Un club de jazz y un restaurante de carne y un seguro médico privado; una vecina culta y un ordenador portátil y tres o cuatro billetes de avión cada año; y algunos libros, películas, discos y amigos selectos; una mujer de limpieza que venga un par de veces a la semana, para arreglarlo todo, y una chica guapa e inteligente, que quiera pasar el rato. Consígueme todo eso, Rufo, aunque sea en Sudacalandia, y quédate tú con los cruceros de lujo por el Caribe.
Juego: están esos cacharritos sin forma, que representan a dios; también están los cacharritos largos, que representan el trabajo, la cosecha, la riqueza; y por último, están los anillos, que representan la salud. Se meten los cacharritos y los anillos en una bolsa. Se da la bolsa al interesado para que la sacuda. Se vierte el contenido de la bolsa en un plato llano. Se voltea el plato regándose cacharritos y anillos por el suelo. Se estudia la disposición de cacharritos y anillos sobre el suelo. Se razona. Y después de esto, claro, ya se sabe lo que viene.
Juego: se mira todo, siempre, con una curiosidad exagerada. Se mira tanto, que comienzan a brotar ojos por la frente, hacia arriba, primero un par, luego otro, y después otro, y entonces otro más. Se cuenta todo lo visto, siempre, sin parar, se habla, hasta que los labios parecen un pico. Se escucha poco, más bien nada, hasta que las orejas desaparecen y son sustituidas por una barba pajiza. Se queda uno así, creyéndose profeta, adivino, o yo qué sé. Ahora se mira al espejo, ¿miedo?, al menor movimiento, echa a correr.
WORK IN PROGRESS
miércoles, 16 de enero de 2008
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