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jueves, 11 de septiembre de 2008

guia de barcelona para sociopatas (2007): fragmento

Carta repartida entre los vecinos de Castillejos 252, dedicada a los viejos de abajo

28 de noviembre de 1998

Con esta carta intento recoger firmas para mejorar una situación que afecta a los vecinos del edificio ubicado en Castillejos 252; sobre todo, a los que vivimos en la parte de atrás del inmueble.
Expongo la situación: la pareja que vive en el 3º 3ª se complace en informarnos, de viva voz, de sus opiniones y asuntos cotidianos.
Específicamente, el miembro masculino de la pareja enciende el televisor, cada día hacia las nueve de la mañana, y comenta, hasta las dos de la madrugada, en un tono de voz particularmente enérgico, su opinión sobre los personajes que aparecen en la pantalla. Curiosamente, no importa la hora ni el programa, la opinión es bastante uniforme, ronda dos ideas esenciales: 1) Calla puta; 2) Calla cabrón. A pesar de que estas ideas, probablemente, estén plenamente justificadas (no soy quien para contradecir a nadie), a los que no estamos viendo la televisión en ese momento (es decir, en todo momento), nos perturban un poco en nuestro quehacer cotidiano, y durante el verano, por las ventanas abiertas, adelantan nuestro despertar (lo que puede causar problemas, si uno trabaja de noche).
Con esta carta quisiera pedir a este señor (que, por anciano, no es menos sabio), si por favor pudiera elegir entre alguna de las siguientes opciones:
a) Cambiar el televisor de sitio, para que los gritos no salgan por la ventana;
b) Justificar sus opiniones;
c) Comentar los programas en voz baja y, si es posible, usar el monólogo interior, como acostumbra la mayor parte de la gente.

El miembro femenino de la pareja, a falta de tecnología más adecuada, tiende a emplear el hueco de la escalera o de iluminación para salvar las distancias, con la voz, que la separan de las personas más o menos lejanas. Aunque comparto la idea de que la comunicación, no importa el medio, siempre es buena, también llego a pensar que los mensajes, en algunos casos, sólo atañen a los interesados. Paradójicamente, esta persona es especialmente delicada con los ruidos provenientes del resto de los vecinos. Es la contradictoria naturaleza humana, supongo.

Evidentemente, es una petulancia incómoda utilizar una carta para intentar llamar la atención sobre este tipo de nimiedades, pero los acercamientos personales han resultado, tanto en mi caso como en el de mi mujer, algo incómodos.
En mi caso, al ver la buena disposición con que, a gritos, pretendían contra argumentar mi petición, abandoné el edificio para dedicarme a oficios más interesantes.
En el caso de mi mujer, la pareja le comentó que cómo pretendía decir nada sobre los gritos, si ella, durante la mañana, había tenido relaciones sexuales [¿?] (« ¡Estabas follando, zorra!», para no desvirtuar el lenguaje).
Aunque no me atrevería a discutir la opinión que, con los años, esta pareja ha desarrollado sobre el contacto físico entre las personas, ocurre que nosotros no sentimos vergüenza cuando tenemos relaciones sexuales (consecuencia de nuestra ignorancia y de nuestro bajo nivel cultural, supongo), así que no entendemos por qué una cosa (nuestro intercambio de fluidos) compensa a la otra (la frecuencia, tono, carácter y violencia de sus voces). De verdad que nos gustaría saber qué tiene que ver una cosa con la otra.
Otro punto que no nos ha quedado claro es la utilización del apelativo «zorra» otorgado a una mujer por practicar el sexo con su marido. Probablemente tiene que ver con el hecho de que, en algún momento histórico, las prostitutas disfrutaban con su trabajo (algo que, personalmente, yo dudo); de todos modos, no es cierto que mi esposa ejerza la prostitución, así que la idea de nuestros vecinos, lamentablemente, es errónea.

De cualquier forma, abro ambas opciones.
Si estáis dispuestos a firmar para pedir al dueño de la finca que, por favor, solicite una conducta menos llamativa a los habitantes del 3º 3ª, firmad abajo y dejad vuestro número de apartamento:
_______________________________

Si, por el contrario, deseáis que mi esposa y yo dejemos de practicar el acto sexual, firmad abajo y señalad vuestro número de apartamento:
_______________________________

Obviamente, también podéis firmar ambas opciones.
Luego, si no es mucho pedir, depositad la carta firmada en el buzón del 4º 3ª. Disculpad las molestias,

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