómo estás aquí?, ¿qué calibre era?”; el boxeador continúa, “una treinta y ocho, pero como disparó a quemarropa la bala no tuvo tiempo de coger velocidad, entró por aquí (señala una cicatriz sobre la boca), me rompió el maxilar, pasó por arriba del paladar y acabó alojándose entre la vértebra segunda y la tercera”; con el disparo el boxeador dice que se cayó al suelo, pero que así y todo se levantó y trató de coger por las piernas al tipo de la pistola; el tipo se soltó y echó a correr; una turba, vecinos del boxeador, corrió detrás del tipo pero no lo cogieron; dos motorizados subieron al boxeador sobre una camioneta y se fueron con él hasta el hospital militar, los motorizados apartaban a los carros mientras la camioneta con el boxeador los seguía, sirviendo de ambulancia; en el hospital militar los dejaron pasar porque el boxeador era sobrino de un general, y llevaba en la cartera una identificación del ejército; mientras lo atendían, el boxeador dijo que estuvo paseándose y escupiendo sangre en una cubeta.
22:04 h. Timbre telefónico. El sujeto regresa a la recepción y recibe una petición de reserva. El sujeto la pasa al libro. El boxeador se despide.

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