WORK IN PROGRESS

viernes, 20 de febrero de 2009

la fama, o es venérea, o no es fama (continuación)

Más de la novelita del robo con allanamiento. O sea, de lo que tendría que ser. Hace unos días estuve leyendo un ensayo sobre la estructura de las telenovelas como un reflejo de la vida de las amas de casa. Esa eterna repetición de ciclos, ese nunca acabar, ese entremezclarse de historias donde las pequeñas tragedias familiares son, al mismo tiempo, los puntos de unión y ruptura de los personajes, dejando la sensación de que los problemas del mundo se resuelven así, entre funerales, nacimientos y bodas que ocurren en espacios cerrados. Estaba buena la interpretación, lástima que no me acuerdo el nombre de la autora, y ahora mismo no me voy a levantar a ver. Total, que mientras leía pensaba en mi novelita del robo con allanamiento, esa que tendría que ser, y en el ejemplo que, en mi cabeza, estoy usando. ¿Cómo le entro a El Código Da Vinci con un análisis así? Según esta gente el libro sería el típico ejemplo de literatura burguesa machista (suena pomposo, pero no lo dije yo), donde el protagonista (hombre blanco maduro exitoso) se enfrenta a un problema y, superando progresivas dificultades, avanza hasta alcanzar la solución. Vale, cojonudo, pero entonces, ¿qué hago con eso? No sé, le tendría que preguntar a los editores, ¿qué prefieren, que siga la línea de una novela burguesa machista o que busque una estructura que refleje la vida del lector potencial medio (en España, mujer de entre 25 y 40 años, empleada en cargos de mediana cualificación)? Me darían la patada en el culo, claro, los editores, están demasiado ocupados para responder preguntas pendejas. Se supone que eso lo tengo que resolver yo, y si me sale, bien, y si no, mala suerte, publican otra cosa.

