WORK IN PROGRESS

sábado, 13 de diciembre de 2008

el amor es un producto patrocinado por los fabricantes de condones (continuación)

Experimento: el tipo se ganó una pasta y se encerró a leer, pensar y fumar durante dos años. Mucho Foucault, Gitanes, Barthes, la invención del lenguaje, cosas así. La primera obra: dos actores mueven objetos, traídos de la casa del autor, de un sitio a otro del escenario, durante una hora. Segunda obra: tres mujeres y un bailarín, todos en bolas, escriben en una pared pizarra: Thomas Edison [la luz], Stravinsky Igor [la música], los nombres, medidas, teléfono y número de identidad de los bailarines [la danza]. La desnudez se propone no sexual, una llamada de alerta por el SIDA, a mediados de los ochenta. La mujer que escribió Stravinsky canta la Consagración. La que escribió Edison lleva una lámpara de cable, la única iluminación del escenario. La bailarina se estira el pellejo. A continuación, el bailarín se cubre el pito con el escroto y pasa a enseñar sus lunares; se peina los pelos del brazo con una uña mordida; pone el cabello de la bailarina, que se ha parado detrás de él, sobre su propia cara; hace formas con el cabello de la bailarina, agachada detrás de él, alrededor de su polla. La bailarina se sienta, y con lápiz labial se escribe en una pierna: Christian Dior; en la otra pierna escribe el precio. Con el pintalabios la bailarina se rodea de dos líneas que representan una camisa. El bailarín cierra la cremallera en la espalda de la bailarina uniendo con el pintalabios las dos líneas. El bailarín pinta equis en las plantas de sus pies y en sus sobacos. Luego escribe su fecha de nacimiento alrededor de su ombligo. El público comienza a dejar la sala. La mujer escribe la fecha de su desfloración alrededor de su coño. Luego se pintan otras cosas. Pasan todos a quedarse quietos. En algún momento el bailarín comienza a orinar, se agacha y se moja las manos con su orina y borra lo que ha escrito en la pizarra, dejando sólo unas letras sueltas que hacen su nombre. La cantante, primero con su sudor y después con la orina del bailarín, convierte, en la pizarra, a Stravinsky Igor en Sting, y lo canta. La bailarina, usando también la orina del bailarín, borra algunas letras de Thomas Edison para ordenar al bailarín, por escrito, que cante. La mujer de la luz se va con el foco. Oscuridad. Voz cantante del bailarín. Fin de la obra.
Con este experimento se demuestra que la creación es el lenguaje, y no al revés. Se demuestra, también, que un churro intelectualoide puede dar de comer si has nacido en el lugar adecuado.

*

No sé cuánto tiempo pasó, creo que no mucho, unos días quizá, hasta que me llegó la siguiente carta de mi amor recurrente. Me pedía disculpas por su reacción, porque ella no tenía ningún derecho a exigirme nada, pero se molestó al ver que no había sido honesto.
Así seguimos hasta que, no muchas cartas después, decidimos encontrarnos en la misma ciudad andina donde fue el congreso de estudiantes.
La mañana del sábado siguiente estaba parado en una plaza amplia, mirando un pico nevado adonde llegaría un teleférico inmóvil detrás de mí.
No muy lejos, una mujer abría su negocio, un militar caminaba no sé a dónde.
Cuando mi amor recurrente llegó yo hacía humo con un cigarrillo, preguntándome si se parecería a lo que recordaba del congreso de estudiantes, un par de meses atrás.
Pues sí, era igual.
No recuerdo cómo nos saludamos, supongo que con un abrazo, no con un beso, seguro, el beso vino después, en el hotel, que daba a la plaza, una habitación matrimonial, sin ningún lujo, pero con el baño dentro; lo mejor que podía aguantar un presupuesto de estudiantes.
Me habló de lo rara que se sentía, allí conmigo, de las ganas que tenía de verme, me pidió que le hiciera un masaje en la espalda, destrozada por la noche en el bus, me ordenó que la esperara mientras se duchaba (sola), y entonces me pidió que la besara. Le di un beso suave, usando un poco la lengua, porque no me había cepillado los dientes (yo también había pasado la noche en un autobús).
Se levantó, entró al baño, cerró la puerta. Escuché la ducha. Pasaron un par de minutos. Oí que me llamaba. Tapándose con la cortina de la ducha me mostró una mancha que le había salido en una pierna después de ir a la playa. También pude verle un pezón. Le dije que iba a entrar a ducharme con ella. Me dijo que no, pero no muy convencida. Me desnudé y entré a la ducha. Nos abrazamos, nos besamos, nos enjabonamos. Me dijo que tenía la regla, le contesté que no me importaba. Le dije que estaba loco por hacer el amor con ella. Me respondió que ella nunca lo había hecho. Me quedé tieso, sin entender por qué me salía con una sudaquería así.
Llegamos a la cama cogidos de manos. Nos acostamos, creo que le acaricié la cara, los brazos, las tetas, y quizá le dije, por primera vez, que tenía el cuerpo de las mujeres de Modigliani.
Cuando por fin me acosté sobre ella, e intenté penetrarla, me di cuenta de que lo de su virginidad no había sido una mentira sudaca, sino que era real: allí estaba yo, sin poder follarla, su entrada dura, jodidamente cerrada, y mi polla al frente, sin saber qué hacer.

1 comentario:

paula dijo...

Sabes,que sólo las plurales vírgenes,también sudacas,son capaces de atrapar unicornios, el lenguaje de la creación...cuidadito con la vagina depredadora,conduce a la fascinación de universales úteros.
Por cierto,ponteló,ponseló...después sigue meando biografías,es útil para empapar la tierra.
No me resisto a citar a Tolba Phanem:"No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla en mi alma como el viento,refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado".
Seguiré escuchando,el amor es un recurrente adulterio con uno mismo,el creador,por eso hay tantos cabrones y a algunos se les ve la pluma je,je.
Un abrazo.paula
Pd)Todos tenemos femenino y masculino,en ese lenguaje universal,sólo he utilizado símbolos,benditas metáforas.