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jueves, 9 de abril de 2009

la fama, o es venerea, o no es fama (continuacion)

El contacto de Guadalajara me mostró el rectorado, saludó a todo lo que se movió frente a su campo visual, me hizo entrar en una catedral de la que ya no me acuerdo, me habló de sus años de estudiante en Madrid, de las extranjeras que se había follado, me invitó a tomar un ponche caliente en un garito congelado en el tiempo desde los años cuarenta, me acompañó a comprar un par de botas y otro de medias y otro de bóxers, me llevó a almorzar en un restaurante de carne a la brasa, que fue lo que pedí cuando me dejó escoger, me regresó a la feria, donde me presentó a no sé quiénes, los que me habían pagado el billete de avión, y me dejó en la puerta de la conferencia de un popular escritor peruano, irónico, melancólico, depresivo, divertido y alcohólico que tiene un arte único para enamorar, con sus libros, a mujeres con insatisfacciones sexuales, un tipo tremendo hablando en público, capaz de cagarse en todo con elegancia, desde Bolívar si está en Colombia hasta el idioma catalán si está en Barcelona, mientras mantiene su sonrisa infantil, su mirada triste, sus arrugas de perro perdiguero, y su aire de estar a punto de caerse por la borrachera; pero esta vez no, nada de gracias como las que le vi en Barcelona, porque en la charla lo acompañaban cuatro presentadores y, dos de ellos, creyendo que habían llegado sus quince minutos de fama (prestada), usaron las tres cuartas partes del evento como si estuvieran dando clases en una triste universidad, logrando vaciar una sala que, hacía nada, se había llenado hasta no quedar espacio ni siquiera en los pasillos.
Cuando el escritor peruano por fin habló ya nadie tenía fuerzas para escucharlo.

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La maleta que le dejé a mi amor recurrente no tiene (se han quedado donde mi ex): la colección de los libros que no prestaba, con textos de Mesopotamia (héroe desorientado enfrenta peligros para resucitar a su mascota) y Egipto (fórmulas mágicas engañan a los dioses del infierno); Homero (soldado caprichoso trae la desgracia a amigos y enemigos), Hesíodo (dioses inmorales pasan la eternidad inventando locuras), los tres grandes trágicos completos (ciego desgraciado lleva la ruina adonde llega), Herodoto (historiador avispado se hace famoso contando mentiras) y Tucídides (hordas brutales se matan en la guerra por puro capricho), Aristófanes (feministas agrias castigan a sus maridos con la abstinencia sexual) completo; la Biblia (pueblo elegido pasa los días provocando la ira de su dios); algo de Ovidio (poeta difícil cuenta historias que no llevan a nada) y Apuleyo (un hombre se convierte en burro para meter en problemas a sus semejantes), Petronio (joven pervertido consigue colarse en una gran fiesta), Catulo (viejo degenerado cuenta con descaro sus aventuras), y Marcial (romano envidioso difama con poemas a sus enemigos) completos; el Corán (profeta analfabeta improvisa un texto complicado) y las Noches Árabes (historietas jocosas para el horario de adultos); el Libro de las Maravillas (comerciante desesperado gana fama por sus millones) y algunos libros de caballerías: la Chanson de Rolan (rey cristiano sufre por la muerte de su amado), el Mío Cid (aventurero sin convicciones desata la ira del rey de España), Tirant lo Blanc (caballero incansable hace escribir un libro que sí lo es), recopilaciones de trovadores (cantantes estrafalarios usan sus artes para engañar a las damas); Bocaccio (jóvenes promiscuos se reúnen para contar aventuras) completo, los Cuentos de Canterbury (historias increíbles para ocupar los días de lluvia), Villón (seminarista degenerado se dedica al robo y al sacrilegio) completo.

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