*

22:43 h. El sujeto sale de la estación Verdaguer y busca la calle que lo llevará al edificio donde está el apartamento de la amiga de su amor recurrente.
22:52 h. El sujeto llega a su destino, más por memoria fotográfica que otra cosa, pero tiene que llamar por el móvil a su amor recurrente para que le abra la puerta, porque no recuerda el número del apartamento.
22:53 h. El amor recurrente abre la puerta eléctrica del edificio y el sujeto usa el ascensor.
22:55 h. El amor recurrente abre la puerta del apartamento y abraza al sujeto; el sujeto le dice qué guapa estás, su amor recurrente responde que es él, que la ve así; el sujeto insiste.
22:56 h. El amor recurrente le dice al sujeto que está hecha polvo, y que además anda un poco arrugadita por dentro porque al salir el marido le levantó la falda, como en juego, para ver qué ropa interior llevaba, menos mal que se puso unas medias gruesas, por el frío, nada muy sexy, y además, cuando abrió la puerta de la calle, la hija le dijo “mami, no te vayas”, y eso la dejó así, un poco triste. Claro, dice el sujeto.
22:59 h. ¿Quieres ponerte en el sofá y te hago cariños?, pregunta el sujeto; sí, pero primero abre una de las botellas de vino que compré, a ver si te gusta, responde su amor recurrente.
23:05 h. El sujeto sirve dos copas de vino lambrusco rosado, pone un disco de Chopin que encontró en la azarosa colección de la amiga del amor recurrente, y se sienta a acariciar la cabeza de su amor recurrente, hablando de no sé qué, y dándole besitos en la frente, de vez en cuando.
23:09 h. El sujeto nota que se le cierran los ojos.
23:17 h. Los besitos bajan de la frente a la boca, y las caricias han pasado de la cabeza a las tetas y la barriga. El sujeto, que estaba preocupado porque el sueño y el cansancio le podían fastidiar la erección, se da cuenta de que no, que comienza a funcionar, como en sus buenos tiempos.
23:19 h. El sujeto le pregunta a su amor recurrente si quiere ir al cuarto; ella dice que sí.
23:27 h. El sujeto, cuando comienza a desabrocharse la camisa, se da cuenta de que le huelen los sobacos; en la mañana, cuando se bañó donde la de Castelldefels, no se puso desodorante.
23:38 h. El sujeto dice “ya vengo”, entra al baño, orina, se lava el pene, busca un desodorante entre los muchos potingues que tiene la amiga de su amor recurrente, encuentra por suerte un desodorante en spray para hombres, se huele, se da cuenta de que el mal olor sigue allí, disfrazado, y regresa al cuarto.
23:40 h. El amor recurrente se desnuda y entra a la cama.
23:41 h. El sujeto se desnuda y entra a la cama.
23:43 h. El amor recurrente habla de cómo su hija la despierta en la mañana, tan tiernamente.
23:44 h. El sujeto pierde la erección.
23:47 h. El amor recurrente habla de las aventuras de su amiga, la que les ha prestado la cama.
23:51 h. El sujeto nota que sus párpados se le cierran.
23:54 h. El amor recurrente también lo nota y le dice al sujeto que se acueste sobre ella porque tiene frío. El sujeto obedece.
23:57 h. El sujeto y su amor recurrente entrelazan las lenguas y se acarician los genitales con las manos. El sujeto nota, otra vez, que su amor recurrente tiene muchísimos fluidos.
00:01 h. El amor recurrente abre las piernas y el sujeto la penetra. El sujeto nota que está más o menos bien su erección, y se alegra.
00:02 h. El sujeto vuelve a salir y a entrar, varias veces, porque le gusta mucho cómo se siente.
00:06 h. El amor recurrente se abraza fuerte al sujeto, rozando su clítoris contra la pelvis de él. El amor recurrente es exclusivamente clitoriana. El sujeto recorre el interior de la boca de su amor recurrente con la lengua.
00:10 h. El sujeto se levanta un poco sobre los brazos, mira los ojos de su amor recurrente mientras se mueve adentro afuera. El amor recurrente va diciendo frases cortas que el sujeto no recuerda.
00:16 h. El sujeto nota que si sigue así no tardará en correrse, y le pide a su amor recurrente que se ponga sobre él. El amor recurrente dice que prefiere seguir como están, el sujeto dice que todavía no quiere correrse, y que si sigue así se correrá. El amor recurrente dice “vale, cómo jodes, tan bien que estaba yo”. El sujeto responde bueno, no importa, me aguanto, y se pone a pensar en mil cosas mientras sigue copulando.
00:22 h. El amor recurrente vuelve a abrazarse fuerte al sujeto, apretándolo entre sus piernas y rozando el clítoris contra la pelvis de él.
00:25 h. El sujeto siente cómo su amor recurrente va tensándose cada vez más. El sujeto se ocupa de facilitar el roce del clítoris de su amor recurrente, pero nota que comienza a perder la erección.
00:28 h. El amor recurrente parece no poder acabar de correrse, el sujeto le pregunta si lo quiere hacer de perrito, el amor recurrente dice que sí, que hoy será esclava del sujeto.
00:29 h. El sujeto se ubica detrás de su amor recurrente, la sujeta por las caderas, y la penetra. Aunque no siente mucho el roce en su pene, por la abundancia de fluidos, nota que comienza a recuperar la erección, y eso le alegra.
00:34 h. El amor recurrente le pide al sujeto que la sodomice. El sujeto obedece y le pregunta a su amor recurrente si quiere que le de palmadas en las nalgas. Ella responde que sí, pero con cuidado de no dejar marcas que pueda ver su marido.
00:39 h. El sujeto, mientras penetra analmente a su amor recurrente, le pide que se masturbe. Su amor recurrente obedece.
00:47 h. El sujeto le pregunta a su amor recurrente si él se puede correr, su amor recurrente le dice que sí.
00:48 h. El sujeto se corre.
00:49 h. El amor recurrente, que se ha acostado boca arriba, le pide al sujeto que la abrace, que tiene frío. El sujeto obedece.

2 comentarios:

Kinneret dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Kinneret dijo...

He cambiado de opinión, me pasa mucho... Sobre todo al leer "Codigo Da Vinci" me dan reacciones extrañas.
Esperando impacientes mas entregas Armando.