WORK IN PROGRESS

martes, 27 de enero de 2009

si alguien te ofreciera un millón, ¿no te dejarías? (continuación)

Esto no es real, dice el tipo de la cerveza. ¿No es real?, ¿tú dices que no es real?, esto es muy real, tienen que pagarlo, ¡¿Tarjeta de crédito o efectivo?! Nosotros no tenemos todo ese dinero, no podemos pagar, dice el de la cerveza. ¡¿Quieren problemas en Shangai?! ¡¿Buscan problemas en Shangai?! ¡Tienen que pagar esto!, grita el gilipollas, sobreactuando. Al lado, un chinito gigante, de unos veinte años, cambia sus posturas para hacerse notar. Espera, vamos a ver la cuenta, dice el otro tipo, el que no pidió nada. ¡Efectivo o tarjeta de crédito!, sobreactúa gritando el gilipollas. ¡Pero, ¿no nos puedes explicar la cuenta?!, pregunta el que no pidió nada. El gilipollas se inclina, explica con mala cara, y acaba gritando ¡¿Efectivo o tarjeta de crédito?! De verdad que no tenemos ese dinero, repite el de la cerveza, que reúne todo el efectivo que llevan, una trigésima parte de la cuenta de los matones, y lo pone sobre la mesa. Esto es todo lo que podemos pagar. El tipo lo mira a los ojos, ¿efectivo o tarjeta de crédito? No podemos pagar ese dinero, dice el de la cerveza, como cansado. Tendrán que hablar con el jefe. El gilipollas y sus dos matones se levantan e inmediatamente son reemplazados por un matón sin cuello y un tipo con cara de haber pasado boxeando las ocho novenas partes de su vida.

*

¿Van a pagar o no van a pagar? Pregunta el jefe, muy tipo duro, demasiado. Al de la cerveza le entran ganas de reír, las actuaciones son muy exageradas, desproporcionadas, son como de peliculita cutre. Después se da cuenta de que están a punto de desmadrarlo y se queda tranquilo. "Chamo, tendremos que pagar", le dice su amigo; "¿pero de dónde vamos a sacar toda esa plata?", "no sé, vamos a ver si podemos negociar". Le propone al jefe pagar la mitad con tarjeta de crédito. El jefe coge la tarjeta, le pide el pasaporte, "sólo mirarlo", dice el tipo que no pidió nada. El sin cuello, que está sentado junto al de la cerveza, se despierta un poco y se suena los nudillos. El de la cerveza lo mira, rodilla con rodilla, y piensa que mejor estaba la chinita de antes. El jefe regresa con el papel de la tarjeta de crédito, el que no pidió nada lo firma. El de la cerveza se levanta, el jefe grita ¡Siéntate! El de la cerveza lo mira, reflexiona, y vuelve a sentarse. El jefe dice "todavía falta la mitad". El que no pidió nada se deja caer en su asiento, frustrado. El de la cerveza dice "es todo lo que tenemos, no podemos pagar más". El jefe grita que Shangai es una ciudad muy peligrosa. El de la cerveza dice que ellos pueden ir al consulado y pregunta si es que acaso piensan matarlos. El jefe contesta que sus vidas pueden acabar en Shangai. El de la cerveza lo duda, pero no dice nada, y repite que eso es todo lo que tienen, que no pueden pagar más.
Son obligados a vaciar sus bolsillos, encuentran la tarjeta de crédito del que pidió la cerveza. "A esa tarjeta ya no le queda dinero", se la llevan. Regresan con un papel que cubre el total de la cuenta. El de la cerveza se sorprende, porque de verdad pensaba que a esa tarjeta ya no le quedaba saldo, y lo firma sin ganas, con un garabato. "¿Ya nos podemos ir?", pregunta el que no pidió nada. El jefe dice sí con la cabeza, el sin cuello se levanta y deja el espacio libre. Los tipos caminan hacia la salida, las chicas los despiden riéndose.

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