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jueves, 12 de marzo de 2009

la fama, o es venérea, o no es fama (continuación)

Y fue así que nuestro héroe dejó España sin que le pasara nada de lo anunciado en los comerciales de televisión, claro.
Por lo que recuerdo, habíamos quedado en buscarle una noviecita o, como acabo de ver en El Código Da Vinci, por lo menos una presencia femenina turbadora.
Pero antes tendría que explicar cómo nuestro personaje se quedó en Constanza. He visto que en los best sellers lo ideal es que los protagonistas sean ricos y famosos, para que el lector se sienta hight class, fashion, people, o alguna de estas cosas que nunca será. Por eso Constanza es un buen sitio para ambientar nuestra novelita light. Fue destino de recreo de las cortes europeas en el siglo XIX e incluso creo que aquí mataron al príncipe de no sé qué. Además, los palacios, las aguas termales, el bosque y el lago hacen la escenografía perfecta para el cine, en caso de que el lector recomiende mi librito a sus amigos y tenga muchos y se vendan tantos libritos que Hollywood vea el negocio y nos vuelva a todos multimillonarios (también al lector, por supuesto). El problema está en que Constanza se llena de autobuses de jubilados y ha caído, como Capri o Mallorca, Mónaco o Biarritz, Acapulco o Bariloche, Guacara o Tucupita, bajo el azote del turismo masificado. Habría que poner a nuestro héroe en Lugano, pero como no he ido no puedo hablar.
De todos modos Constanza tiene una grandísima ventaja: hay un parque nudista; yo mismo vi los culos blancos bañándose en el lago cuando buscaba el camping donde me quedé; pero aunque monté la tienda de campaña apurado para regresar a ver más, ya era tarde, se habían ido. Así que nuestro héroe siguió caminando hasta el pueblo y se comió una pizza, dio una vuelta por las calles vacías (los viejitos se acuestan temprano), y regresó a dormir para, al día siguiente, encontrarse con el comprador del lienzo, según la novelita, o con la mujer misteriosa, según lo que para este librito es la realidad.

*

Problema: si la obra literaria es un juego de inhibiciones y reacciones, un proceso de transición que va de la situación 1 a la situación 2, pasando por un ciclo de estímulo-crisis-espera-satisfacción-vuelta al orden.
Pregunta: ¿dime por qué, payaso, en vez de escribir un librito que ni estimula ni inhibe, ni plantea ni resuelve, no te vas por allí, mejor, a buscar con quien echar un buen polvo?

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La hélice agarra.
La hélice es una circunferencia que emigra en la dirección perpendicular al plano que la contiene. La fricción entre un elemento helicoidal y otro cuerpo hace que esta forma sea perfecta para que ambos cuerpos se agarren entre sí. Cuantas más espiras, mayor agarre (ley de Euler). Todas las trompas y colas que se repliegan en espiral se usan en forma de hélice (elefantes, monos…). Con tres vueltas de una cuerda (ella misma es una hélice de una hélice de una…) en torno de un cilindro se pueden aguantar cinco toneladas. Los zarcillos agarran unas plantas con otras y muchas semillas caen en hélice para así aumentar la probabilidad de explorar nuevos territorios. Todo lo que nos rodea está sostenido por hélices: los tornillos.
Cuerda. Tornillo. Resorte.
Cuerno. Esponja.

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