WORK IN PROGRESS

viernes, 30 de enero de 2009

si alguien te ofreciera un millón, ¿no te dejarías? (continuación)

Y aquí seguiría la novelita explicando cómo el tipo preparó el robo, dando algunos detalles para que suene creíble; por ejemplo, describir los trastos viejos del patio donde dejó la escalera; o en qué pensó para escoger el momento; o cómo se sintió los días previos, cosas de estas. Pero, sobre todo, hay que preocuparse en conseguir que el lector se pregunte qué va a pasar, y encontrar la forma de aguantar la respuesta hasta el final sin que se aburra, claro, ese es el chiste. La misma adivinanza de siempre, con algunas sorpresitas para no caer en la nulidad. Y es que está demostrado científicamente: si nos cambian la fórmula nos desubicamos, y a nadie le gusta ir por el mundo así, como perdido, digo yo. Hay que sorprender pero dentro de lo esperable, cagarse en todo de principio a fin no queda bien. No, a menos que se siga un orden, no sé, una estructura, algo que el lector reconozca.

*

--¿Tú para qué quieres publicar tus libros?
--Para que no se queden en el ordenador y se pierdan.
--Pero, ¿para qué los quieres publicar? ¿Para pasar a la historia?
--No sé, quizá, puede que en el fondo sea eso, sí, sinceramente.
--¡Qué tontería!
--Pues sí, la verdad.
--¿Para qué sirve que la gente te lea si ya estás muerto? ¿Vas a estar por allí mirándolo?
--No, no es por eso, es porque dan ganas de formar parte de una cadena, algo así, porque cuando leo algo y digo “¡joder, qué bueno!”, y veo que el tipo que lo escribió se murió hace años, me parece del carajo que eso esté allí. Me gustaría que pasara lo mismo con lo mío.
--¡Pero qué absurdo! ¿Tú crees que lo que escribes se va a leer de aquí a cien años?
--Supongo que no, pero por lo menos me da buen rollo intentarlo.
--¡Qué tontería!
--Pues sí, pero como al final todo es una tontería, da lo mismo, no pierdo nada. ¿Para qué sirve trabajar y ganar pasta y guardarlo todo si igual, cuando te mueras, no te vas a llevar nada?
--Sirve para vivir bien, tranquilamente.
--Vale, pero curiosamente yo que, en teoría, soy el gilipollas que pierde la vida con sus libritos inútiles, vivo más tranquilo que tú, que estás guardando la plata para vivir tranquila.
--¿Y ahora me vas a criticar a mí? Me gustaría saber qué harías tú si yo no estuviera obsesionada en guardar la plata, como dices.
--Yo no te estoy criticando.
--¡Qué cómodo! ¿No? Yo trabajo como una burra y tú vives como un rey y todavía tienes el morro de decirme que soy una miserable de mierda que sólo piensa en el dinero.
--Yo no te he dicho eso.
--Siempre me estás dando a entender que soy una cutre que sólo piensa en el dinerito.
--Yo no he dicho eso, sólo dije que dedicarse a escribir libros es tan inútil como dedicarse a acumular pasta, no dije nada más.
--¡Claro que me lo estás diciendo! ¡Siempre me estás dando a entender que soy una cutre, que sólo pienso en el dinero!
--Vale, lo que tú digas, como quieras.

*

Ese mismo día compró el pasamontañas, la ropa negra, la toalla, el imán y los guantes.
Ya estaba todo preparado, ahora sólo faltaba entrar, esperar, saltar, subir, abrir, cortar, guardar, huir.

1 comentario:

paula dijo...

paradójicamente,la maleta más difícil de preparar,es la que menos necesita .Tendemos a rellenarla de fondos de armarios y de por si acasos...millones je,je.
Un abrazo.paula
PD)Coge paraguas,por si los arco-iris.