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lunes, 2 de marzo de 2009

la fama, o es venérea, o no es fama (continuación)

Asusta no la fragilidad del techo, sino la soledad. El instinto gregario soplándote detrás de la oreja cuando tratas de dormir. Preguntándote, en susurros, qué vas a hacer si te enfermas, dónde piensas estar, cuando viejo. Cierras los ojos y te imaginas cosas que te den sueño. Nosferatus cagando, por ejemplo. Pero no, la vocecita sigue detrás preguntándote. La una, las dos, las tres de la madrugada, hasta que por fin, cansada, se calla, y entonces puedes dormir.

*

Claro, se me había olvidado, me lo acaba de recordar El Código Da Vinci, nuestro héroe no puede ir sólo por el mundo, hay que buscarle una noviecita. Pero igual que la organización secreta, el personaje femenino tiene que entrar poco a poco. Por ejemplo, mientras el héroe de nuestra historieta escoge al segundo eslabón de la cadena que usará para estafar a la gente del museo… Siento que mi novelita se está complicando, y eso no es bueno, puede que el lector se atosigue y suelte el librito y, ¡susto!, no haya recomendaciones ni amigos que me compren. Simplifico, perdón, voy paso por paso:
1. El indio vendedor de butano recoge una bolsa de basura en una esquina de la Zona Gótica donde lo espera, incógnito, nuestro héroe.
2. Manteniendo comunicación telefónica por sistema manos libres el protagonista de la historieta del robo con allanamiento permanece en contacto con su empleado.
3. El indio vendedor de butano llega al sitio de encuentro con los compradores (la Plaza de la Catedral, por decir algo).
4. Pasan más de diez minutos. El indio está incómodo porque nuestro héroe le ha hecho vestir una camiseta con caricatura de cerditos manoseándose que dice “Aquí, haciendo chicharrón”. El indio no entiende la frase, pero le molesta el dibujito.
5. Nuestro protagonista recuerda al personaje femenino (ese que debemos inventar).
6. Aparecen dos hombres vestidos de civil, pero con cara de seguratas, que le preguntan al indio qué lleva en la bolsa.
7. El indio dice que no sabe, y les pasa el manos libres a los personajes.
8. Nuestro héroe les explica a los dos hombres que el indio está allí para entregar un encargo, una toalla playera, que no es una bomba.
9. Los dos hombre revisan el contenido de la bolsa y le preguntan al protagonista por qué no vino él personalmente.
10. Nuestro héroe responde que no ha podido, que está en cama.
11. Los hombres le preguntan a nuestro héroe dónde está la pintura, éste responde que pegada a la toalla, los seguratas hacen un gesto y se acerca un tercer hombre con otra bolsa.
12. Intercambio de bolsas, la que contiene el lienzo roto del museo por la que lleva la tesina de doctorado sobre el desarrollo económico griego dentro de la Unión Europea, firmada por un servidor.

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Escena: aunque parece una paellera con pata, el cartelito, abajo, dice Coupe à figures rouges. Oltos. Athènes, vers 510 av. J.-C. Int.: Jeune homme tenant une lyre; pero no se ve, el interior, está de cara a la pared. Sólo se muestra la Face A: Hèracles et le sanglier d'Erymanthe, y su empleador, no me acuerdo cómo se llama, escondido en un ánfora enorme, las manos en alto, rogando, acojonado, para que Heracles no le suelte el jabalí sobre la cabeza. En el otro extremo de la paellera de cerámica rota y vuelta a pegar Odiseo conduce una cuadriga ayudado por Hermes. El casco le tapa la cara, a Odiseo, pero su escudo tiene un símbolo perfecto para un tatuaje: tres piernas dobladas en simetría triangular, formando como una especie de hélice. De todos modos, más interesante que la paellera es un cacharrito que está al lado, un Ayballe janiforme, no me pregunten qué significa porque no sé, tete feminine et tête de noire, esto sí, es el diseño del cacharrito, dos caras opuestas, pegadas por la cabeza, una mujer blanca con una pañoleta estampada de flores y gallos, y una mujer negra con un afro hecho de puntos de arcilla. La mujer blanca sigue teniendo carmín en los labios. La negra no se ha aclarado a pesar de los veinticinco siglos sin ver el sol. Una megafonía pide a los visitantes que avisen al personal del museo en caso de encontrar algún objeto sospechoso; ya lo encontré, pero no diré nada, que se vayan al carajo con su paranoia posmoderna.

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