WORK IN PROGRESS

jueves, 1 de enero de 2009

el amor es un producto patrocinado por los fabricantes de condones (continuación)

Otra vez el insomnio. Y hoy no es la comida, no cené. Me quedé frito temprano, a las ocho. A medianoche me despertó el futuro. Sin ahorros, sin trabajo, sin un sitio claro donde dormir. He pensado que para olvidar el futuro lo mejor es caminar hacia el pasado. Aprovechar el material guardado, los buenos ratos, las nimiedades graciosas, las gilipolleces que hacen feliz.
Por ejemplo, recordar cómo vendían, esta mañana, en la calle, pedazos secos de animales. Pieles de serpiente; cuernos de rinoceronte; caballitos de mar, a granel, miles de ellos, tiesos, tirados sobre unos plásticos azules; hongos negros, gigantes, aterradores; exquisiteces de la medicina china tradicional. Pero lo mejor, lo más memorable, eran las garras de tigre, amputadas. Tendones y huesos arriba, las garras, abajo, y la piel, mostrando que eso fue parte de un tigre de Bengala. Más de veinte garras, conté, en total. Cinco tigres, por lo menos.
Reponiendo el stock semanalmente, y suponiendo otros diez mercados parecidos, como mínimo, en todo el mundo, tienen para acabar con los tigres en unos pocos años, calculo yo. Después, ya no sé qué venderán. Habrá que cambiar el género, digo. Entrar a formar parte de la familia Avon, quizá, esa que vende ampollas para las arrugas y cremas contra el embellecimiento. Así no abandonan el sector, los vendedores, no pierden a su clientela ganada con los tigres y la medicina tradicional.
Y aquí estoy, otra vez, pensando en el futuro, jodida álgebra de los tigres y los laberintos monetarios.
Mi amigo, medio dormido, me pregunta si está roncando.
--Deja el pedo, ya te diré cuando no me dejes dormir.
--Es para saber en qué posición ponerme.
Y es que en Australia mi amigo vive recogido por una italiana que lo quiere follar. Le ha puesto una cama dentro de su habitación, la italiana. Mi amigo no tiene habitación, su mujer también le ha dado la patada en el culo, o él a ella, más bien, dice que se aburría, él. Pero a mi amigo no le gusta la italiana que lo acoge, aunque alguna vez le dio unos besos, borracho, dice, para justificarse. Es raro ese desgano, porque mi amigo es capaz de follar con lo que sea. No le gusta la italiana, no sé por qué. Dantesca, Gorgona, debe de ser. El hecho es que la italiana ya le dijo algo de los ronquidos, y mi amigo no se quiere ir, porque entonces tendrá que pagar una habitación, buscarse un piso. Y él tampoco tiene trabajo, ni ahorros, aunque sí unos padres millonarios, o algo así. Con ellos, mi amigo no tiene que irse al pasado para olvidarse del futuro. Prefiere callarlo a fuerza de ronquidos.

*

La onda mueve.
La onda es la forma que mejor se propaga por el espacio. Todos los peces y reptiles se mueven siguiendo ondas transversales laterales de su cuerpo, todos los mamíferos acuáticos lo hacen siguiendo ondas transversales verticales y muchos gusanos siguiendo ondas longitudinales. Las ondas electromagnéticas, como la luz (composición de dos transversales) o las sonoras (longitudinales) propagan información sin necesidad de desplazar materia. Las propiedades de una onda (amplitud, frecuencia y timbre) definen la calidad de un sonido musical, de una luz o de la estructura de las ondulaciones que dejan en la arena las olas de mar. Las fachadas ondulantes del arquitecto Gaudí crean la ilusión de que el edificio se mueve.
Bivalvo. Pez aguja.
Arpa. Cuerdas de guitarra.

1 comentario:

paula dijo...

En la tradición shamanística,el sonido se ve como un camino para entrar a otros mundos y realidades.