WORK IN PROGRESS

viernes, 2 de enero de 2009

el amor es un producto patrocinado por los fabricantes de condones (continuación)

Al regresar a Venezuela el magnate, asociado con no sé quién, y ayudado por los contactos de su madre y quizá bajo la sombra de su padrino (un político avispado que había sido presidente del país un par de veces, pero con quien, en realidad, no tenía mucho contacto), montó una constructora para cazar contratos públicos. Trabajó como chofer, maître, y proxeneta de los políticos que manejaban las licitaciones. Tuvo que pagar cenas en restaurantes caros, contratar prostitutas de lujo, financiar borracheras con whisky escocés, organizar fiestas, en resumen, divertirlos. Igual que muchos de los que buscaban contratos públicos pero con un poco más de gracia, supongo, porque a él los contratos le llegaron cada vez con mayor frecuencia, las actividades lúdicas continuaron, y las cifras se hicieron mayores, sobornos y comisiones incluidos. El magnate comenzó obras también para el sector privado. Le fue bien. En poco tiempo se convirtió en uno de los tipos menores de treinta años con más pasta (no heredada) del lugar.

*

He cambiado el insomnio por las pesadillas. Por ejemplo, salimos a buscar el tren por la puerta equivocada. Debemos regresar por donde hemos venido. Intento caminar en contradirección, pero hay una turba, una pared de cuerpos chinos. Aparece un campesino (lo sé por la camisa azul, la que da el gobierno) que usa una carretilla para cortarme el paso. Le pido que me deje seguir, que mi tren está a punto de irse, pero mi voz es un chillido de gaviota, no se entiende. Oigo a mi amigo gritar mi nombre. Me giro. No lo veo. El campesino golpea mis pantorrillas con su carretilla. Me muevo hasta la pared. Entre la turba, se asoma una cara conocida. No sé de quién, pero es conocida. Una pareja avanza haciendo figuras de bailes de salón. La música es un zumbido duro, metálico. Alguien dice: mientras más gente te rodee más solo estarás; pero por buscar la soledad no te rodeará más gente. Tres chinas jóvenes me piden pasar. Por ellas, me doy cuenta de que hay un agujero en la pared a la altura de mis pantorrillas. Me asomo. Está mi amigo amarrado a un muñeco de pagoda, de esos con cara de maldad. Mi amigo, ahora, es el muñeco, que recibe azotes de una pandilla de comerciantes de pescados. En realidad, los comerciantes son los propios pescados, que se golpean contra mi amigo. Intento pasar por el agujero para pedirle a los comerciantes que se calmen, que ya les pago yo, pero las tres chinas me retienen, parcas, cogiéndome por la cintura del pantalón. Las golpeo dando coses. Acabo perdiendo el equilibrio. Regreso a la turba china, que ahora me quiere pisar. Cojo un pie y lo muerdo. El talón. El derecho, o el izquierdo, ya no recuerdo. El dueño del pie me grita con la voz de mi amigo. Se sacude, molesto, de mi mordida. Me insulta no sé qué. Y así encuentro la manera de avanzar, a mordiscos, por entre los pies de la turba. Alguien dice: mientras puedas morder nadie querrá pisarte, y vuelve a sonar mi nombre por la megafonía, justo antes de comenzar un canto…

3 comentarios:

paula dijo...

Con mucho cariño, para un dulce sueño de pies,talla 2009...te lo deseo muy grande je,je.
http://es.youtube.com/watch?v=Ia0RIXTCO8M.

paula dijo...

http://es.youtube.com/watch?v=Ia0RIXTCO8M.
el formato era incorrecto.

paula dijo...

Bueno en el "nou" sigo torpe je,je.
Por si acaso,no puedes acceder:
En el yotube: A Celtic Turn on Mozart´s Lullaby.