la fama, o es venerea, o no es fama (continuacion)

La alberca. Sólo con una sonrisa la futura Premio Planeta consiguió que el recepcionista nos abriera la puerta de la piscina y nos consiguiera dos toallas grandes. Salimos y, en un momento, se quedó en camiseta, en hilo dental, y se lanzó a la piscina. Tenía el cuerpo perfecto, de deportista. Adentro, le pedí que se acercara, la abracé, nos besamos largo, acaricié unas nalgas muy suaves, porque estaban debajo del agua, y busqué, con el dedo medio, su clítoris.
--Nos conocimos hace unas horas y mira donde tienes ya la mano.
Se alejó nadando.
Se quitó la camiseta.
--Esto parece la escena erótica de una peliculita gringa.
--¿No te gusta?
--Está de puta madre, creo que nunca se me va a olvidar.
La volví a abrazar, volvimos a besarnos, volví a buscar su clítoris con el dedo medio, y con un movimiento suave de la pelvis hizo que lo pusiera adentro. Le lamí los pezones mientras la masturbaba con el dedo.
Se alejó nadando, la miré sonriendo, hablamos, regresó.
Cogí aire, me hundí, la terminé de desnudar, le lamí el clítoris.
Al salir.
--Te vas a ahogar, si sigues haciendo eso.

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Rejuvenece, ilumina, embellece, da vida… El amor es un producto (programa informático para retocar fotografías)

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Una imagen vale más que mil palabras; pero para eso, alguien la tiene que fotografiar.
Cámaras fotográficas

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La pluma es más peligrosa que la espada… para quien la empuña.
Asociación por la defensa de la libertad de prensa

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El ascensor. No sé por qué la futura ganadora del Premio Planeta escogió este subtítulo, no recuerdo qué puede haber pasado de especial en el ascensor. Sé que salimos de la piscina medio desnudos (ya el recepcionista y el vigilante, a fuerza de ver tetas, estaban más que pagados); y recogimos la ropa y los zapatos como pudimos.
Puede que en el ascensor hayamos decidido ir a mi cuarto, quizá fue por eso que ella lo escogió, como subtítulo. No sé, pero en mi habitación entramos a la ducha, seguí con los besos y el cunnilingue (lo digo así para no parecer vulgar); nos fuimos a la cama, donde seguí con los dedos y el cunnilingue; subí a su cara, la besé, me dijo que esto no estaba bien, que ya lo había hecho demasiadas veces, que no quería otra más; moví mi polla por su entrada, de arriba hacia abajo, me preguntó qué hacía.
--¿Qué crees tú?
--No no, esto no está bien.
--¿Por qué?
--Porque no, porque ya lo hecho demasiadas veces, y no quiero otra más. Me voy.
--¿Por qué?
--Porque no está bien.
--A joder, haz lo que te de la gana, a tomar por culo --esto no se lo dije, claro, pero me acosté boca arriba a mirar el techo.
--Me voy.
--Okay.
Recogió sus cosas y sí, se fue. Se le olvidó el hilo dental y los cigarros, se los di al día siguiente.

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Retrato:
--¡Marico, ya llegué!
--¿Y dónde estás?
--En un hotelito cerca del Paseo de la Reforma.
--¿Y no te dije que te vinieras para mi casa?
--Sí, pero tú vives muy lejos, me voy a quedar por aquí dos días y después me voy a ladillar a tu esposa.
--¿Y en qué parte está el hotel?
--En la Zona Rosa, creo que se llama.
--¡Pendejo, te-van-a-ma-tar, te-van-a-vio-lar, te-van-a-co-ger!
--Coño no exageres, esta vaina está jodida, pero Caracas es peor, ya estoy entrenado.
--No se te ocurra salir de noche, eso está lleno de putas y de malandros.
--No me jodas, no me han hecho nada en todas las vueltas que he dado y me van a venir a joder aquí, en Ciudad de México.
--¿Y por qué no?
--Porque no me chupo el dedo.
--Bueno güevón, ojalá te violen, por pendejo.