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jueves, 26 de febrero de 2009

la fama, o es venérea, o no es fama (continuación)

Organizaciones secretas. Eso, meter miedo, estimular la paranoia del lector. Una cosa gigante, hiperpoderosa, omnipresente, que lo controle todo sin que nadie se de cuenta. Y el héroe, sólo, pequeño y frágil, enfrentándose a ella. Que la idea funciona bien ya se sabe, desde hace tiempo. Ahora recuerdo la noveleta de Stevenson, El Club del suicidio, un texto cojonudo, por cierto, lástima el final. Desde el XIX el truco se ha extendido, del Dr. Fumanchú a 1984, siempre dando buenos resultados, no sé bien por qué. A primera vista parecería que tiene que ver con el desmadre de los poderosos gracias a los buenos oficios de un tipo cualquiera; realizando, en la fantasía, la satisfacción del resentimiento pendejo del lector. Se podría suponer que las organizaciones son el sustituto, en la ficción, del Estado y sus impuestos, el empleador y su ficha de pago, del padre y su mensualidad. Da igual. A mí sólo me interesa mi novelita del robo con allanamiento. Insertar el asunto de las organizaciones para el lector y sus amigos. Aquí es donde sirve el personaje, el antihéroe, el malo. En El Código Da Vinci creo que es un obispo del Opus Dei, en mi novelita del robo con allanamiento sería el periodista de las historias fáciles de vender. Tendría que dibujar un poco la vida del personaje y soltar algunos datos, a través de él, de cómo funciona la organización, aunque sin decir nada, todavía, de sus poderes. Abrir preguntas, crear “misterio”. El problema es que no tengo muy claro en qué pasa sus horas mi amigo, el periodista de las historias fáciles de vender. Supongo que así, buscando historias fáciles de vender, hablando con sus amigos, con los vecinos, con la panadera de la esquina, navegando por Internet, no sé. En este trozo vendría bien hacer que escriba un mail que diga cómo fue su entrevista, esa donde nuestro héroe le explica su idea de armar un escándalo en los periódicos con una historia falsa para, si la cosa sale bien, a cambio de unos pocos meses de cárcel ganar fama y encontrar quién le compre sus historietas. El mail del periodista de las historias fáciles de vender tendría que dar la impresión de que el destinatario (la organización) ha estado siguiendo a nuestro amigo de cerca, desde hace tiempo, sin decirse por qué.

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La catenaria aguanta. Cadenas. Liana. Columna vertebral. Concha.
Para admirar la forma de esta curva basta con fijar una cadena, una cuerda o un cable por dos puntos en un campo de gravedad constante. El cable, o su equivalente, adoptará la forma según la cual sólo sostiene su propio peso y ninguna otra tensión suplementaria. Es la situación de máximo descanso, de mínima rigidez. El paisaje urbano está lleno de catenarias, pero las más interesantes son, sin duda, las catenarias invertidas que Gaudí utilizó en muchos de sus arcos. La diferencia más notable entre una catedral gótica y el templo de la Sagrada Familia es que éste se eleva hasta la misma altura que las catedrales sin necesidad de contrafuertes. Pregunta: ¿son catenarias invertidas los esqueletos de los grandes animales?

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